TAIMANIN
YAMIYUKI
Episodio 83: Resolviendo rencillas
¡MARGA!-chilló Layla al ver caer a
la teniente Margaret-¡MARGAAAAAAAAAAAAAA! ¿QUÉ TE HAN HECHO? ¿CÓMO HAS PODIDO
CAER ASÍ? ¡MARGA, NO! ¡RESISTE!
Kuroageha, que estaba en aquella
enorme azotea peleando con la sargento Layla, también había visto el final del
combate entre Seika y Margaret. Se sintió muy contenta y orgullosa por la
victoria de la joven.
¡BIEN HECHO, CAMPEONA!-gritó la líder
del equipo ninja para que su subordinada pudiera escucharla.
Vio a Seika levantar el puño
victoriosa mientras la miraba. La hermosa líder se sintió aún más contenta,
pues veía a la que un día fue una chica acomplejada e introvertida siendo toda
una guerrera solemne y orgullosa.
¡SÓLO QUEDA ESTA ZORRA!-exclamó
Kuroageha-¡ME ENCARGARÉ DE LIQUIDARLA! ¡TÚ VE A BUSCAR AL RESTO!
Al ver que la sargento seguía
obnubilada mirando el cuerpo desmayado de su subordinada, Kuroageha le lanzó
una patada giratoria, sacándola de su conmoción y devolviéndola al combate.
¡La habéis hecho buena!-gruñó la
soldado-¡Pagaréis esto muy caro! ¡Te volveré a derrotar y saldré corriendo a
vengar a Margaret!
Llevamos un buen rato zurrándonos
mutuamente.-respondió la ninja guiñando un ojo y sonriendo con sorna-No creo
que después te queden fuerzas para perseguir a nadie. Es más, imagínate que
encuentras a Seika y la pillas reunida con el resto. Creo que no quieres que te
linchen entre todos. Bueno, entre todos tal vez no: Yamiyuki nunca pega a
mujeres. ¡Entre todos menos uno!
Por eso voy a encargarme de
hacerte morder el polvo rápido. Si consigo que a tu amiguita no le dé tiempo a
reunirse con nadie, aún puedo darle su merecido por herir a Margaret.-rebatió
la sargento.
Oh, de eso nada.-se negó la Taimanin-Si
aquí hay alguien que tiene algo que devolver, ésa soy yo. Tengo que cobrarme la
puñalada que me metiste hace tiempo. No descansaré hasta que te la devuelva con
intereses.
¿Sigues resentida por eso?-se
jactó Layla-La verdad es que a ambas nos vendrá bien que no lo olvides, pues
vas a llevarte otra herida igual, y me aseguraré de que ésta sea letal.
Cielo santo, maldita zorra, no
sabes cuántas ganas tengo de apalearte hasta convertirte en molienda.-suspiró
Kuroageha mirando hacia el cielo-¡Terminemos este combate de una vez!
¡Me parece una gran
idea!-respondió la sargento-¡Probablemente la mejor que has tenido en tu vida!
Kick and Knife!
(¡Patear y apuñalar!)
Layla lanzó al aire un manojo de
sus grandes y variados cuchillos y comenzó a dirigirlos certeramente contra
Kuroageha a patadas. La Taimanin dio una palmada y provocó, con su arte ninja,
una onda sonora que pitó con suficiente intensidad como para perturbar el vuelo
de las armas blancas y hacer que se clavaran inútilmente en el suelo de aquella
azotea.
Esta noche…-siseó la Taimanin-…
seré yo quien te atraviese.
Eso aún está por ver.-respondió la
militar lanzando más cuchillos y pateándolos en el aire.
Kuroageha desvió los cuchillos
disparándoles dardos con su cerbatana. Acto seguido, se llevó su flauta a los
labios y tocó una melodía encantada con su técnica del sonido. Al oírla, la
militar sintió que le flojeaban las piernas levemente. Su enemiga aprovechó este
momento para acercarse a ella y asestarle un puñetazo en el plexo solar,
tirándola de espaldas.
¿Te crees muy lista?-preguntó
Layla provocativamente.
Se incorporó acompañando su
impulso con una patada, fustigando a la Taimanin con ella y aprovechando el
momento para girar sobre sí misma y asestarle un potente rodillazo bajo un
brazo, en una axila, apretándole fuertemente el músculo pectoral contra las
costillas.
