TAIMANIN
YAMIYUKI
Episodio 85: DMMA
¡Barreras!-exclamó uno de los
mercenarios al chocarse con una pantalla de luz que antes no estaba ahí.
La noticia de la batalla campal
entre los soldados y los guerreros ninja había llegado a oídos de los Mazoku.
Tanto por tierra como por aire, los demonios se preparaban para prestar su
ayuda a los militares estadounidenses. Lo que no sabían era que había barreras
místicas en la zona urbana. Aparentemente no había nada ante ellos, pero, al
intentar cruzar una determinada línea que no estaba dibujada en ningún lugar,
se activaba un muro de luz que los repelía, pudiendo causarles incluso la
muerte si no dejaban de exponerse a él.
¿Qué hacemos ahora?-preguntó otro
mercenario desconcertado-¡Tenemos que entrar y asegurarnos de que los soldados
venzan a los Taimanin! Es nuestro turno para combatir.
Hordas y hordas de mercenarios,
orcos, ogros y bestias demoníacas controladas por domadores Mazoku bien
entrenados poblaban las calles. Encima de ellos, monstruos voladores, algunos
de ellos con jinetes, y helicópteros convencionales.
¡Aunemos nuestras fuerzas!-sugirió
uno de los mercenarios-Si todos disparamos nuestra magia contra el muro, tal
vez logremos un poder que, en suma, supere al de la barrera. Esto ha tenido que
ser obra de esos asquerosos y arrogantes Taimanin, ¡seguro!
Respondiendo con un grito de guerra
casi uniforme, todos los hombres y mujeres que allí había representando a las
tropas de Tigres Black apuntaron a la zona donde la luz había aparecido antes
con las palmas de sus manos. Comenzaron a disparar fuego azul de muy diferentes
maneras. La luz lo bloqueó todo.
¡No funciona!-se quejó una
mercenaria-¡Necesitamos más apoyo!
Armados con porras, hachas,
martillos y demás armas pesadas, los orcos y los ogros se agolparon en torno a
la barrera y comenzaron a golpearla con sus armas. Los domadores instaron a las
bestias a que hicieran lo mismo. Desde el cielo, las bestias aladas cargaron
con placajes y patadas aéreas. Las más poderosas, parecidas a dragones,
escupieron fuego azul contra aquella pantalla de luz.
¡El muro sigue sin ceder!-gruñó
una domadora-¡No podemos pasar!
Un grifo demoníaco descendió cerca
de la mujer. Su jinete le habló.
Hemos sobrevolado la zona y
comprobado que el poder de la muralla es uniforme.-explicó-No hay ninguna zona
ventajosa para atacar, y su altura parece infinita, por lo que no podemos
colarnos por encima.
Tendremos que pedir ayuda a
quienes nos comandan hoy.-se limitó a decir la domadora.
Asintiendo con la cabeza, el
jinete emprendió de nuevo el vuelo a lomos de su grifo. Se acercó entonces a un
helicóptero.
¡Doctora!-llamó el hombre-¡Tenemos
un problema! ¡No hay forma de entrar!
La puerta del helicóptero se
abrió, como si alguien de dentro estuviera preparado para saltar desde él.
Kuritöö, la científica Mazoku, se asomó.
Atacad más fuerte.-ordenó-No
tenemos mucho tiempo. Si seguimos estancados aquí, nuestros planes se verán
truncados.
Parece que esta barrera no se
puede tumbar con fuerza bruta, doctora.-insistió el jinete-Por eso le pregunto
si conoce alguna manera de conseguir abrirnos paso.
No me queda más remedio que
utilizarlo…-suspiró la científica llevándose una mano a la frente.
¿Sucede algo, doctora?-preguntó el
jinete.
¡Mira esto!-Kuritöö le enseñó al
jinete una tableta electrónica-¡Estos humanos se empeñan en utilizar su estúpida
tecnología y tengo que llevar el seguimiento de su estatus con ella! ¿Lees bien
la pantalla?
En la pantalla del dispositivo de
la científica se podía leer información relacionada con unos sensores de
posición y medida de constantes vitales que todos los soldados llevaban encima
para poder informar a los Mazoku desde la distancia de la situación del
combate.
¡No puede ser!-se sorprendió el
jinete-¿Cómo han llegado a…
Los Taimanin no son moco de pavo y
esos humanos nos han fallado: por muy militares que sean, tienen más
limitaciones que nosotros.-explicó la doctora.
