REACTION
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WORLDS
COLLIDE III †
Episodio XII · ESTERTOR FEROZ
Ibara e Ikaruga
se persiguieron mutuamente a través de varias habitaciones, escalinatas y
pasillos. Finalmente, llegaron a un pasillo bastante ancho a cuyos lados había
una gran caída al vacío.
Éste será el
escenario de nuestra última batalla, Ibara…-dijo Ikaruga apretando los puños.
¿Qué perra te ha
entrado ahora?-preguntó Ibara-¿Planeas inmolarte después de que te pegue una
paliza?
¡No toleraré que
intentes trivializar tanto esta situación, maldita mocosa barriobajera!-gritó
Ikaruga mientras lanzaba un puñetazo.
Ibara esquivó el
impacto y dio una voltereta sobre sí misma, pateando a su enemiga en la subida.
Mientras se encontraba en el aire vio que a ambos lados del pasillo no sólo
había una caída tan profunda que podía causar la muerte, sino que, además,
estaba todo anegado de enormes y afiladas estacas metálicas de forma cónica.
Cuidado, Ikaruga…-dijo
Ibara al aterrizar-…pelearemos como quieras, pero trata de no tropezarte. Una
niña tan torpe podría verse ensartada y empalada brutalmente al más mínimo
desliz…
No puedo creerme
que alguien como yo haya tirado su vida de esta manera…-se lamentó Ikaruga
mientras se lanzaba a por Ibara en una patada voladora.
¡Corta el
rollo!-bramó Ibara mientras bloqueaba la patada con su antebrazo izquierdo-¿Qué
mosca te ha picado?
Ikaruga dejó que
su cuerpo hablara por ella: puñetazos, patadas, intentos de llaves, saltos,
piruetas, maniobras evasivas, defensivas y ofensivas…una larga sarta de
técnicas de diversas artes marciales que estaba empleando desesperadamente
contra Ibara, su enemiga, quien respondía a los ataques con gran maestría y
presteza.
¡Nos lo han
quitado todo!-chillaba Ikaruga mientras golpeaba con furia-¡TODO!
Ibara no entendía
por qué aquella chica se manifestaba de esa manera, pero podía apreciar que su
fuerza había aumentado en buen grado.
Como vuelvas a soltarme
el rollo de que te he robado a Itami, te aseguro que te voy a hacer bajar al
infierno a hostia limpia y no te volveré a subir hasta que no se te haya caído
hecha cenizas tu cara de alimaña estreñida, maldito incordio de niña…-Ibara se
montó en su tren de improperios.
¡VUELVO A REPETIR
QUE NO ME SALE DE LAS NARICES QUE TE TOMES ESTO COMO UN PUÑETERO JUEGO!-gritó
Ikaruga mientras lanzaba por los aires a Ibara de un puñetazo.
Era la primera
vez en mucho tiempo que Ikaruga lograba golpear a Ibara, y, de entre todas esas
veces, la única que lo había hecho tan fuertemente. Para sorpresa de la
pelirroja, Ikaruga saltó hacia ella y comenzó a golpearla en el aire con una
cadena de patadas giratorias encadenadas que terminó con una patada vertical
hacia abajo que la propulsó hacia el suelo…hacia las estacas.
Lamentarás esto,
perra…-susurró Ibara mientras caía.
Desplegó su
bastón y lo clavó en lo más profundo de la sala, entre dos estacas. Acto
seguido, lo clavó en el techo por el otro extremo y comenzó a bailar
sensualmente como si estuviera en un acto de baile de barra. Un enorme anillo
de fuego se dibujó alrededor de la bailarina, alargándose en un enorme chorro
de llamas dirigido a Ikaruga, quien apuntó a aquella amenaza con la palma de la
mano en la que llevaba la pulsera mágica. Su poder sellador se manifestó en
forma de rayo, deshaciendo inmediatamente la llamarada.
Veo que hoy has
venido a jugar duro…-Ibara se sonrió.
