TAIMANIN
YAMIYUKI
Episodio 75: Pólvora, escarcha y sangre
Un disparo alertó a Shirubei: era
el momento de saltar de un escondrijo a otro.
Eso que haces, Taimanin, es de
cobardes.-le espetó Leon-Lo sabes, ¿verdad?
Nos hemos levantado chistosos esta
mañana, ¿eh?-respondió Shirubei desde las sombras-¿Me llamas cobarde tú, que no
eres capaz de pelear sin mantenerte a una distancia de seguridad, a mí, alguien
no sólo capaz, sino también deseoso de triturarte a base de golpes?
Tu deseo sólo se cumplirá en el
remoto caso de que logres llegar hasta mí.-explicó el soldado-En el campo de
batalla, uno de los principios más básicos es que no puedes herir lo que no
puedes tocar. Ese tipo de frases os gustan mucho a los asiáticos según tengo
entendido.
¿Qué tal, oh, señor Leon
Fitzgerald, el pistolero valiente, heraldo del coraje y la gallardía, si nos
dejamos de preámbulos y zanjamos lo que hemos empezado cuando nos hemos subido
a esta azotea tan bonita y romántica?-preguntó el Taimanin-No pienses ni un
solo segundo que tengo miedo de tus estúpidas armas de fuego. Vas a ver lo que
es bueno. Ahondando en la relación turbulenta que tenemos los Taimanin con el
ejército de Estados Unidos, a mí, particularmente a mí, Shirubei Anome, me toca
sobremanera las pelotas vuestra alergógena presencia. Por vuestra puta culpa no
puedo contactar con la ONU, nos habéis jodido un proyecto muy grande para
acabar con la invasión Mazoku y no os voy a perdonar ni una fracción de lo que
nos habéis hecho.
Si tienes tantas ganas de que nos
arreemos, no voy a seguir con la conversación.-dijo Leon-¡Dejemos que nuestras
armas hablen por nosotros! Bullet Storm!
(¡Tormenta de balas!)
El joven soldado asió una pistola
semiautomática con cada mano y comenzó a disparar a gran velocidad a la vez que
recargaba con fugaces maniobras. Su objetivo era inutilizar la estructura que
su enemigo utilizaba como parapeto para obligarlo a exponerse.
Ya sé que soy guapo, pero no tengas tanta prisa por verme.-pensaba
Shirubei mientras saltaba fugazmente hacia otro escondrijo seguro.
¡Volaré cada estructura de cada
azotea del barrio!-amenazó Leon-¡No podrás jugar al gato y al ratón todo el
tiempo que quieras!
Sigue pensando que quiero jugar a eso, por favor.-el Taimanin se
sentía satisfecho con su estrategia de combate-Por mucho que te prepares, no podrás encajar la sorpresa que tengo para
ti esta noche.
Un Taimanin especializado en el uso de unas garras está obligado al
mano a mano.-pensó Leon-Si tratara de
atacarme, se acercaría a mí. No tiene posibilidades contra mí.
Ha dejado de disparar.-Shirubei analizaba la situación en silencio
mientras saltaba de un sitio a otro-Tiene
que estar pensando en lo fácil que es para él luchar contra un oponente como
yo. No debo subestimarlo, pues sería demasiado sencillo que cayera por exceso
de confianza en sus armas de largo alcance, pero, aun con esto claro, parece tan
cierto que es así que bien podría serlo. En cualquier caso, si soy capaz de
congelar a mis enemigos, también puedo mantener mi propia cabeza fría. No voy a
arriesgarme, pero voy a tratar de pisarle todos los pies de los que vea que
cojea. Fuera de que intente hacer que me confíe o no, lo cierto es que mi
cuerpo es más rápido que sus balas.
No parar de moverte no te traerá
un milagro.-advirtió Leon-Como tirador, he sido perfectamente entrenado para cazar
a blancos en movimiento.
El joven disparó hacia el último
punto donde pensaba que había caído Shirubei.