Veo que sigues sin estar a mi
altura, Taimanin.-comentó la sargento al ver la mueca de dolor de su
contendiente.
No, no estamos a la misma
altura.-respondió la joven agarrando la rodilla de su contrincante-Yo estoy de
pie y tú, ¡en el suelo!
Con una ágil llave, Kuroageha
empujó a Layla moviéndole la pierna y la precipitó de nuevo contra el suelo,
posición que aprovechó para subirse encima de ella y atraparle los brazos
contra el tronco haciéndole una pinza enroscando las piernas a su alrededor.
Tras ello, colocó las cuchillas en forma de mariposa de su flauta y de su
cerbatana a ambos lados del cuello de su oponente.
Es hora, por fin, de
devolvértela.-dijo la ninja con satisfacción-¿Unas palabras de despedida?
Sí: vete al cuerno.-respondió
secamente la militar.
Layla se abrió de piernas 180
grados, pegando sus ingles y glúteos al suelo. Desde esta posición, describió
el cierre de un círculo llevándose las piernas a la cintura, atrapando a
Kuroageha con los hombros y arrancándosela de encima, catapultándola a la vez
que extendía las rodillas.
¿De verdad pensabas que te lo iba
a poner fácil?-preguntó la sargento mientras se ponía de nuevo de pie.
Vaya hostia…-la elogió
Kuroageha-…pareces un poco mejor que tu teniente querida.
¿Te ríes de una compañera
caída?-Layla se mostró enfadada.
No paras de reírte de una herida
que me causaste y que me podía haber matado.-la Taimanin se encogió de
hombros-Ojo por ojo y diente por diente.
Ojo por ojo y el mundo acabará
ciego.-la corrigió la sargento tratando de enfadarla.
Nació ciego.-la joven ninja no se
dejó llevar-Me gustaría buscarle una cura, pero primero necesito espantar a las
moscas que no me dejan trabajar en ello.
Las “moscas” como yo picamos con
muy mala leche.-respondió la soldado lanzando cuchillos de nuevo.
Y yo tengo el poder para fumigar
cualquier plaga.-Kuroageha se encogió de hombros-Ninpô – Dokuton no Jutsu!
(¡Arte ninja del veneno!)
Kuroageha sopló a través de su
cerbatana un gas de color morado que formó una nube alrededor de Layla, quien
empezó a toser y a tratar de apartarse.
¡Corta eso con tus cuchillos si
puedes!-instó la Taimanin.
¡Voy a tener que enseñarte un par
de cosas!-bramó Layla.
La soldado apoyó las manos en el
suelo, hizo el pino, separó las piernas hasta formar un ángulo plano y giró
sobre sí misma a gran velocidad cruzando y descruzando los brazos. La energía
cinética que produjo disipó el gas de manera vehemente. Acto seguido, se lanzó
contra su oponente con esta misma patada en hélice. Antes de ser atropellada
por aquel potente ataque, Kuroageha saltó y cayó justo encima de su agresora,
poniéndose de pie apoyando los tacones en los laterales de las rodillas de
quien intentaba atacarle, bloqueándole dichas articulaciones e impidiendo que
volviera a su posición neutral.
Je…-Kuroageha sonrió con
satisfacción.
Levantó la mano izquierda con los
dedos índice y corazón extendidos y el resto doblados. Alrededor de esos dos
dedos comenzó a formarse una burbuja de un líquido de color verde oscuro que no
tardó en lanzar con fuerza hacia abajo, hacia Layla. En tiempo casi cero, la
soldado reaccionó, giró sobre sí misma haciendo fuerza con los brazos, logrando
que Kuroageha se escurriera y se cayera de encima de ella, dándole libertad
para juntar de nuevo las piernas y rodar lejos de aquella bola de líquido, que
colisionó contra el suelo, produciendo un sonido silbante y una pequeña columna
de vapor, dejando finalmente un cráter.
¡¿Ácido?!-la sargento no daba
crédito.
El Dokuton no Jutsu es un arte muy
versátil para acabar con molestias como tú.-se limitó a responder Kuroageha.
