TAIMANIN
YAMIYUKI
Episodio 86: La explosión del fénix azul
Por efecto de la sobredosis de
DMMA, Layla estaba transformándose en un ente demoníaco. Unas enormes alas de
fuego azul se estaban formando en su espalda. En la zona baja de su espalda,
justo encima de los glúteos, se le estaba formando una cola de ave muy larga y
ramificada, también esculpida en trémulo y voraz fuego azul. Su piel se estaba
oscureciendo, tomando un color bastante típico en las pieles de los Mazoku
humanoides: no tenía un tono moreno como muchos humanos por su genética, por su
estilo de vida o por combinación de ambas. Tenía un tono oscuro con un deje
ocre que no se asemejaba al de ningún grupo étnico humano pero que tampoco
parecía totalmente inhumano ni antinatural. Sus ojos, que habían sido toda su
vida de un color peltre azulado, claro, cristalino y penetrante, habían
adquirido una coloración violeta y amarilla que sí le confería un aspecto
inhumano. Cuando las alas y la cola se le terminaron de formar, todos vieron
que se trataban de las réplicas de la anatomía de un ave fénix. Su larga
cabellera ondeaba salvajemente, empujada por su propia energía. Lo único que
salió de su boca fue un alarido de dolor e ira.
¡Se está volviendo loca!-exclamó
Yamiyuki-¡Esto va a ser peligroso!
¡Os mataré!-gritó Layla con la voz
distorsionada-¡Acabaré con todos vosotros! Taimanin, Mazoku… me da igual.
¡Todos sois mis enemigos! ¡No tendré piedad!
Instintivamente, la militar
transformada batió sus recién formadas alas. Una brisa de fuego azul arreció en
dirección al grupo de los Taimanin.
¡Cuidado!-exclamó Kongqe-¡Apartaos
del fuego!
No será necesario.-respondió
Yamiyuki-Observa en lo que nos hemos convertido, Kongqe. Míralos.
Ninpô – Hyôton no Jutsu!-exclamó
Shirubei.
(¡Arte ninja del hielo!)
Ninpô – Dôton no Jutsu!-se sumó
Rito.
(¡Arte ninja de la tierra!)
Shirubei y Rito saltaron hacia el
fuego mientras Yamiyuki los señalaba con el mentón para dirigir la atención de
Kongqe. Juntos, conjuraron sus técnicas especiales para crear un enorme muro de
hielo y rocas que paró la llamarada.
¡Increíble!-los elogió Kongqe-¡Os
habéis hecho increíblemente fuertes!
¡Eso no es nada!-chilló la sargento-¡NADA!
Lanzó un nuevo ataque de fuego,
esta vez una enorme bola azul que amenazaba con caer de manera devastadora
sobre los Taimanin. Seika y Veena se adelantaron a sus compañeros y conjuraron
juntas sendas técnicas especiales.
Ninpô – Kinton no Jutsu!-exclamó
Seika.
(¡Arte ninja de los metales!)
Ninpô – Sumi no Jutsu!-la respaldó
Veena.
(¡Arte ninja de la tinta!)
Una enorme muralla metálica se
alzó entre el fuego y los Taimanin. Una fina pero especialmente dura capa de
tinta negra la recubrió, dándole un toque ennegrecido elegante y altamente
defensivo. La bola de fuego explotó contra aquella protección doble, salvando a
todos del peligro.
¡MOCOSOS MOLESTOS!-gritó
Layla-¡ACABARÉ CON TODOS Y CADA UNO DE VOSOTROS!
No, no lo harás.-respondió
Kuroageha avanzando hacia ella-Voy a terminar lo que me he dejado a medio
antes.
¡No podrás vencer el poder de este
fuego azul!-gritó la soldado-¡HAAAAAAAAAAAH!
Lanzó una patada al aire,
liberando, a través de su pie, un enorme chorro de fuego demoníaco. Kuroageha
se protegió liberando con su flauta un chorro de ondas sonoras que logró
extinguirlo.