Pero seguro que a blancos
invisibles no.-respondió Shirubei con un siseo.
¿Qué…-el militar se sorprendió.
Como una flecha, el joven guerrero
ninja saltó de una punta a otra de la azotea, embistiendo a su contendiente con
un potente rodillazo a mitad del trayecto y desapareciendo después de su vista
otra vez.
¿Ha dado el primer golpe?-Leon se encontraba sorprendido-¡Es muy ágil!
Está desconcertado.-Shirubei se dio cuenta de la reacción de Leon-¡A LA CAZA!
Shirubei saltó muy alto y se
preparó para caer verticalmente encima de Leon. Desplegó las garras de sus
manos y las de sus pies, dispuesto a escindir al joven soldado.
Salto en silencio, haciendo honor a la agilidad y al sigilo de los
Anome.-Shirubei se explicaba a sí mismo su jugada, orgulloso de ella y
sintiéndose cada vez más sediento de sangre-Enfrío
el aire a mi alrededor con las virtudes del Hyôton no Jutsu para ocultar mi
olor y para que mi sudor no gotee, pero sólo unas micras, las suficientes para
camuflarme sin que los oponentes sientan el frío… ¡y nunca sabrán quién los ha
troceado vivos!
¡JODER!-maldijo Leon mientras
miraba hacia todas las direcciones.
El segundo que había perdido
sorprendiéndose por el rodillazo, más por el hecho de que éste hubiera sido
posible que por el dolor, suponía un gran viraje en el combate. Alguien tan
rápido como Shirubei podría aprovecharse de eso. No lo veía, pero no sabía que
estaba a punto de caerle encima. No obstante, pensó por un segundo que su
oponente en efecto había saltado, por lo que decidió tratar de poner fin al
combate de manera radical: alzó dos metralletas al cielo y comenzó a disparar,
de tal manera que, si realmente estaba allí, lo acribillaría a quemarropa
causándole la muerte, incluso si ello suponía recibir un arañazo.
¡Mierda!-pensó Shirubei mientras reaccionaba a toda velocidad.
Ninpô – Hyôton no Jutsu!-exclamó.
(¡Arte ninja del hielo!)
Congeló las balas justo antes de
que atravesaran su cuerpo, cesando su trayectoria y haciendo que cayeran al
suelo. Al verse libre de la amenaza, continuó con su propósito de caer encima
de Leon, pero él ya había podido prever su movimiento, razón por la cual pudo
bloquear sus garras usando las metralletas como interceptoras.
¡Casi!-exclamó Leon tras emitir un
silbido.
Te has quedado sin metralletas, brother.-Shirubei dijo la última palabra
en un perfecto inglés a la vez que rompía las armas de Leon con la fuerza de
sus afiladas garras.
Has sonado muy británico.-comentó
el soldado.
Pues tu parca tiene acento
británico entonces.-comentó Shirubei mientras se alejaba de nuevo.
¡No te dejaré abusar de ese truco
ni un segundo más!-Leon comenzaba a ponerse serio.
El joven se tumbó mientras montaba
un rifle de francotirador. Aprovechando la mira telescópica con la que iba
equipado, disparó contra el Taimanin, que se alejaba, una vez finalizó el
montaje. Como respuesta, él lanzó un shuriken y desvió la bala lo suficiente
como para poder caer en la oscuridad de un sitio seguro sin recibir el disparo.
Bueno, no soy Aoi, pero tampoco soy un novato sin práctica.-pensó
Shirubei-Ha quedado más que aceptable ese
lanzamiento de rechazo.
Como imagino que sabrás, Shirubei
Anome, un rifle de francotirador atraviesa las barreras físicas más rápida y
eficazmente que una pistola.-comentó el soldado-Yo que tú no me escondería
tanto en lo sucesivo.