Apretando rabiosa los dientes,
Layla continuó lanzando cuchillos a patadas, alternando cada lanzamiento con un
desplazamiento rápido, creando una especie de prisma de cuchillos voladores a
alta velocidad. Algunos pasaron rozando a la Taimanin, causándole algunos
cortes, pero, a pesar de ello, conseguía evitar que ninguno se le clavara: no
quería acabar como en su batalla anterior contra la temible y poderosa
sargento. Para defenderse mejor de aquel enérgico asalto, Kuroageha comenzó a
lanzar chorros y burbujas de ácido contra los proyectiles, corroyéndolos e
inutilizándolos antes de que la alcanzaran. Necesitaba golpear a Layla al menos
una vez para escapar de aquella prisión que, si bien no era sólida, restringía
sus movimientos con macabra precisión.
Ninpô – Ototon no Jutsu!-exclamó
la Taimanin.
(¡Arte ninja del sonido!)
Chasqueó los dedos, produciendo un
ruido ensordecedor que alteró el equilibrio de Layla, empeorando y ralentizando
sus desplazamientos. Esto permitió que se pusiera fin al prisma de cuchillos:
Kuroageha saltó hacia su enemiga y la lanzó por los aires con un ataque
giratorio describiendo un molinillo con los brazos extendidos. Las alas de su
uniforme se desplegaron por la vehemencia del movimiento en el aire, dándole el
aspecto de una mariposa guerrera por unos segundos.
Estás jugando con fuego.-advirtió
Layla estabilizándose con un giro aéreo-¡Y vas a quemarte!
La sargento se lanzó en picado a
por Kuroageha con una patada. Tras golpearla, agarró su cuello con ambos
muslos, hizo una inversión hacia abajo, apoyó las manos e hizo presión para
golpear a su presa contra el suelo. Lejos de soltarla, continuó haciendo
presión con los muslos para estrangularla.
Ngh…-boqueó Kuroageha-… ¡suéltame!
Con las palmas de ambas manos, la
Taimanin golpeó a su enemiga, consiguiendo que la soltara y escabulléndose de
su peligrosa llave. Acto seguido, lanzó dos cuchilladas cruzadas con las hojas
de sus dos armas, pero fueron paradas por dos cuchillos de gran tamaño.
Parece que esto se ha convertido
en un pulso.-comentó la soldado-¿Quién tendrá más fuerza de las dos? Creo que
soy yo.
No te lo niego.-respondió Kuroageha-No
obstante, no necesito tener una gran fuerza para ser la vencedora. Tengo otras
capacidades.
Con la rapidez característica de
los guerreros ninja, la Taimanin se zafó de aquel forcejeo y apareció al otro
lado de los cuchillos, pegada a su adversaria, agachada como una depredadora
preparándose para cazar. Al incorporarse, lanzó dos tajos ascendentes con sus
armas, rasgando la tela del revelador uniforme de combate de Layla y causándole
dos sangrantes cortes.
¡Maldita seas!-gruñó la
sargento-¡Voy a obliterarte del mapa!
La sargento Phoenix saltó
rápidamente hacia atrás, alejándose de su oponente, quien sonreía con
satisfacción. Tras ello, lanzó hacia el suelo los dos cuchillos que llevaba en
las manos y los pateó ágilmente, disparándolos en pleno vuelo. Con gran
elegancia, Kuroageha giró sobre sí misma, bateando los proyectiles con la
pesada cola de su uniforme y devolviéndolos contra su lanzadora, causándole dos
cortes más, cada uno de ellos perpendicular a uno de los anteriores.
¡Agh!-gimoteó la sargento,
curvándose hacia abajo-Te aseguro que te mataré. No saldrás viva de este
combate.
Eso tendría que decirlo yo en todo
caso.-la corrigió su contendiente-Voy a devolverte multiplicado el sufrimiento
que me causaste aquella noche. Ninpô – Dokuton no Jutsu!
Aprovechando la distancia que las
separaba, Kuroageha conjuró un ataque especial consistente en disparar una
ráfaga de agujas tóxicas hechas de líquidos venenosos cristalizados. Teniendo
que hacer un importante acopio de fuerzas, la soldado comenzó a correr,
esquivando aquellas peligrosas esquirlas que sin duda le causarían grandes
problemas en caso de contacto.
