COALESCENCE
†
WORLDS
COLLIDE II †
Episodio XXI · LLAMAS
Yurika
estaba encorvada y acuclillada, en una pose parecida a la de una rana con las
ancas dobladas a punto de saltar. Miraba a sus enemigos con una expresión
furiosa.
Lo
único que siento es que tengáis que ver tanta magia sin que la entendáis una
vez tras otra.-dijo Freya dirigiéndose a Nikola y a Dalton-Me hubiera gustado
tener más tiempo para ayudaros al respecto, pero las circunstancias no dan para
más…Yurika puede entrar en armonía con las almas de criaturas mágicas, como ya
he dicho. Imaginaos que vuestros uniformes de artes cíbridas son antiguos seres
vivos que, una vez acabados sus ciclos vitales, reaccionan ajustándose a
vuestros cuerpos…
Ya…-dijo
Dalton-…y, ¿crees que va a poder con esos dos siendo la única que no está
sellada?
No, no
lo creo.-afirmó Freya-Lo sé. ¡Yurika! ¿Puedes oírme? Respóndeme si me percibes
con claridad: te aseguro que tu fusión de almas no te quita la capacidad de
hablar.
S…sí…-tartamudeó
Yurika-… ¡puedo oírte!
La voz
de Yurika retumbaba y tenía eco.
Podría
decirte que intentes moverte y controlar tu cuerpo, que no pasa nada, que
sigues siendo dueña de ti misma, que sólo tienes que luchar como siempre, pero
no soy una profesora de autoescuela, así que…-dijo Freya-… ¡REVIÉNTALOS!
¡HWOAAAAAAAAAAAAARGH!-gritó
Yurika mientras saltaba hacia Ayame e Ikaruga. A Freya le recordó a la vez que
tuvo que luchar contra Metallurgy, al primer ataque que ésta lanzó.
Ayame
lanzó un zarpazo con su enorme pinza derecha, pero Yurika lanzó una patada para
interceptarlo que liberó llamas al impacto. Al caer al suelo, comenzó a lanzar
patadas cada vez más fuertes y rápidas, quemando el exoesqueleto del mántido.
Ikaruga se lanzó galopando hacia ella por la espalda y, como si la hubiera
visto desde detrás, Yurika saltó, giró sobre sí misma con las piernas abiertas
como si fuera una hélice y liberó un aro de fuego que barrió a ambos monstruos.
¡Esta
fresca se está interponiendo en nuestro camino!-exclamó Ikaruga-¡Vete a paseo!
Yurika
se giró hacia Ikaruga y le estampó un pie en la cara, que ahora estaba mucho
más alta porque en su forma de quimera era notablemente más grande.
¿Te
parece fresco esto?-preguntó Yurika mientras el fuego de su cuerpo se extendía
por el pelaje de Ikaruga.
¡ARGH!-chilló
Ikaruga mientras su cabeza de dragón aspiraba las llamas-¡Maldita seas!
Ayame
saltó hacia la chica y lanzó una patada voladora. Yurika se giró hacia él, le
apuntó con la palma de la mano y le lanzó un sorprendentemente grande chorro de
fuego, propulsándolo de nuevo hacia los cielos y obligándolo a caer en picado.
No ha
sido la primera vez en la historia de la humanidad que se han combatido plagas
de insectos con fuego.-dijo Freya con satisfacción-¡Vamos, Yurika, lo estás
haciendo muy bien!
¿No
podemos hacer nada para ayudarle?-preguntó Metallurgy.
¿Te
parece poca ayuda el haberle permitido descubrir que es capaz de fusionarse con
las almas de los monstruos?-preguntó Freya.
¿A qué
te refieres?-preguntó de nuevo Metallurgy.
¿De
verdad crees que Ikaruga me ha sellado?-preguntó Freya con sorna-¿En serio
piensas que ese sello tan ridículo va a afectarme? Lo que más me ha dolido ha
sido el tener que contenerme para no reírme. He ocultado mi aura mágica ante su
percepción para que se crea que estoy sellada, pero… ¡no lo estoy! El problema
venía con que, si esa quimera tocapelotas no me sellaba, Yurika estaría
tranquila y no habría dejado que el poder fluyese…haciendo esta pequeña
pantomima, se ha pensado que es nuestra única esperanza y, por tanto, se ha
decidido finalmente a fusionarse pese al miedo que yo sabía que ella tenía.
Nada se libra de la telaraña de mis estrategias. Tal vez le siente mal, tal vez
crea que la he engañado, que he jugado con ella…pero, estratégica y moralmente,
lo he visto como la mejor manera de ayudar a su desarrollo…este nuevo poder le
permitirá ampliar sus fronteras enormemente y sé que me lo agradecerá.