¡Es demasiado peligroso, Zhao
Heiyangyu!-exclamó Kongqe preocupado.
Llevo pegándome con esta zorra
desde antes de que volvieras.-insistió la Taimanin-Es mi cometido acabar con
ella.
Aún recuerdo lo que te hizo la
otra vez…-susurró el prometido de ella-…y tengo miedo.
No te voy a culpar por tener
miedo, y siento haberte preocupado, pero quiero que confíes en mí.-respondió la
joven-Tampoco pretendo acusarte de desconfiado, pero te quiero y deseo curar tu
miedo. Sustitúyelo por confianza y apoyo, y ten por seguro que no perderé bajo
ningún concepto. Incluso volveré de entre los muertos si hace falta para
reencontrarme contigo. Nada volverá a separarnos, ¿de acuerdo?
De acuerdo.-respondió Kongqe-Y,
como de costumbre en estos casos, prohibido ayudarte, ¿verdad?
Verdad.-respondió Kuroageha, tras
lo cual se volvió hacia sus compañeros-¡Que nadie toque a esta zorra! ¡Es mía!
¡A LA ORDEN, CAPITANA!-gritaron a
coro Kongqe, Seika, Shiena y Veena.
Tuya es.-añadió
Yamiyuki-Reviéntala. Quédate a gusto, Kuroageha. Logra tu meta.
Los seis miembros del equipo
Yamiyuki levantaron sus pulgares y sonrieron en señal de apoyo.
Respaldada por todos sus
compañeros, Kuroageha corrió hacia Layla, quien, con su nueva forma, no tardó
en contraatacar. Se enzarzaron en un peligroso y frenético intercambio de
golpes en el que pronto salieron a relucir llamaradas azules, chorros de
toxinas, ondas sonoras y cuchillos voladores.
¿Vienes a por más, maldita
Taimanin?-preguntó Layla totalmente fuera de sí-¡Echas de menos un cuchillo mío
en tu vientre! ¡Masoquista!
Voy a cerrarte la boca, maldito
demonio.-respondió Kuroageha-Estás más que jodida.
¡Ya lo veremos!-gritó la
sargento-¡HWOAAAAAAAAAAH!
Lanzó un cuchillo al aire.
Espontáneamente, estalló en llamas azules. Al caer a la altura de su pierna
derecha, que estaba elevada, lo pateó. Mágicamente, el cuchillo se multiplicó
por ocho, convirtiéndose en un dirigido y peligroso enjambre de proyectiles
llameantes y penetrantes.
¡Ni se os ocurra
intervenir!-advirtió Kuroageha al entrever por el rabillo del ojo que algunos
de los miembros de su equipo apretaban los puños-¡Ésta es mi batalla! ¡Ella es
mi enemiga y voy a darle muerte!
Kuroageha saltó por encima de los
cuchillos y rodó haciéndose un ovillo en el aire para caer encima de Layla sin
darse cuenta de que el fuego demoníaco hizo que los cuchillos la persiguieran.
Al terminar de rodar, atrapó el cuello de su enemiga con sus piernas y se
dispuso a crujírselo mortalmente, pero sintió la velocidad y el calor de las
armas que iban a caer sobre ella, por lo cual decidió saltar de encima de la
militar, dejando que los cuchillos cayeran sobre su dueña, quien los fundió
bloqueándolos con sus alas de fuego, anulando el ataque.
Ha estado cerca.-susurró la
Taimanin-¡YAAAAH!
La joven lanzó una potente patada
circular contra su enemiga, pero ésta la paró con otra patada, tras lo cual
lanzó otro golpe con la otra pierna, alejándola por el impacto.
¡RAAAAAAAAAAGHHHHHH!-gruñó Layla.
Lanzó una patada al aire,
liberando una enorme llamarada azul a través de su pie. Kuroageha se ladeó a
tiempo, viendo pasar el chorro cerca de ella y entendiendo el peligro del que
se había salvado. Acto seguido, agarró su cerbatana y disparó una sarta de
dardos envenenados.