¡HAAAAAAAAAAAH!-gritó
sorpresivamente Layla.
En cuanto consiguió flanquear a
Kuroageha, lanzó un cuchillo contra ella de una patada con objeto de clavárselo
en la cintura. La Taimanin lo vio a tiempo, dejó de lanzar sus agujas y se
escudó desplegando la cola de su uniforme con un brazo, bloqueando el proyectil
con una hermosa ala de mariposa.
Tarde o temprano se te clavará
algún cuchillo y entonces será tu fin.-insistió Layla con autoconfianza-¡Encaja
ESTO!
La sargento saltó, dejó caer un
manojo de cuchillos y comenzó a patearlos a gran velocidad. Kuroageha se apartó
de aquella rápida lluvia con elegantes volteretas hacia atrás y después de eso
contraatacó soplando por su flauta y lanzando una bola de energía sonora a su
través. El choque provocó que las heridas de la militar sangrasen más,
obligándola a aterrizar.
Esto no es nada.-dijo la soldado
tras escupir algo de sangre-He sufrido heridas más aparatosas en otras batallas
que he acabado ganando. Tu fin está cerca.
Dejando los cuchillos atrás, Layla
corrió velozmente hasta su enemiga, dispuesta a atraparla con una cadena de
patadas. Kuroageha respondió con más patadas, chocando sus piernas entre sí
como si estuvieran manteniendo un duelo de espadas.
¡HAH! ¡YIAAAAAH!
¡HWOAAAAAAH!-Layla gritaba con ferocidad en cada patada-¡Te abatiré y te
convertiré en un colador!
¡Vas a desangrarte antes de
eso!-insistió Kuroageha mientras bloqueaba y contraatacaba los fieros golpes de
su adversaria-¡Este combate es mío!
Me niego rotundamente a
dártelo.-respondió la sargento aumentando el ritmo y la fuerza de sus
patadas-¡Me niego!
Tras aguantar durante un tiempo
aquel choque de fuerzas, finalmente la soldado pudo burlar la defensa de la
Taimanin, sumergiéndola de lleno en su combinación de patadas.
¡Maldición!-pensó la Taimanin mientras el dolor invadía su cuerpo.
¡Ya eres mía!-se jactó Layla-¡Éste
es tu fin!
Con una sonrisa sádica y perversa,
la militar continuó pateando a la Taimanin sin darle tiempo a recuperarse. Se
acercaba la hora de combinar esas patadas con cuchillos para acribillarla a
quemarropa y estaba dispuesta a acabar la pelea a lo grande.
¡NO!-pensó Kuroageha al ver que un cuchillo caía de la chaqueta de
Layla-¡Otra vez no! ¡La lleva clara si se
ha creído que va a ganar dos veces con el mismo truco!
Exponiéndose a un daño mayor por
las patadas, la Taimanin se pegó a Layla como pudo y evitó que el cuchillo
cayera cerca de los pies de su dueña golpeándolo con la hoja en forma de
mariposa de su cerbatana. Acto seguido, lanzó un golpe con la hoja idéntica de
su flauta, sorprendiendo a la militar y obligándola a alejarse para no recibir
otro corte.
Has tenido suerte.-apreció la
sargento.
Yo lo llamo “habilidad”.-respondió
Kuroageha tras limpiarse con la mano la sangre que le goteaba de los labios.
Intentando sacar partido de la
distancia que había vuelto a crearse entre ambas guerreras, Layla volvió a
lanzar cuchillos a patadas. Esta vez combinaba cada lanzamiento con maniobras
de acercamiento y alejamiento casi instantáneas, alternando una patada desde
cerca y un lanzamiento de cuchillo desde lejos, impidiendo que su enemiga
pudiera ver ningún patrón de ataque más allá de la alternancia entre un tipo de
golpe y otro: cada patada y cada cuchillo llegaban de direcciones totalmente
diferentes.
No puedo perder más tiempo.-pensó Kuroageha mientras trataba
desesperadamente de esquivar todos los imprevisibles ataques.