Saltó de su
bastón con objeto de hundir a Ikaruga de un rodillazo aéreo. La chica de
cabello verde intentó bloquearlo con una patada alta, pero la fuerza de Ibara
seguía siendo superior a la suya, por mucha motivación que tuviera aquel día,
sin contar, además, que la masa de ésta era superior a la de ella, con lo que
cayó al suelo a causa del impacto.
Bien…-dijo Ibara
mientras se subía encima de Ikaruga, que yacía tumbada en el suelo-…voy a
cobrarme lo de antes.
Se dispuso a
acribillar a puñetazos a su rival, pero ésta paró sus puños agarrándolos con
sus manos fuertemente. Desde esta posición, se la quitó de encima de una
patada, obligándola a rodar para esquivar el siguiente ataque, que fue una
patada baja.
¿Qué te motiva
hoy, Ikaruga?-preguntó Ibara levantándose-Ojalá siempre brindases combates tan
interesantes…mequetrefe…
O te mato…-murmuró
Ikaruga-…o me matan.
¡Bien!-exclamó
Ibara sonriendo-¡Por fin la vas a diñar! ¡ALELUYA!
¡MALDITA
SEA!-gritó Ikaruga-Nos aliamos con Shiroi después de que vosotros desertaseis
de su lado porque quería castigaros…y vimos una oportunidad perfecta para
conquistaros…
Cuéntame algo que
no sepa, Capitana Obvio.-Ibara se encogió de hombros.
¡Fuimos
engañados!-estalló Ikaruga-Nos dijeron que nos ayudarían a conseguiros, cuando
lo único que hemos hecho en sus filas ha sido ser sus criados: montar guardias,
hacer trabajos sucios, matar a gente que no ha opuesto resistencia, tramitar
papeles…no nos han tenido en estima para nada…nos dijeron que seríamos unos
iguales, como Verónica, como Yuu…pero no…se han aprovechado de que somos los más
jóvenes para explotarnos y vejarnos…cuando Yuu y ese enano desgraciado gozan de
mejor posición que nosotros… ¡un maldito niño!
¿Pretendes darme
pena?-preguntó Ibara mientras lanzaba una patada al cuello de Ikaruga-Me están
entrando ganas de reírme a carcajada limpia…
¿Pena?-preguntó
Ikaruga agarrando el tobillo de Ibara y retorciéndolo lenta pero
inexorablemente-La única que da pena aquí…soy yo…
Ibara se libró
del agarre de Ikaruga y la pateó con ambas piernas describiendo un movimiento
de tijeras.
¡Bienvenida a la
realidad!-la saludó Ibara con una sonrisa-Te lo llevo diciendo años. PUTOS
AÑOS.
Ayame y yo
estamos bajo ultimátum.-dijo Ikaruga-Nos han esclavizado como a vosotros…y
ahora nos han amenazado de muerte. Vosotros tendríais que haber muerto por no
haber podido vencer a Freya y a Yamiyuki…pero parece ser que nosotros
rellenaremos ese vacío si no os matamos aquí hoy mismo…
¡Eso es
terrible!-a Ibara le cambió el gesto, llenándose de preocupación-¡Nadie se
merece eso! ¡Tú también puedes desertar!
¡Ojalá
pudiera!-Ikaruga estaba tan asqueada que ya no le importaba que su gran enemiga
conociera sus vergonzosos deseos-Pero…estamos solos.
¿De qué
hablas?-le espetó Ibara con ímpetu-¡No estáis solos! ¡Yo te ayudaré a escapar
de Shiroi! Al fin y al cabo, lo nuestro es sólo un lío amoroso… ¡dejemos
nuestras diferencias aparte y zanjémoslas en otro momento! ¡La vida es más
importante! ¡Demasiado como para perderla a manos de un timador!
¿En serio?-a
Ikaruga se le iluminaron los ojos con lágrimas-¿Vas a ayudarme?
Ibara sonrió con
cariño. A los pocos segundos, su sonrisa se congeló y se tornó macabra y cruel.
¡JAJAJAJAJAJA!-rió-¡NO,
NI DE COÑA! ¡JAJAJAJAJAJA! ¿En serio te crees la primera mierda que te digo?