No
dejas de sorprendernos…-Metallurgy sonrió, sintiéndose más segura tras las
palabras de Freya.
Un
fortísimo golpe les hizo volver la vista de nuevo al combate. Yurika fue
lanzada por los aires de un manotazo por Ikaruga. En el aire, Ayame la
interceptó y comenzó a lanzarle golpes. La chica se defendió encendiendo su
cuerpo y obligando al mántido a alejarse. Al caer al suelo, Yurika lo incendió,
propagando un abanico de fuego que amenazaba a los pies de los dos monstruos.
Atrapados en las llamas, no pudieron huir de la veloz Yurika, que saltó hacia
ellos y, abriéndose de piernas ciento ochenta grados, les pateó la garganta y
los arrolló hasta hundirlos en el fuego que regaba el suelo.
¡RAAAAAAAAAAAAAAAAGH!-gritó
Yurika.
Dos
rocas enormes se fraguaron en sus brazos. Comenzaron a agrietarse y a fundirse.
Dio un puñetazo enorme en el suelo, reventando la roca en una explosión de
fuego que abatió a las dos criaturas y las dejó tendidas en el suelo.
¡De
puta madre!-exclamó Freya apretando el puño, contenta-¡Vamos, Yurika,
remátalos!
Me da
que no.-Aquanika sonrió de manera burlona.
Poco a
poco, Yurika volvió a su forma normal e hizo ademán de caer redonda al suelo.
Metallurgy saltó y la agarró entre sus brazos para evitar que se cayera.
Ha
perdido el conocimiento.-informó mientras se la cargaba al hombro.
Es
normal.-dijo Freya-La primera vez que uno se fusiona, suele ser demasiado para
su cuerpo. La segunda, como es el caso, también, y más si la primera duró lo
poco que duró. Lo ha hecho muy bien y mejorará mucho. ¡Es nuestro turno!
Freya
chasqueó los dedos, sembrando sonrisas en todo el grupo.
Adiós
al sello.-sonrió Freya-Me imagino que Ibara e Itami querrán tener unas palabras
con sus antiguos compañeros de clase…
Sin que
nadie tuviera tiempo de decir nada, una gigantesca escila blanca salió volando
hacia la magullada pareja. La acompañaba un vampiro alado muy poco vestido.
¡Vamos,
Ikaruga!-exclamó Ayame incorporándose-¡Tenemos que ser fuertes! ¡HAAAAAH!
El
brazo derecho de Ayame se hizo gigante. La pinza cayó sobre Ibara e Itami como
si fuera un péndulo cortante. Sin inmutarse, Ibara apartó a Itami con un leve
empujón e interceptó el golpe: la pinza la atravesó limpiamente como si no
estuviera ahí.
Ventajas
de ser un fantasma.-dijo Ibara-El mestizaje sinérgico de los monstruos es genial,
¿no crees, pringado? Tu poder de agrandar y empequeñecer las cosas será genial,
incluso si lo utilizas en tu cuerpo para ser más destructivo, pero…no puedes
herir lo que no puedes tocar.
¡No
vuelvas a intentar tocarla, mamón!-le espetó Itami mientras le lanzaba un golpe
con un ala.
Ayame
se enzarzó en un violento intercambio de golpes con su vampírico oponente.
Paralelamente, Ibara lanzó su gigantesca garra hacia Ikaruga, quien se puso
sobre las patas traseras y lanzó una de sus zarpas de león contra la garra que
la amenazaba.
Veamos
quién tiene más fuerza de las dos…-rugió Ikaruga.
Yo,
claramente.-se jactó Ibara.
¡Aún no
sabes todo lo que he mejorado desde que no nos hemos visto!-gruñó
Ikaruga-¡Prepárate para saber lo que es una PATADA! ¡Por las cuatro bestias de
la quimera! ¡CABRA!
Ikaruga
se transformó: de cintura para arriba era tan humana como de costumbre,
cubierta sólo por un pequeño corsé marrón y brazaletes a juego. De cintura para
abajo tenía las patas de una cabra, fuertes, largas y recubiertas de pelo
blanco. Cuernos en la cabeza. Se había convertido en una mujer fauno.
Muy
bonito.-dijo Ibara encogiéndose de hombros-¡Veo que quieres que te vuelva a
enseñar lo que son las seis bestias de la escila! ¡MURCIÉLAGO!