Durante al menos dos minutos, Leon
estuvo intentando atravesar a Shirubei con un disparo letal. Su rifle de
francotirador era de altísima categoría y su potencia era temible. El Taimanin
esquivaba todos los disparos como podía. No podía permanecer tanto tiempo como
antes en cada punto, pero, a cambio, ninguno de ellos quedaba inutilizado, pues
sólo recibían un disparo y, por tanto, un agujero. En un momento en el que
ambos decidieron llevar su agilidad al máximo, se produjo un resultado que
cambió el flujo del combate: Shirubei salió de su escondite caminando con una
herida sangrante en el brazo derecho, a media altura del tríceps.
Esa bala me ha rozado y me ha
hecho un corte.-comentó el Taimanin-Me has tocado MUCHO las narices. La única
sangre que no me gusta ver brotar en un combate es la mía. Has abierto la caja
de Pandora, chaval. Estás jodido. En realidad me das pena: tantos años
entrenando, formándote y estudiando como militar, más todo el tiempo que hayas
tenido que invertir en aprender japonés, para que al final te envíen a tocar la
polla a quien no debes y acabes tus días de la manera más gore que te puedas imaginar. ¡Voy a hacerte llorar… lágrimas de
sangre!
Tras hacer un desdeñoso gesto con
su mano izquierda, el chico se escabulló de la vista de Leon de nuevo.
¿Todo ese discursito para volver a
tu juego de huir e intentar sorprenderme?-preguntó el joven soldado-Empiezo a
pensar que no eres tan bueno como pensa… ¿QUÉ DEMONIOS…?
La única respuesta que Leon
escuchó fue la macabra, y congelante risa de Shirubei.
El juego ha empezado.-susurró el
Taimanin.
El movimiento de la mano de
Shirubei antes de desaparecer había hecho aparecer una costra de escarcha en la
lente de la mira telescópica. Toda la imagen se veía distorsionada y cada vez
peor, lo que dio al francotirador la idea de que tal vez el agua había
penetrado en la mira para inutilizarla gradual e irrecuperablemente.
Ahora comienzo a moverme de manera ruidosa, cortando el aire en cada
desplazamiento, indicando a mi oponente mi posición en cada momento.-Shirubei
maquinaba con una sonrisa de sádica satisfacción mientras no paraba de saltar
de un lado a otro del campo de batalla-Su
orgullo y su amor por los cacharros que lleva encima le llevarán a tratar de
derribarme con ellos y…
¡Había francotiradores expertos
antes de la invención de este tipo de miras!-bramó Leon-¡Con ese ruido, puedo
detectarte más fácilmente! ¡Estás acabado de cualquier manera!
Acostumbrado a su mira, Leon no
pudo reaccionar lo suficientemente rápido al verse incapaz de observar nada con
ella. Este retardo en la reacción le dio a Shirubei carta blanca para
acercársele por un costado y lanzarle una feroz patada giratoria en el pecho.
¡Ugh!-se quejó Leon.
¡JAJAJAJA!-se rió
Shirubei-¡Prepárate! ¡YAAAAAH!
Shirubei lanzó otra patada, pero
Leon levantó una rodilla y la bloqueó: como soldado, él también estaba formado
en artes marciales, por lo que podría salir de un forcejeo como aquél.
¡FUERA!-gritó Leon mientras
lanzaba un puñetazo.
El puño de Leon impactó en el
rostro de Shirubei, empujándolo hacia atrás. El soldado comenzó entonces a
lanzar más golpes en aras de alejar al Taimanin lo suficiente como para seguir
disparando, pero éste se esforzó al máximo para aprovechar que estaban pegados
el uno al otro y, arriesgándose a recibir un golpe doloroso, partió por la
mitad el rifle de francotirador dejándole caer el talón en una patada vertical.
Tras ello, esquivó el golpe que estaba a punto de llevarse y se alejó con dos
volteretas hacia atrás.
Te has alejado lo justo y
necesario para perder tus tripas por el camino.-comentó Leon-¡Gracias!