Podía leerse claramente que todos
los soldados habían sido derrotados, incluyendo a las tres mujeres, que eran
las más fuertes del pelotón.
Aún están vivos.-dijo Kuritöö
mientras hurgaba en uno de los bolsillos de su bata blanca-A excepción de
Púrpura Delgado, que ha muerto, todos los demás parecen poder ser salvados.
Tenemos que recuperarlos cuanto antes. Ah… ¡por fin lo he encontrado!
La mujer sacó un tubo de ensayo
lleno de un líquido de color rojo intenso. En lugar de llevar un tapón, la boca
del tubo estaba obstruida por un mechón de pelo de color azul pastel que
rodeaba las paredes de tubo por fuera formando una hélice cilíndrica.
¿Qué es eso?-preguntó el jinete,
que seguía volando a ras del helicóptero.
Es nuestra llave para traspasar
esa barrera.-explicó la científica-Más os vale aprovechar bien esta
oportunidad: es una ayuda directa de Braulio-sama. Con un poco de su sangre y
un mechón de su cabello, conseguimos dos cosas: que este frasco penetre la
barrera al no contener materia puramente Mazoku y que desde dentro haga una
llamada de sangre que nos teletransporte a todos al interior de la barrera.
Sin dar más explicaciones, Kuritöö
lanzó el tubo de ensayo hacia la barrera, que se mantenía iluminada por los
constantes ataques de las tropas. El objeto atravesó limpiamente la pantalla de
luz y cayó al suelo, rompiéndose y derramando su contenido. La sangre y el pelo
empezaron a formar una única sustancia que produjo una luz mágica. Esta luz
atrajo a todos los demonios, que aparecieron instantáneamente dentro de la
barrera. La científica aprovechó para bajarse de un salto del helicóptero. Tras
ello, se colocó frente a todas las tropas.
Braulio-sama nos ha dado un mechón
de su melena y un chorro de su sangre para atravesar esta barrera
mística.-explicó-No desperdiciemos esta oportunidad. Nuestra misión no es
enfrentarnos con los Taimanin hasta el final. Hemos de recuperar a los
soldados. Inconscientes, malheridos… ninguno de ellos está bien. El cometido
con el que hemos de cumplir es recuperarlos y reanimarlos levemente, lo
suficiente como para poder llevárnoslos en condiciones de seguridad a la vez
que nos aseguramos que entienden lo que ha pasado. Si los Taimanin se cruzan en
nuestro camino antes de conseguirlo, será nuestra prioridad sortearlos. ¿Entendido?
Al ver que nadie pronunciaba
ninguna objeción, la científica se preparó para dar la orden.
¡Romped filas!-gritó-¡Separaos y
encontrad a nuestros compañeros caídos!
. .
.
Kongqe se había quitado la
chaqueta y había envuelto a Elizabeth con ella. No le gustaba la idea de que
esa prenda amarilla que tantos malos recuerdos le traía tocara la piel de otra
persona, pues le parecía mancillarla, pero lo prefería a dejar que la mujer
perdiera su calor corporal. Asimismo, le incomodaba mirar a una mujer desnuda
que no fuera Kuroageha.
Miró al cielo y vio descender en
medio de la noche a una enorme mariposa de alas verdosas. La mujer de su vida
estaba planeando con la cola de su vestido desplegada, probablemente buscándolo
a él o a alguno de los otros compañeros.
¿Eres tú, Kongqe?-preguntó la
chica en voz muy alta cuando todavía no podía distinguir de quién se trataba
por la altura a la que se encontraba.
El mismo.-respondió él-Estoy aquí
para ti.
Cuando la joven pudo aterrizar, se
acercó corriendo a su novio. Se sorprendió al ver que tenía a una persona en
brazos.
¿Qué le ha pasado al
final?-preguntó Kuroageha preocupada-Jamás habría imaginado que detrás de esa
máquina de matar se escondía una mujer que había sufrido tanto…
Le he devuelto la consciencia
totalmente.-explicó Kongqe-Lo que no puedo asegurar es el estado de su
cuerpo. He destruido sus tentáculos y su
armazón. No terminaba de ser un robot. Es una mujer humana, pero esa armadura
estaba unida a ella por una serie de conexiones que no entiendo y que
probablemente no se puedan analizar porque las he roto. Me ha parecido que
estaba a caballo entre ponerse una armadura y convertirse en ella. La he tapado
con mi chaqueta para que conserve algo de calor corporal y porque no quiero
mirar a ninguna mujer desnuda que no seas tú. Si quieres echarle un vistazo a
su cuerpo, no te lo impediré, pero no quiero mirar. Que quede entre vosotras.