Ibara
se convirtió en la voluptuosa mujer que normalmente era, pero vestida sólo con
pequeñas tiras de neopreno que rodeaban puntos estratégicos de su cuerpo como
cables. Botas altas negras de tacón. Garras en las manos. Alas en la espalda y
un par pequeño en la cabeza. Un par de característicos cuernos. Se había
convertido en una súcubo.
¡Ya
somos la pareja perfecta!-exclamó Itami mientras lanzaba varias trampas
mortales contra Ayame.
El
mántido saltó y pateó al íncubo-vampiro en la cabeza.
¡No has
visto aún la potestad de un mántido!-exclamó Ayame-¡MANTIS RELIGIOSA!
Ayame
se convirtió en una gigantesca mantis religiosa verde blindada. Comenzó a
atacar a Itami, que parecía apenas un punto en comparación.
Cuanto
más grande seas…-dijo Itami mientras acariciaba la afilada y ponzoñosa punta de
su pene endurecido y transformado-…más fácilmente te tragarás mis cepos.
Al dar
un paso, Ayame se vio atrapado por varios cepos que fijaron sus patas al suelo
dolorosamente. Paralelamente, Ikaruga saltaba con una agilidad y una fuerza
tremendas mientras lanzaba coces y patadas que Ibara esquivaba con habilidad.
Sabes
hacerlo mejor.-dijo Ibara mientras distorsionaba la gravedad alrededor de
Ikaruga para que no saltase-O…tal vez no…ni lo sé ni me importa.
¡No te
creas que estoy acabada!-exclamó Ikaruga-¡Toma esto!
Lanzó
un rayo de luz blanca semitransparente por una mano.
Ah, es
cierto…-dijo Ibara con un deje de aburrimiento-…tu rayo sellador puede
atravesar hechizos…bueno, habrás roto mi campo gravitatorio, pero no vas a
sellarme otra vez.
Con un
sensual aleteo, Ibara esquivó el rayo y lanzó una patada voladora que le acertó
entre las clavículas.
¡No hay
nadie más zorra que yo!-exclamó Ibara mientras lanzaba dolorosos arañazos
contra Ikaruga-¡Y menos en esta forma! ¡Has desafiado a la tía equivocada! Tu
orgullo se ha ganado el subsuelo conmigo, “mona”.
Obstinada,
Ikaruga le dio un rodillazo a Ibara y se la quitó de encima a patadas. Corrió
hacia ella con objeto de lanzar una patada doble, pero Ibara lanzó una fuerte
corriente de viento que la expulsó lo necesario como para preparar un nuevo
hechizo: hizo que un montón de ondas sonoras estallasen alrededor de su
oponente, desestabilizándola y causándole dolor. Su transformación fue
revirtiéndose poco a poco.
¡NO!-exclamó
Ikaruga mientras se tapaba los oídos-¡NOOOO! ¡Por las…cuatro…bestias de la
quimera! ¡SERPIENTE!
Serpenteando
con la velocidad de un rayo, Ikaruga se libró del campo sonoro. Quedó agazapada
en el suelo, pero pronto se alzó: humana de cintura para arriba, con piel
grisácea y los pechos cubiertos por escamas de color negro. Hacia abajo, una
larguísima cola de serpiente de negras escamas. Ojos brillantes y una melena
formada por larguísimas y amenazadoras serpientes de colores que caían lacias
por sus hombros y su pecho.
¡Vaya!-exclamó
Ibara-¡Una gorgona! Vamos a hacer el friki un rato, ¿te parece? ¡Fuego con
fuego! ¡En honor a las seis bestias de la escila! ¡SERPIENTE!
Ibara
se convirtió en otra mujer serpiente, pero bastante diferente. Su piel no había
cambiado de color, y llevaba los pechos cubiertos por escamas irisadas. Su
larguísima cola era verde. No tenía serpientes en la cabeza, sino su largo y
hermoso cabello.
¿¡Eres
una lamia!?-siseó Ikaruga-¡Está bien, luchemos con los colmillos!
Ibara
reptó, viendo que el suelo a su paso se petrificaba.
No soy
gilipollas: no voy a mirarte a los ojos.-dijo Ibara.
Con su
poder de los elementos, se creó una espada de hielo en una mano y otra de roca
en la otra mano. Comenzó a lanzar mandobles y combinaciones hacia su oponente,
que se defendía con puñetazos y movimientos esquivos. Aprovechando que su rayo
sellador atravesaba hechizos, comenzó a romper las espadas de Ibara, pero de
poco le sirvió: madera, metal, hojas, pétalos, minerales, raíces…hacía espadas
de cualquier material natural. Cuando por fin hubieron forcejado un buen rato,
comenzaron a intercambiar arañazos y latigazos con sus colas. Las serpientes de
la melena de Ikaruga se alargaron y comenzaron a acosar a Ibara, pero ésta se
las quitó de encima con un pulso electromagnético potente tras el cual tensó la
cola y estranguló a su oponente con ella.