Sacó de su chaqueta una escopeta
recortada y disparó. El corto alcance del arma era un problema, pero Shirubei
estaba lo suficientemente cerca como para temer su gran potencia destructiva.
Durante un instante, el tiempo se bloqueó para Leon, pues vio a su oponente
siendo alcanzado por el disparo. Algo le salpicó en la cara y en los hombros.
Pensó que sería su sangre, pero, al ver que se trataba de agua y no encontrar
el cadáver de Shirubei frente a él, entendió la fatídica trampa en la que había
caído: el Taimanin se había deshecho en agua para ser desperdigado por el
cañonazo para después aparecer por coalescencia en su espalda.
Maldita…-susurró Leon mientras se
giraba para ver lo que tenía detrás.
Por un momento vio a Shirubei,
pero pronto su vista se tornó roja y comenzó a ver el suelo en el que se
encontró retorciéndose y gritando: el chico le había propinado un fortísimo
arañazo en la cara con una de sus garras y lo había lanzado por los aires.
¡GRAAAAAAAAAAAAHHHH!-Leon chillaba
por la dolorosa herida.
Te dije que te haría llorar.-dijo
Shirubei con satisfacción-Empiezo a ponerme a tono… ¡quiero más de tu sangre!
¡Prepárate!
Todavía con su escopeta en las
manos, el soldado se incorporó.
No he dicho mis últimas
palabras.-dijo-Has podido herirme, pero yo a ti también… ¡y cumpliré mi misión
sea como sea!
No abras mucho la boca, no vaya a
ser que se te amplíen las heridas y te quedes sin cara.-le advirtió
Shirubei-¡JAJAJAJAJAJA!
¡Cierra el pico, Taimanin!-bramó
Leon-Bullet Storm!
La escopeta del chico comenzó a
disparar con una velocidad impropia de su construcción. Cada proyectil se
dispersaba en varios, generando un peligroso abanico de metralla.
Ninpô – Hyôton no Jutsu! Shouri no
Toge!-exclamó Shirubei.
(¡Arte ninja del hielo! ¡Espinas de la Victoria!)
Con elegancia, Shirubei disparó
varias estacas de hielo contra la masa de proyectiles de Leon, pudiendo
contrarrestarla y apartarse con seguridad. No obstante, algunos de los
fragmentos más pequeños le alcanzaron. No llegaron a atravesar su cuerpo, pero
sí le causaron impactos dolorosos y algunas quemaduras leves.
Es más fácil esquivar unas pocas
estacas grandes que muchas balas pequeñas.-se jactó Leon mientras esquivaba el
ataque especial de Shirubei.
Sin mediar palabra, el Taimanin
hizo un gesto con dos dedos hacia abajo. Una última estaca de hielo cayó
directa hacia Leon, quien dio un paso hacia atrás y le disparó con su escopeta,
haciéndola añicos.
El hielo es muy frágil. Parece
mentira que no lo sepas.-Leon se sonrió.
No te flipes.-respondió seca y
cortantemente Shirubei mientras movía el dedo índice de su mano derecha como si
fuera una batuta.
Las esquirlas de hielo que se
generaron tras el disparo envolvieron a Leon y le atacaron como si de un
enjambre vivo se tratase.
Cuanto menos me vea hacer sellos ninja seriamente…-pensaba el
Taimanin mientras movía sus manos de manera atípica para conducir sus ataques-… menos se esperará el golpe que hará que
muerda el polvo.
¡Apartaos!-bramaba Leon mientras
disparaba con su escopeta tratando de romper los pedazos de hielo-¡Dejadme
apuntar!
El soldado se dio cuenta de que
sus pies dejaban de tocar el suelo. Al estar rodeado de hielo, Shirubei podía
arrastrarlo con él como si fuera parte del mismo. Se dio cuenta de que mantenía
la mano izquierda abierta con la palma hacia el cielo. A la vez que subía
lentamente esa mano, la nube de hielo con el cuerpo atrapado ascendía.
Je…-el Taimanin se sonrió.