Las dos tenían cortes en el
cuerpo. No podían permitirse un sobreesfuerzo tan grande sin tratarse las
heridas, si bien era cierto que Kuroageha tenía la ventaja en ese aspecto, pues
los cortes que tenía eran más pequeños que los que había logrado hacerle a
Layla, y ya casi no sangraban, a diferencia de los de ella. En un momento de
lucidez, la sargento pudo atrapar a su adversaria con un fortísimo rodillazo,
aprovechando esa circunstancia para continuar con una patada descendente de
talón en la cabeza que combinó con varias patadas giratorias alternando ambas
piernas.
¡ARGH!-gritó Kuroageha, arrollada
por las patadas de su enemiga.
¡Te aplastaré cual gusano!-bramó
Layla-¡Muere!
En una de sus patadas, Layla se
sorprendió al ver que Kuroageha había parado el golpe agarrándole el pie con
una mano.
He dicho que no.-siseó la
Taimanin-¡Este combate me pertenece! ¡Te lo debo por intentar matarme! ¡Te
joderé viva! ¡HAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!
Apoyándose en el pie de Layla con
las dos manos, Kuroageha dio una voltereta y fustigó la cara de su enemiga con
ambas piernas de manera alternada. Al llegar de nuevo al suelo, agarró a la
soldado de los hombros, se encaramó a su cuerpo y se quedó erguida en posición
vertical encima de ella. Desde esta posición hizo fuerza con la espalda y los
hombros para girar sobre sí misma, crujiéndole la espalda a su enemiga con
fuerza.
¡NGH!-gritó Layla, dolorida.
Con la furia de una guerrera
sedienta de venganza dibujada en su hermoso rostro, Kuroageha se curvó sobre sí
misma sin soltar los hombros de Layla hasta bajar sus rodillas contra el
abdomen de ella, embistiéndola con fuerza mientras le mantenía la espalda torcida,
causándole un crujido muy doloroso. Finalmente, la Taimanin soltó los hombros
de su enemiga, bajó al suelo y, ya de pie, le propinó un fuerte puñetazo en el
esternón con el brazo derecho, tras el cual la hizo rodar por el suelo con un
golpe de palma con la mano izquierda.
Si me abre las heridas que están empezando a cerrarse con sus patadas,
tendré un problema.-pensó Kuroageha-Tengo
que putear a esta zorra todo lo que pueda o me buscaré la ruina.
¡JAJAJAJAJA!-rió Layla-Cuanto más
me provoques, más dolorosa será la muerte que te ganarás.
Sin mediar más palabra, la
sargento saltó hacia su enemiga y giró sobre sí misma, cayéndole encima con un
abanico de patadas giratorias. Tras ello, la lanzó por los aires con una
voltereta con patada, momento que aprovechó para volver a saltar y lanzarle una
lluvia de cuchillos que no podría bloquear.
¡NO INSISTAS MÁS!-gritó Kuroageha
recuperándose en el aire-¡He dicho que no vas a matarme! ¡Voy a devolvértelas
todas juntas esta puta noche!
Con las cuchillas de su flauta y
su cerbatana, la Taimanin desvió todos los cuchillos a golpes. Tras ello,
aterrizó elegantemente de pie y comenzó a alternar soplidos rápidamente entre
sus dos armas, disparando dardos contra Layla y combinándolos con ondas sonoras
mientras movía enérgicamente las caderas. Gracias a esta combinación, los
proyectiles envenenados bailaban y perseguían a la sargento, quien trataba a
toda costa de aterrizar sana y salva.
¡Maldita Taimanin obstinada!-gruñó
Layla mientras bloqueaba los dardos con las coderas y las rodilleras-¡Voy a
matarte de una vez por todas!
Justo cuando consiguió aterrizar,
la sargento sintió un pinchazo: uno de los dardos de Kuroageha se le había
clavado.
¡Mierda!-siseó la militar.
Estás jodida.-se limitó a decir
Kuroageha con una sonrisa.
¡Esta pequeñez no va a poder
conmigo!-rebatió la sargento buscándose el dardo con el tacto y arrancándoselo.
Has tardado demasiado en
quitártelo.-explicó la Taimanin-Mis venenos son de muy rápida distribución.
Sabiendo que esta noche nos íbamos a enfrentar a vosotros, he rellenado mis
dardos con toxinas especialmente peligrosas contra seres humanos, que son muy
diferentes a los venenos asesinos de Mazoku. ¿Tienes alguna última voluntad?