Eres un asco de tía y no puedo ni verte. ¿Cómo voy a ayudarte si apenas puedo
contener mis ganas de festejar que vas a palmar? ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡IDIOTA!
¡PRINGADA!
Ikaruga apretó el
puño y miró a su enemiga con furia.
Está
bien.-murmuró-CLARO QUE ME VAS A AYUDAR A SALVAR LA VIDA. ¡ESTA VEZ LA HAS
HECHO BUENA! ¡ME HAS CABREADO BIEN! ¡VOY A MATARTE, IBARA! SALDRÉ CON VIDA DE
ESTE BARCO PORQUE VOY A COBRARME TU VIDA, ¿ME OYES? ¡Y ME IMPORTA UNA MIERDA
QUE A AYAME LE SIENTE MAL SI TE DESTROZO! ¡VIVIRÉ POR ENCIMA DE TU CADÁVER!
Tu rostro de
dolor e indignación es el mejor regalo que he recibido en mucho tiempo.-dijo
Ibara saltando hacia su bastón.
Comenzó a bailar,
generando una larga cadena de riadas, granizadas, tormentas, avalanchas,
incendios, emanaciones tóxicas y tormentas magnéticas, entre otros fenómenos.
Con rabia, Ikaruga fue cancelando todos y cada uno de los ataques con su poder
sellador, recibiendo daños mínimos. Tras aquel forcejeo, saltó hacia su enemiga
con objeto de tirarla del bastón, pero fue sorprendida por una ágil maniobra de
repulsión por su parte que la devolvió a la ancha pasarela.
Déjame decirte
una cosa…-la provocó Ibara desde el bastón-…si no me derrotas, ten por seguro
que voy a matarte. De lo contrario, si me derrotas…Shiroi te matará. No te fíes
de él…sólo quiere acabar contigo. ¿Lo habéis hecho ya? ¡JAJAJAJAJAJA!
¡Baja aquí y
pelea como una mujer!-rugió Ikaruga mientras se convertía en una quimera.
¡Di mejor “sube
aquí”!-respondió Ibara emergiendo del suelo frente a Ikaruga.
Se había
convertido en escila fantasma y apuntaba con sus gigantes garras a la quimera.
Vamos a resolver
esto de una vez por todas…-dijo Ikaruga-¡Por las cuatro bestias de la quimera!
¡Dragón!
La quimera se
convirtió en un gigantesco dragón cuadrúpedo de escamas verdosas ennegrecidas ,
ojos rojos, alas grandes y una larga cola.
¡Por las seis
bestias de la escila!-exclamó Ibara-¡Oso!
Ibara se
convirtió en un enorme y musculado oso pardo.
La diferencia de
tamaños es abismal…-dijo Ikaruga-… ¡eres una hormiga!
El dragón en el
que la chica se había convertido lanzó un potente chorro de llamas. Por su
parte, Ibara, posicionada a cuatro patas en su forma de oso, escupió un
gigantesco chorro de agua a presión que apagó las llamas. Enfurecida, Ikaruga
voló hacia Ibara y lanzó fuertes latigazos con su cola, pero fueron esquivados.
Tras ello, Ibara saltó hacia la cola de su enemiga y trepó por ella, clavando
sus zarpas atravesando las escamas de aquel enorme apéndice.
¡Maldita seas!-chilló
Ikaruga mientras trataba de sacudirse a Ibara de la cola.
¡Tu sufrimiento
acaba de empezar!-exclamó Ibara.