No creo que pueda conseguir mucho
yo sola.-respondió Kuroageha-Sólo se me ocurre llevarla a Gokuruma y que la
vean los miembros del equipo médico Taimanin. Si hay alguien en estas calles
que nos puede ayudar ahora mismo, ése es Rito, y no estoy segura de hasta qué
punto. Está siguiendo un entrenamiento especial para conseguir una técnica
curativa definitiva basada en extrapolar el Fushikakuzei a cuerpos que no sean
el suyo, pero no estoy al tanto de qué porcentaje de dominio tiene sobre esa
técnica. Ni siquiera sé si la técnica se ha constituido en su totalidad, pues
es algo totalmente novedoso y podría superar incluso las habilidades de la
doctora Himehagi. Forma parte de su formación específica e individual y no
hablamos mucho de eso.
¿En serio?-se sorprendió
Kongqe-Rito se está haciendo un hombre de gran valía. Se me ha hecho un nudo en
la garganta enorme al verlos a todos con sus uniformes personalizados y sus
armas. No son los niños que solían jugar conmigo al ping-pong en las termas. Se
han hecho unos auténticos adultos.
Y no sólo Rito.-respondió Kuroageha,
orgullosa de sus compañeros-Shirubei es el autor de los negocios con la ONU de
los que probablemente has oído hablar en el cuartel enemigo. Él solo ha movido
todo esto. Inuhito se ha convertido en una persona capaz de hacerle frente al
fantasma de su familia. Ha abandonado sus miedos y se ha desclavado las
espinas. Tendrías que escucharlo hablar ahora. Hagane ha vengado la muerte de
su madre y está preparando una tesis doctoral en base al cadáver del hijo de su
asesino. Aoi ha dejado de ser el chico inseguro que un día fue y ya no le
afectan las torturas psicológicas por las que solía caer. Son todos unos
auténticos hombres y todos unos guerreros. Y Yamiyuki… bueno, ya lo has visto.
El líder de todos estos genios y, por lo tanto, un genio de aún mayor
envergadura. Se ha convertido en un icono en Gokuruma, en la revolución de los
Taimanin. Su poder está empezando a rivalizar con el de Asagi-sama. Seika también
se ha convertido en toda una mujer: ¿has visto cuánto enseña su uniforme? Ha
aprendido por fin a estar orgullosa de sí misma y eso le ha dado una fuerza
desmedida. Y también el primo pequeño, Shiena. Hemos tenido que contratar sus
servicios de una manera casi prematura para asegurar el éxito en esta guerra.
Mientras Kuroageha hablaba, Kongqe
sonreía mientras las lágrimas surcaban su rostro.
¿Por qué lloras?-se sorprendió la
chica.
Porque estoy orgulloso.-respondió él-Orgulloso
de que las personas a las que tanto quise se hayan convertido en lo que son
ahora. Y muy feliz por haber vuelto y poder seguir queriéndoos a todos. Lo
habéis hecho bien. Habéis sido fuertes. Gracias por luchar. Habéis honrado bien
mi “muerte”. Perdonad por el retraso, pero… ¡ya estoy en casa!
Bienvenido.-respondió Kuroageha
con lágrimas en los ojos-Pero no vuelvas a irte.
Estuvieron hablando durante unos
minutos. Rápidamente, Kongqe empezó a ponerse al día: preguntó que quién era la
chica extranjera que los acompañaba, pues nunca llegó a conocer a Veena.
También indagó un poco más en las historias de todos sus amigos y, por
supuesto, de su amada. Hablaron asimismo de la quema de su bar, el Nishi, y de
su renacimiento en el Atarashii.
Tengo ganas de trabajar en nuestro
bar de nuevo.-concluyó el joven-El Atarashii… estoy deseando ver su nueva
apariencia.
Será un placer.-Kuroageha sonrió-Y
ahora tengo algo que preguntarte: ¿tienes información sobre el enemigo?
Mi trabajo como espía ha sido muy
productivo.-respondió Kongqe-En la seguridad de Gokuruma os lo explicaré todo.
Será mejor que nos reunamos con los demás.