¡ACABAR CONTIGO!-chilló Layla,
ocultando la preocupación por el ardiente dolor que empezaba a sentir en la
zona en la que se le había clavado el dardo.
Layla abatió fugazmente a
Kuroageha con una patada giratoria en la cabeza que combinó con una pinza de
piernas para someterla en el suelo. Desde esta posición, luchó desesperadamente
por estrangularla.
Ngh…-la ninja sentía que le
faltaba el aire.
Al menos moriremos las dos,
¿no?-insistió la soldado.
¡Suéltame, perra!-bramó Kuroageha
tratando de liberarse, con cada vez más dificultades para respirar.
No puedo darme por vencida.-pensó la joven mestiza-No puedo perder. ¡No ahora que sé que mi
amado está vivo! ¡La persona que da sentido a mis días está cerca de mí,
luchando a mi lado como solíamos hacer! ¡Ese amor me da una fuerza que esta
perra sin sentimientos jamás podrá entender! ¡Aguarda, mi amado, ya voy!
Chicos, tampoco os dejaré atrás a vosotros. Equipo Kuroageha, equipo Yamiyuki y…
amado mío… ¡dadme fuerzas para vencer a esta escoria humana!
¡HAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!-chilló
la Taimanin haciendo acopio de fuerzas.
Con la propia fuerza de sus
brazos, Kuroageha desdobló las rodillas de Layla, liberando su cuerpo y
pudiendo volver a tomar aire de nuevo. Tras esto, agarró a su adversaria con
determinación y la lanzó contra el suelo con una prodigiosa llave de Judo,
después de lo cual la pateó en las costillas para hacerla rodar y alejarla.
No hemos terminado.-siseó la
militar mientras comenzaba a incorporarse.
¡Pronto lo haré!-exclamó Kuroageha
con fuerza-¡Estás acabada!
La sargento terminó de recuperarse
y se lanzó horizontalmente contra la Taimanin, cruzando sus piernas y girando
sobre sí misma como si fuera la broca de una taladradora.
Ninpô – Dokuton no Jutsu! Shinen
no Dokubari!-exclamó Kuroageha.
(¡Arte ninja del veneno! ¡Aguijón Abismal!)
La pierna derecha de la Taimanin
se recubrió de un líquido tóxico de color morado gelificado. Con esto, dio una
potente patada lateral contra los pies de su agresora, parando su ataque y
salpicando una gran cantidad de gotas de veneno que mancharon a la sargento,
quien todavía tenía heridas abiertas.
Agh…-gimió la sargento, notando
que empezaba a sudar.
Aún con la pierna envuelta en
veneno, Kuroageha pateó a Layla repetidas veces.
¡Sí!-exclamó la Taimanin con una
gran sonrisa-¡Es tu fin! ¡VENDETTA!
La militar sintió que su cuerpo se
untaba en veneno. Aquel gel de extraña naturaleza era rápidamente absorbido por
su piel y le nublaba los sentidos.
Mientras pateaba a Layla,
Kuroageha subió los dos brazos y juntó ambas manos formando un sello ninja.
Creó una enorme bola de ácido de color verde y la estampó contra su enemiga para
finalizar el ataque, haciéndola chillar de dolor y dejándola tendida en el
suelo.
No…-intentó articular la sargento-…no
puede…ser…
La Taimanin se acercó al cuerpo
tendido de su adversaria con andares amenazadores y sensuales hasta quedar de
pie a su lado. La miró con superioridad. Se llevó la uña del dedo pulgar al
cuello y describió con él una línea horizontal a la vez que sacaba a la lengua,
haciendo ademán de decapitación. Tras ello, una sonrisa de orgullo se apoderó
de su juvenil y bello rostro.
Esto te pasa por mala pécora.-dijo
la Taimanin con satisfacción-¡JAJAJAJAJA!
Mientras reía, pisó la cabeza de
Layla, clavándole fuertemente el tacón en la sien y haciendo un boquete en el
suelo progresivamente, primero con su cabeza y luego con el resto de su cuerpo,
terminando de hundirla y poniendo fin al combate.
Y que el veneno haga el resto.-pensó la Taimanin-Que muera lenta y dolorosamente. Se lo
merece.
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