Sus zarpas se
convirtieron en cuchillas metálicas. Arañó longitudinalmente la cola de su
enemiga, arrancando numerosas escamas. Conforme se descolgaba de la cola con
objeto de destrozarla, sus zarpas adquirían propiedades corrosivas y venenosas,
obligando a Ikaruga a descender de nuevo a la pasarela. Tras el aterrizaje,
Ibara saltó hacia la cabeza de Ikaruga, se hizo un ovillo y cayó en vertical
envuelta en una esfera de poder gravitatorio que aceleró su caída hasta abrir
una brecha en la cabeza del dragón. Una vez terminado este ataque, pasó a su
forma antropomorfa de oso: se convirtió en una mujer alta, fornida, musculosa y
recubierta de pelo marrón, con sus enormes senos al descubierto y unas
extremidades mucho más grandes y fuertes que en su forma humana. Su cara
también estaba cubierta de pelo, y su melena roja colgaba lacia. Con esta
forma, lanzó un gancho alto contra el mentón del dragón, lanzándolo por los
aires. Mientras ascendía, Ikaruga pasó de ser un dragón gigante a una mujer
dragón: con su cuerpo cubierto de escamas del mismo color que antes, su melena
verdosa colgando de los escamosos bordes de su cabeza, su cola herida y sus todavía
enormes garras, se lanzó en picado garra en vilo contra Ibara, que intentó
parar el ataque con un bloqueo de artes marciales pero recibió un brutal
zarpazo que la hizo sangrar.
Maldita seas…-bufó
Ibara-…voy a acabar contigo…
Lanzó una fuerte
patada giratoria contra la cara de Ikaruga, lanzándola al extremo del pasillo.
Desde ese lugar, la mujer dragón lanzó una enorme llamarada por la boca. Ibara
aspiró con la boca, absorbiendo la llamarada con sus poderes de las fuerzas
naturales, y convirtió la energía recibida en poder mágico que empleó para
lanzar un enorme abanico de rayos por las manos. No tardaron en ser disipados
por el poder sellador de Ikaruga, que fue disparado en forma de un enorme rayo.
Si te sello…-dijo
Ikaruga mientras seguía lanzando su poder sellador en forma de rayos-…no podrás
transformarte y te podré derrotar.
Eso sería muy
cobarde, ¿no crees?-le preguntó Ibara apareciendo detrás de ella.
¿Cómo has…-preguntó
Ikaruga mientras sentía que los brazos de Ibara apretaban su cintura.
Ibara había
utilizado su poder de las sombras para aflorar de la sombra de su enemiga,
posición desde la cual la agarró de la cintura y le hizo un suplex con el que
estampó su cabeza contra el suelo. Tras esto, gruñó fuertemente, liberando una ventisca de su boca y arrollando a la
mujer dragón, cuya última baza fue lanzar un golpe cortante con sus alas a la
vez que escupía fuego. La mujer oso paró el ataque con un golpe de palma a la
altura del ombligo, cortándole la respiración momentáneamente.
Tras aquel
intercambio de golpes, Ikaruga volvió a ser una quimera, a lo cual Ibara
respondió volviendo a ser una escila.
Si la cuarta
bestia no surte efecto contra ti…-intentaba articular Ikaruga-…estaré
oficialmente jodida. ¡Por las cuatro bestias de la quimera! ¡León!
Ikaruga se
convirtió en un enorme y majestuoso león. Pese a que era una mujer, el león en
el que se había convertido parecía ser un macho, a juzgar por su tupida melena.
¿Sabes?-preguntó
Ibara-Nos llevamos como el perro y el gato, y voy a acabar contigo de manera
poética con la única bestia que no he utilizado desde que Shiroi se cruzó en mi
vida. ¡Por las seis bestias de la escila! ¡Lobo!
Una enorme y
peluda loba negra de ojos rojos se adueñó del cuerpo fantasmagórico de la
monstruosa Ibara. El león comenzó con una estrategia obvia: lanzó rayos
selladores por la boca. Ibara pisó el suelo, provocando un seísmo que desequilibró
al león, dándole la oportunidad para correr hacia él y placarlo. Tras esto,
intentó hundir sus zarpas en el lomo de su enemiga, pero ésta respondió también
con zarpazos y pronto se vieron inmersas en un forcejeo de golpes y mordiscos
tras el cual acabaron llenas de arañazos y mordeduras.
Eres una puta, ¿lo
sabías?-dijo Ibara entre aullidos.
Tú no te quedas
atrás…-respondió Ikaruga.