Je…-se sonrió la sargento.
Golpeó los dardos con su cola de
fuego, haciéndolos cenizas. Tras ello, alzó el vuelo, tensó sus alas y se lanzó
a ras de suelo a por su contendiente. Al llegar a sus inmediaciones, hizo una
pirueta para dejar sus pies apuntando al cuerpo de Kuroageha, preparándose para
una patada voladora envuelta en llamas. La Taimanin saltó hacia ella,
esquivando el fuego de sus pies como un tigre circense saltando a través de un
aro incendiado. Cuando estuvo justo encima de ella, empujó sus costillas hacia
abajo con las palmas de ambas manos, apoyándole la espalda en el suelo para
tratar de someterla.
Eres muy atrevida.-siseó Layla-Si
juegas con fuego… ¡TE PUEDES QUEMAR!
La militar dejó salir una onda de
fuego de su cuerpo. Kuroageha saltó impulsándose en el abdomen de su enemiga
como si de una cama elástica se tratara, clavándole los tacones en el acto.
Aquella onda de fuego se extendió a ras de suelo, lejos de la Taimanin, que se
preparó para caer en un peligroso vuelo: desplegó la cola de su vestido, que se
volvió a tensar con la forma de sus alas de mariposa, aprovechando la
estabilidad en el aire que ello le brindaba para dejar caer una lluvia de
líquidos corrosivos y venenosos mezclados. Layla los bloqueó tocándolos con las
alas y con la cola, provocando su evaporación.
¡LERDA!-gritó Kuroageha-¡Toma
esto! Ninpô – Ototon no Jutsu!
(¡Arte ninja del sonido!)
Con la flauta, Kuroageha creó una
bola de energía sonora que empujó con la palma de la mano que tenía libre
contra los vapores, generando una explosión de sonido que distorsionó el aire,
moviendo los gases en un patrón tal que rodearon a Layla como si de una nube se
tratasen.
¡GRRRRRRRRRRRRAAAAAAAAGHHHHHH!-chilló
la soldado.
Su piel estaba humeando y
quemándose. Si bien sus alas y su cola seguían intactas, su cuerpo, por mucho
que hubiera cambiado el tono de su piel y su resistencia, seguía siendo
susceptible a la corrosión y a las infecciones.
¡Qué combate tan
espectacular!-comentó la doctora Kuritöö.
Y qué traición tan descarada.-respondió
Yamiyuki.
¡Arpía!-añadió Seika.
¡ZORRA!-gritaron Veena y Shiena a
coro.
Eso también podría decirlo
yo.-respondió la científica encogiéndose de hombros-Yellow Peacock nos ha
traicionado.
Yellow Peacock nunca ha
existido.-terció Kongqe-No os he traicionado porque nunca he sido uno de los
vuestros. No desmerezcáis mi labor para con los Taimanin, mi verdadera, única y
auténtica facción, por el hecho de haber sido incautos e ingenuos. Vosotros
acabáis de volveros contra gente que confiaba en vosotros y os ayudaba en
vuestro trabajo. ¡Acabas de sentenciar a muerte a quien se suponía que era tu amiga!
¿Amiga?-preguntó Kuritöö entre
risotadas-No me hagas reír. Nunca he tenido de eso. Valiente pérdida de tiempo…
no sé cómo os podéis tragar esas mierdas los humanos. Layla Phoenix ha sido, es
y será un peón más en mi jugada maestra. Esto es la guerra y yo soy una
estratega militar: interprétalo así. Además, ¿quién la ha sentenciado a muerte
realmente? Tu querida Kuroageha ha sido quien la ha envenenado. Si no le
hubiera pinchado el medio litro de DMMA, habría muerto de todas formas.
¿¡Medio litro!?-intervino Inuhito,
cuya mentalidad de químico estaba activándose-¡Estás loca de atar! ¡Vas a
provocar una explosión a gran escala con el cuerpo de la sargento!