¡Kuroageha! ¡Kongqe!-escucharon
que los llamaba una voz.
Era Yamiyuki. A pesar de que se
había alejado mucho del campo de batalla, se las había ingeniado para volver.
¿Cómo han ido las cosas por
aquí?-preguntó el recién llegado.
Elizabeth está bajo
control.-explicó Kongqe.
Le he pateado el culo a esa zorra
de Layla.-añadió Kuroageha-Ahora mismo debe de estar pudriéndose con el veneno
del que la he llenado. ¡Que se joda!
He vencido a Gordon Powers, pero
lo he dejado vivo.-explicó Yamiyuki a modo de respuesta-Hay gato encerrado. Mi
intuición no me falla cuando digo que ese chico no quiere pelear. Creo que es
consciente de que está siendo un títere y dejarlo vivo me parece una ventaja
estratégica. Es inteligente… o eso dice, por lo que se las ingeniará para
volver a todo este entuerto cuando se despierte, probablemente en un bando
diferente.
Perdonadnos por haberos estado
escuchando.-dijo una voz muy dulce desde las sombras.
Aquella voz masculina les sonó muy
familiar: estaba claro que era Hagane. Apareció desde un sombrío callejón al
lado de Shirubei, en cuyo hombro se apoyaba.
¡Mírate!-se quejó Shirubei
señalando a Yamiyuki con un dedo-¡Nosotros hechos mierda y tú ni siquiera te
has ensuciado la ropa!
Es que he peleado en
calzoncillos.-respondió el líder del equipo con total seriedad-Os lo podéis
creer o no.
Confiamos en ti.-terció
Hagane-Siempre lo hemos hecho. Y bueno, tampoco es para tanto lo nuestro: sólo
se me ha deshecho el moño…
Estás muy guapo con el pelo
suelto.-comentó Kuroageha con una sonrisa-O guapa. ¡Diva!
Perdona que no me ría, cabaretera
de ojos felinos, pero me duelen las costillas.-respondió Hagane guiñando un
ojo-Tengo tantas patadas marcadas en ellas que he perdido la cuenta. Ahora
bien: ese Émile no volverá a dar por culo. Lo he dejado en pelotas y medio
muerto. Espero que le duela la cabeza cuando se despierte como si tuviera
resaca.
Leon Fitzgerald también es
historia.-añadió Shirubei-Me ha supuesto un gasto tremendo de energía
espiritual, pero lo he dejado bien dormidito. No lo he matado, porque no es
nuestro cometido matar humanos, pero creo que no volverá a molestarnos.
No pueden estar muy lejos…-oyeron
que comentaba una chica cuya voz les resultaba familiar.
A juzgar por los destellos
policromados que se han visto hace un momento cerca de aquí, diría que se han
disparado cristales ionizantes en esta calle o en alguna cercana.-le respondió
un chico, también de voz familiar-Si mal no recuerdo, las pistolas de Kongqe
iban cargadas con ellos.
¡Veena!-gritó Kuroageha-¡Aoi!
¡Estamos aquí!
Con gran rapidez, los dos jóvenes
llegaron al lugar de reunión, guiados por la voz de su compañera.
No hay derivaciones energéticas de
ningún tipo a favor de nuestros enemigos.-comentó Aoi-He derrotado a Christian
Miller… aunque creo que todo esto no era lo que él quería. Está inconsciente.
Yo también he vencido a uno de los
militares.-añadió Veena-James Miller ha caído en un combate mano a mano contra
mí. Ha demostrado ser… un buen hombre.
¡Qué curioso!-respondió
Yamiyuki-¡A todos les pasa lo mismo! ¿No hay nadie que sienta real vocación por
joder el orden? ¿Son todos marionetas?
Émile.-respondió Hagane-Él no
parecía tener muchos signos de arrepentimiento. Creo que le gustaba ser un
capullo.
Leon tampoco parecía arrepentirse
de nada, aunque tiene cara de ser demasiado bueno para la mierda que le han
encomendado.-añadió Shirubei.
Layla era una hija de puta
consumada.-terció Kuroageha-Por eso la he matado.
Eso deja a Christian, a Gordon y a
James como los únicos de los que podemos sacar ventaja estratégica induciendo
en ellos un cambio de bando.-dedujo Yamiyuki.
Pues sí, porque con Andrei no
puedes contar.-Inuhito apareció por detrás de él-Vaya un cabrón. ¡Casi me mata!