Ambas se pusieron
de acuerdo de manera remota: iban a luchar como mujeres. Saltaron la una hacia
la otra, convirtiéndose en híbridos. La sensual licantropía de Ibara, que se
había convertido en una bella y atractiva mujer lobo llena de curvas y pelo
negro, frente a la no menos atractiva Ikaruga, cuyo pelaje dorado cubría su
bien formado cuerpo y contrastaba con su melena de macho, que rodeaba su cara,
ahora humana, y desprendía un intenso color verde.
Arañazos,
patadas, puñetazos…ambas bestias se golpearon hasta la saciedad hasta que
Ikaruga, harta de forcejear y deseando matar a Ibara, desplegó unas garras
largas como espadas con las que empezó a cortar a su enemiga con presteza.
¡AAAAAAAARGH!-gritó
Ibara mientras intentaba librarse.
Dejó emanar una
descarga eléctrica de su cuerpo, consiguiendo apartar a Ikaruga. Acto seguido,
utilizó el poder del sonido para desequilibrarla con un poderoso aullido…y entonces
lanzó el golpe de gracia: convirtió sus garras en estoques que estaban rodeados
por unas peligrosas cortinas de viento cortante, se lanzó corriendo hacia su
enemiga…y atravesó su pecho, generando una onda expansiva de cortes que la
cubrió de sangre por completo. Hizo que el viento arrastrara potentes toxinas,
obligando a Ikaruga a volver a su forma humana demacrada, magullada, ensangrentada
y con la ropa destrozada.
No…-dijo entre
llantos mientras se hincaba de rodillas.
Notó algo
doloroso: el pie de Ibara. Se había convertido en humana también, y le estaba
pisando la mano con fuerza. También estaba llena de heridas y sangre, y se
hallaba prácticamente desnuda.
Podría violarte…-dijo
Ibara-…pero no te mereces ese honor. Muérete de una puta vez…no tienes nada que
hacer.
Tú tampoco…-dijo
Ikaruga-…te he herido de gravedad…
Sí, pero no me
has atravesado el pecho.-dijo Ibara-Yo a ti sí.
Ikaruga apartó el
pie de Ibara de un manotazo. Se levantó a duras penas y apretó sus puños.
Aunque Shiroi me
mate después de que acabe contigo…-murmuró-…prefiero eso a ser asesinada por
ti, Ibara…
Lo
lamento.-respondió Ibara-Por mucho que me guste la idea de verte muerta, no
puedo negar que me haría ilusión ser yo quien lo haga en lugar de un tercero.
Je…-rió Ikaruga-…en
el fondo me tienes cierta estima, ¿verdad? Soy…o, mejor dicho…he sido…tu rival…
¿Rival?-preguntó
Ibara-Has sido un coñazo de tía, un incordio, un estorbo, una lacra. Nunca te
he considerado mi rival…
Eres como eres…-dijo
Ikaruga entre lágrimas-…pero todo esto ha venido porque a las dos nos gusta
Itami…no obstante, he visto cómo has hecho amigos ahí fuera…desde los que te
salvaron de Shiroi hasta los que llegaron después…
¿Qué coño me
estás contando?-Ibara alzó la voz.
Dime, Ibara…-siguió
Ikaruga haciendo caso omiso de la otra chica-…si no nos hubiéramos enfrentado
por Itami… ¿tú y yo…podríamos haber sido… amigas?
¿AMIGAS?-bramó
Ibara-¿QUÉ COJONES ES ESO? ¿SE COME? ¡ENTÉRATE, CEREBRO DE MOSQUITO: YO NO
TENGO NINGUNA AMIGA!
Sin
contemplaciones, lanzó a Ikaruga fuera de la pasarela de una patada. No gritó…ni
siquiera dijo unas últimas palabras: sólo se clavó profundamente en las
estacas, desangrándose y muriendo agujereada.
¡Por fin!-exclamó
Ibara, dejándose caer en el suelo-Necesito hacerme unos dedos…
Ibara comenzó a
aflojar su ropa interior.