¡Lo dices como si no lo hubiera
planeado y calculado de esta manera!-le espetó la científica entre pérfidas
risas-El cuerpo de Layla Phoenix es ahora un sistema inestable realimentado
positivamente. Teniendo en cuenta la naturaleza de la energía que se está
produciendo y utilizando en él, está claro que la única opción que los
principios de la Termodinámica nos dejan es QUE EXPLOTE TARDE O TEMPRANO.
¿Realimentado
positivamente?-Inuhito no daba crédito a lo que estaba escuchando-¿Qué clase de
droga es ese DMMA?
Me he dedicado a reformularla.-se
jactó la doctora-Mi especialidad son las drogas que confieren poder. No hay
nada que no pueda hacer con ellas. Si viviera, mi hijo estaría formando parte
de mi equipo de investigación. Él era experto en drogas capaces de conferir
poder… ahí abajo… pero ya ha dejado de ser en todos los términos, ¡pues tú me
lo arrebataste!
¡Después de que tú me quitaras a
toda mi familia, grandísima hija de puta!-le espetó Inuhito-¡Tómatelo como el
inicio de mi venganza! ¡Esto es sólo el principio!
¡No me retes, cabrón!-Kuritöö se
mostró impositiva-Tienes suerte de que hoy nos toque torturar a estos soldados
de mierda y no a ti.
¿Qué?-soltó Shirubei, quien no
pudo callarse más.
Personas de usar y
tirar.-respondió la científica-Como las cáscaras de las naranjas que has
terminado de exprimir. No son más que basura y, por tanto, los tiraremos al
vertedero. Que se los follen los orcos, que se los coman las bestias o que les
hagan lo que quieran. Nos los llevamos a nuestras instalaciones a poner fin a
sus vidas.
Los soldados se mostraron
aterrados. Los demonios que los agarraban comenzaron a sujetarlos con más
fuerza.
Es el momento de luchar por
nuestros enemigos.-susurró Yamiyuki-Si nos hacemos con los soldados, la ventaja
estratégica será nuestra.
Se volverán en contra de los
Mazoku sin dudarlo, sí.-asintió Hagane, también entre susurros.
Y lo que es más importante:-añadió
Yamiyuki-Te van a comer la polla, Shirubei. Enterita. Y no van a dejar ni una
gota.
Shirubei sonrió sádicamente. La
sagacidad empezó a brillar en sus melosos ojos.
Ya entiendo lo que quieres decir,
tío.-respondió Shirubei-Creo que es buena jugada.
Tenemos que sacar a los soldados
de entre los brazos de los demonios, ¿no?-intervino Rito-No será difícil,
supongo.
Sólo hay que derrotar a los que
los están agarrando.-añadió Aoi-Y parecen demonios menores… nada a lo que no
nos hayamos enfrentado antes.
¿Qué estáis cuchicheando?-inquirió
Kuritöö alzando la voz.
Un fuerte estallido interrumpió la
conversación. Volvieron a fijarse en el combate entre Kuroageha y Layla: las
dos mujeres estaban en el aire, una gracias a sus alas de fuego y la otra
gracias a sus alas de tela. Intercambiaban golpes y se lanzaban proyectiles
constantemente. En medio de un forcejeo, la sargento creó una enorme bola de
fuego demoníaco y la pateó contra la Taimanin, quien cerró sus alas para caer
en picado, alejándose de la trayectoria de la bola y apoyándose en un balcón
del edificio más cercano para saltar de nuevo hacia su enemiga, desplegando sus
alas de nuevo.
¡TE MATARÉ DE UNA VEZ POR
TODAS!-chilló la soldado, quien ya no podía controlar su voz correctamente,
presa del dolor y las drogas-¡ARDEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!