No me he sentido tan feliz meando encima de un enemigo abatido en mi vida.
Bueno, tampoco suelo hacerlo mucho…
¿Estás bien?-preguntó Yamiyuki
mientras le daba una palmada en la espalda al recién llegado.
Todo lo bien que puede estar
alguien que ha estado varias veces al
borde de la muerte en una noche.-respondió Inuhito-No os preocupéis.
Bueno, creo que es hora de hacer
un inciso para la presentación formal.-dijo Kuroageha-Veena, éste es Ling Kongqe,
el miembro restante del equipo Kuroageha y mi prometido. Kongqe, ésta es Veena
Idaiyar, una de las mejores Taimanin de su generación, nacida y criada en la
República de la India.
Será un placer trabajar contigo,
Veena.-Kongqe sonrió-Me han hablado muy bien de ti.
Veena se arrodilló como si
estuviera en una clase de artes marciales y saludó.
Gracias por devolverle a Kuroageha
el fragmento de vida que le faltaba.-respondió la chica inclinándose-Te debemos
mucho.
Bueno, veo que ya os conocéis
todos.-dijo una voz familiar.
Los que quedaban por llegar
acababan de aparecer. Por orden de Kuroageha, Seika había salido a buscar a los
demás, encontrando a su hermano Rito y a su primo Shiena.
¡Rito!-exclamó Hagane con tono
jovial-¡Hola de nuevo!
Cómo me gustaría a mí también
estar intacto.-se quejó Inuhito-Puta regeneración… qué bien os cuidáis.
Luego te cuidaré yo a ti con algo
muy bonito como compensación.-respondió Rito guiñando un ojo-Chicos, he vencido
a Grant Steeler. Nunca más quiero volver a ver a ese cabrón. Es pura maldad, un
psicópata infiltrado en el ejército.
¡Igual que el de la cara
gris!-respondió Inuhito-Puñetero Andrei…
Púrpura ha…-comentó Shiena en voz
baja-…ha… muerto…
¿Lo has matado?-preguntó
Kuroageha.
¡No!-respondió Shiena-De hecho,
casi muero yo a sus manos. Su arma ha fallado y le ha explotado. No he podido
hacer nada salvo apartarme para proteger mi vida. Necesito ampliar mis
capacidades: he sobrevivido por pura suerte. ¡Lo siento!
No lo sientas.-intervino Seika-Has
permanecido con la guardia alta hasta el final. Si de verdad te preocupas por
tus habilidades, intervendrás tiempo en mejorarlas y no volverás a sentirte tan
amenazado en un combate. No creo que hayas sobrevivido sólo por suerte, Shiena.
Si no hubieras querido luchar, no habrías conseguido tanto. Incluso si
necesitas fortalecerte, alégrate de tus logros.
Todos sonrieron. Ver a Seika dando
una lección de orgullo y autoestima les demostraba cuánto había madurado como
persona.
He derrotado a la teniente
Johnson.-añadió la musculosa joven-Está inconsciente, pero era lo mínimo que se
merecía después de haber sido partícipe de una crueldad como la de la pobre
Elizabeth…
Si la doctora Himehagi ve pronto a
Elizabeth, tal vez puedan arreglar alguno de sus problemas.-respondió Kongqe-De
todas maneras, Rito, según Heiyangyu, tú puedes…
Déjame intentarlo, pero no estoy
seguro de cuánto podré conseguir.-respondió Rito en tono solemne-En cualquier
caso, se quedará mejor de lo que está ahora.
Kongqe apoyó cuidadosamente a
Elizabeth en el suelo y retiró la mirada. Rito le quitó la chaqueta y comenzó a
transmitirle energía curativa. En ese momento, escucharon un aplauso.
Qué bonito reencuentro.-los
felicitó con escarnio una voz que les resultaba desagradablemente familiar.
Se giraron y vieron a la doctora
Kuritöö con una gran cantidad de demonios y soldados Mazoku detrás.
¡TÚ!-gritó Yamiyuki-¿A qué has
venido?
Pues a recoger a mis
camaradas.-respondió la científica-¿A qué si no?
Vieron que los Mazoku habían
vestido a los soldados con sus ropas de uniforme típicas para cubrir la
desnudez de muchos de ellos por la destrucción de sus armaduras. Todos ellos,
salvo Púrpura, estaban en brazos de los soldados. Estaban despiertos, incluidas
Margaret y Layla.