¡Te
tengo, puta!-exclamó Ibara con una sonrisa.
Mientras
tanto, Itami lidiaba con aquella mantis religiosa gigante…sus péndulos
cortantes, sus lanzas ocultas y demás trampas e instrumentos de tortura eran
efectivos, pero la mantis era demasiado grande y fuerte.
¿Te sientes
pequeño, Itami?-preguntó Ayame envalentonado.
¡Mira
lo pequeño que es ESTO!-exclamó el vampiro.
Su pene
puntiagudo se agrandó y alargó enormemente hasta atravesar el pecho de su
enemigo.
Agh…-boqueó
Ayame.
El pene
de Itami volvió a ser el pincho de siempre, pero sólo unos segundos, los que
tardó en convertirse en un pene de aspecto más humano, de color grisáceo. Con
él, no tardó en manifestar una poderosa erección que le permitió disparar
ponzoñosos chorros de semen que comenzaron a hacer que el tamaño de la mantis
disminuyese hasta convertirse en el hombre que habían visto llegar: el propio
Ayame, en su forma humana, vencido.
Infierno,
ya lo tengo.-dijo Itami mientras descendía de los cielos y agarraba a Ayame del
cuello-¿Le hago una irrumación o no se merece ese honor?
¡Espera
un momento, querido!-exclamó Ibara, gritando para que se la oyera bien entre
los fuertes golpes.
Los
latigazos llenos de sorna, odio y furia que le estaba dando a Ikaruga por todo
el cuerpo con su kilométrica cola resonaban como cañonazos.
¡CAE,
PUTA!-gritó Ibara.
Alrededor
de su cola se generó una espiral de fuego, viento, electricidad, toxinas,
repulsión magnética y aumento de campo gravitatorio. El coletazo que le dio la
devolvió de golpe a su forma humana y la hizo volar por los aires hasta caer de
cabeza contra el suelo.
No, no
le hagas una irrumación, no se lo merece.-dijo Ibara-Mátalo.
Ibara
volvió a su forma humana y se acercó a Ikaruga con una escopeta recortada en la
mano. Itami hizo lo propio y sacó de su ropa una gumía muy afilada que le puso
en el cuello al chico al que había derrotado.
La
tierra comenzó a temblar. Se desquebrajó y dejó salir dos enormes tentáculos de
aspecto vegetal, como lianas mutantes, que agarraron a Ayame y a Ikaruga y los
alejaron de la vista del grupo, volviendo posteriormente a enterrarse.
¿Qué ha
sido eso?-preguntó Yamiyuki.
Viene
alguien…-dijo Freya.
En el
escenario apareció una mujer muy, muy alta vestida totalmente de blanco,
recordando a una novia. Era rubia, tenía el pelo largo y recogido en un moño y
llevaba los labios pintados de rojo. Detrás de ella asomaba un niño de cabello
verde y ojos rosados.
¡Eh!-exclamó
Ibara-¡Es esa tía que vimos por la ventana hace tiempo!
¡Y el
niño que nos vio follando en tu casa!-reparó Itami.
Es
mucho más que eso.-dijo Freya.
¿A qué
te refieres?-preguntó Itami.
He
visto las grabaciones.-dijo Freya-Es el niño que atacó a Yurika en la
biblioteca.
Como
todos se esperaban, Freya se adelantó unos pasos y les plantó cara.
¿Quiénes
sois y qué queréis?-preguntó valientemente.
De
momento, nada.-dijo la mujer, que tenía un marcado acento francés-Nos los
queríamos llevar a ellos y eso hemos hecho. ¡Volveremos a vernos! Y… ¡no os
gustará!
Desaparecieron
mágicamente.
Conozco
a esa mujer…-dijo Nikola-…es decir, nunca he tenido relación con ella, pero…sé
quién es.
Yo
también…-dijo Dalton con cierta reticencia-…todos los que nos dedicamos a la
ciencia de hoy lo sabemos…qué infame…
Sabía yo que Freya no podía ser sellada, es demasiado poderosa y lista. Me va gustando cada vez más la relación de Itami y mi muy adorada Ibara *_*
ResponderEliminarSe va poniendo interesante!
¡Bien! ¡Me alegro mucho! ¡Por fin Itami va a dejar de ser un incomprendido! Me alegro de que te esté gustando tanto, es todo un placer ^^
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