Batiendo sus alas, la mujer
transformada lanzó una masa ígnea contra su contendiente, que se envolvió en
una burbuja de ácido para traspasar el fuego y golpear como una bala de cañón a
gran velocidad. Layla, que ya tenía bastantes heridas fruto del ácido, recibió
el impacto de lleno. Su abdomen, que ya se veía porque la ropa se le había
roto, presentaba gran cantidad de comeduras y heridas. Por su parte, a Kuroageha le empezaba a pesar
aquel combate: había recibido algunas cuchilladas, aunque el fuego azul
cauterizaba las heridas conforme eran trazadas. Pensó que le iba a costar
regenerar su piel, pero probablemente sería un tratamiento más estético que
médico, así que insistió en el combate. Llena de quemaduras y con algunas
roturas en el uniforme, la Taimanin roció las heridas de su oponente con
veneno.
¡NO SIENTO TU VENENO!-gritó
Layla-¡SOY INMUNE POR EL DMMA! ¡ESTO ES PODER!
Lanzó una gran sarta de patadas al
aire, acompañando todas ellas con peligrosos chorros de fuego en múltiples
trayectorias. Atrapada en medio de aquella encrucijada de caminos ardientes,
Kuroageha se precipitó verticalmente al vacío tras recibir los duros impactos
de los chorros de llamas demoníacas.
¡HEIYANGYU!-gritó
Kongqe-¡NOOOOOOOOOOOOOOO!
Al oír la voz de su prometido, la
Taimanin espabiló y empujó hacia arriba la cola de su vestido, volviendo a
acolcharse en sus preciosas alas de mariposa, que le permitieron planear para
amortiguar la caída.
Has durado demasiado y te dije que
te mataría.-sentenció Kuroageha-No puedo permitirte que sigas adelante. Déjame
decirte que una mujer que intenta hundir a otra… ¡jamás será una mujer! Y, por
tanto, prefiero hacerte el favor de erradicar tu existencia para que no tengas
que llorar por la mujer que nunca has sido. ¡Rata demoníaca, ESFÚMATE! Ninpô –
Dokuton no Jutsu! Hissatsu! Hebigami no Hanketsu!
(¡Arte ninja del veneno! ¡Técnica exterminadora! ¡Juicio del Dios
Serpiente!)
Durante unos segundos, Kuroageha
se quedó paralizada en el aire, ingrávida. En su espalda comenzaron a girar,
describiendo aros, líquidos de diferentes ácidos, toxinas y contaminantes de
colores violeta, verde oscuro, verde amarillento, ocre, amarillo y rosa. Los
aros pronto formaron una enorme rueda líquida llena de flores y espinos
rodeándola. De esa rueda salieron siete
cabezas de serpiente de color violeta con ciertas escamas con el resto de los
colores. Como saetas, las serpientes comenzaron a brotar sin importarles los
límites de su longitud, y las siete juntas arremetieron contra Layla,
destrozándola a mordiscos e inyectando toda su carga destructiva en ella. Entre
alaridos de dolor, se desfiguraba mientras ardía: su poder se había
descontrolado. Para salvar a los presentes, la Taimanin hizo que las serpientes
se alargaran, elevando a Layla por los cielos hasta que sus penetrantes y
sobrecogedores alaridos de dolor se dejaron de oír. Finalmente, la predicción
de Kuritöö se cumplió: el cuerpo de la soldado explotó. El cielo se tiñó de
azul momentáneamente, pero las serpientes se tragaron el fuego y los restos de
Layla, escupiéndolo todo sobre el ejército demoníaco, diezmándolo críticamente
con aquella combinación de líquidos asesinos, vapores y llamas. Finalmente, la
Taimanin cayó elegantemente de pie frente a Kuritöö, retándola con la mirada e
instándola a mirar a su alrededor: sólo quedaban los demonios que sujetaban a
los soldados, a los cuales había decidido dejar con vida porque en cierta
manera podía predecir lo que Yamiyuki estaba pensando, y algunos más.
Danos a los soldados.-instó
Kuroageha mirando penetrantemente a la demonio-Ahora.
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