Tienes que aparecer siempre en los
momentos más inoportunos, perra odiosa…-siseó Inuhito.
¿Decías algo?-preguntó la
Mazoku-Ten mucho cuidado. Sigo sin haberme olvidado de que mataste a mi hijo.
Y tú eres la siguiente, zorra
desalmada.-respondió taimadamente el chico de cabello blanco.
Ya lo veremos.-se limitó a decir
Kuritöö.
Mi abdomen…-se quejaba Gordon
mientras se llevaba las manos al cráter que le había hecho Yamiyuki.
¿Se puede saber qué le has hecho a
esa mole, pedazo de animal?-susurró Shirubei acercándose a Yamiyuki con Hagane
aún agarrado.
Sólo ha sido un
puñetazo.-respondió Yamiyuki encogiéndose de hombros.
Los dos se miraron y se sonrieron.
¡Mi hermosa melena!-gruñía
Émile-¡Pagarás por esto!
Habéis matado a Púrpura…-se quejó
Andrei-…el único con el que podía hablar de asesinatos con tranquilidad… vaya
cojones tenéis…
¡Silencio, por favor!-pidió
Kuritöö-Si habláis, vuestras heridas os harán más daño. Os llevaremos a
nuestras instalaciones y os trataremos debidamente.
¡No, por favor!-pidió Layla,
escurriéndose de los brazos del soldado que la sujetaba-¡Ayúdame ahora!
La sargento se arrastró por el
suelo hasta llegar a los pies de Kuritöö.
Kuritöö, por favor…-pidió Layla-…no
puedo dejar que esa Taimanin viva. El veneno que me ha inyectado me está
consumiendo. No me queda mucho tiempo. Por favor, Kuritöö… dame poder para
vencer. Dame DMMA…
¿El DMMA no es esa droga que
confiere poderes sobrehumanos a los organismos en los que se inyecta?-preguntó
Aoi preocupado-¡Es la droga que confiere el poder del fuego azul!
¡La droga del caso Blue
Rabbit!-añadió Rito-Si la sargento consume esa droga… su poder será…
DEMONÍACO.-Kuritöö le terminó la
frase mientras sacaba de su bata una pistola hipodérmica-Vamos, Layla, voy a
concederte tu deseo. Es lo que una amiga haría, ¿no es así?
La demonio clavó las agujas de la
pistola en el cuello de la militar. Acto seguido, presionó el gatillo, haciendo
que el líquido de los tubos entrara al cuerpo de la mujer.
¿Habéis visto cuántas agujas tenía
esa cosa?-preguntó Shirubei-¿Y cuántas dosis?
Es una sobredosis
segura.-respondió Inuhito.
Algo no me cuadra.-terció Aoi.
¿Seguro que no te cuadra?-preguntó
Yamiyuki-¿En qué son expertos los demonios?
¡En ser unos trai…-se aventuró a
responder Rito.
No pudo terminar su frase porque
se sorprendió al ver el cuerpo de Layla arder en fuego azul unos instantes.
Acto seguido, la sargento se puso de pie como si no tuviera ninguna herida.
¡Voy a masacraros!-amenazó.
Tras gritar, un chorro de sangre
salió disparado de su boca. Sentía un poder desmedido y a la vez un dolor
asesino.
¿Qué me has hecho, zorra?-gritó
Layla muy ofendida-¡Esto no era lo que me explicaste en los efectos del DMMA!
Al ritmo de sus gritos brotaban
llamas azules de sus manos y de sus pies: el poder demoníaco era real, pero
parecía sufrir una sobredosis. Sentía que no podía controlar el poder que había
adquirido y que se iba a romper viva en pedazos.
Te expliqué los efectos de una
dosis normal de DMMA, no de las varias decenas que te acabo de meter, peón
inútil.-le espetó Kuritöö-¡Haz algo útil por una vez! Llevas mucho tiempo
gorroneando en nuestras instalaciones. ¡Compénsanos!
¡PUTA
TRAIDORAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!-chilló Layla mientras una explosión de fuego azul
salía de su cuerpo y el dolor se apoderaba de ella.
Horrorizados, los soldados
comenzaron a entender el futuro que les esperaba y que no estaban en brazos de
los demonios como ayuda para moverse por las palizas que habían recibido. El
fuego que rodeaba a Layla comenzó a concentrarse en su espalda y a formar algo
a raíz de ella: parecían alas.