Con un brusco y potente
movimiento, bajó la mano hacia el suelo, estampando a Leon contra él de manera
remota. Sin perder un segundo, saltó hacia su derribado enemigo con objeto de
asestarle el golpe definitivo. Realizó un sello ninja con sus manos.
Ninpô – Suiton no Jutsu! Shimetta Kami!-gritó.
(¡Arte ninja del agua! ¡Cabello Húmedo!)
El pelo de Shirubei se convirtió
en una cristalina mata de agua. Agitó la cabeza con vehemencia, emitiendo un
pesado chorro de agua a través de la misma y golpeando a Leon como si de un
látigo muy pesado se tratase.
Ninpô – Suiton no Jutsu! Bakuhatsu-mono
Awa!-Shirubei continuó su asalto mientras su cabello volvía a la normalidad.
(¡Arte ninja del agua! ¡Burbuja Explosiva!)
Conjuró con sus manos una enorme
esfera de agua que lanzó hacia Leon de un soplido. La potente explosión de agua
abrió un cráter en la azotea e hizo rodar dolorosamente a su objetivo varios
metros.
Es hora de inutilizarte para
siempre.-dijo Shirubei macabramente tras caer de pie en el suelo.
¡No!-se negó Leon entre toses producidas por la ingesta de agua fruto de
los ataques de su enemigo-Es hora de que te enseñe lo que de verdad tengo para
derrotarte.
El chico comenzó a desvestirte.
¿Un tatuaje?-preguntó el Taimanin
con sorna-¿Una marca de nacimiento? ¿La polla? ¡No sabía que desnudarse en
combate permitía desvelar armas capaces de girar las tornas!
Debajo de nuestros uniformes
tenemos nuestro verdadero estilo de combate.-explicó Leon-¡Te las voy a
devolver todas juntas y en el mismo sitio!
El chico lanzó su chaqueta, sus
pantalones y su calzado por los aires. Debajo no estaba su cuerpo desnudo, sino
otro atuendo. Se trataba de una malla de cuerpo entero de color grisáceo con
refuerzos en las muñecas y en los tobillos. Iba también reforzada en algunos
tramos con estructuras metálicas blancas ribeteadas en azul grisáceo, haciendo
parecer a la armadura un esqueleto, pues las líneas protectoras seguían las
costillas, la columna vertebral y los alrededores de los huesos de la cadera.
También tenía placas en los codos, en los hombros y en las rodillas.
¡Guau!-se sorprendió Shirubei-¡Ahora
pareces un héroe futurista! ¿Podemos seguir?
Las cosas van a cambiar mucho a
partir de ahora.-dijo Leon mientras se limpiaba la sangre de la cara
aprovechando el agua que todavía lo mojaba-¡Ya no necesito mis manos para
disparar!
De los segmentos reforzados de su
armadura comenzaron a salir cañones que escupieron sartas y sartas de balas
contra Shirubei.
Con mi armadura robótica de
cañones automatizados, ¡soy imparable!-gruñó Leon mientras trataba de
acribillar a su presa.
Rompe esto primero y después
hablamos.-respondió Shirubei con desdén.
El Taimanin creó un muro de hielo
que lo protegió de todas las balas.
¡No necesito hacer eso!-respondió
Leon.
Con gran agilidad, el soldado comenzó
a dar volteretas por el campo de batalla a la vez que sus cañones disparaban,
no tardando en franquear el muro y dirigir toda su tempestad de balas hacia el
Taimanin.
¡Buen movimiento, pero no lo
suficiente!-comentó el ninja mientras arrastraba las balas lejos de él con una
cortina de agua-¡Has cometido el error de acercarte a mí de nuevo!
Tus garras difícilmente podrían
cortar esta coraza.-explicó el soldado-No estoy tan preocupado por la distancia
ahora mismo.
Yo en tu lugar sí lo
estaría.-replicó Shirubei-Estas garras son capaces de todo. Podría peinarte los
pelos de las piernas con ellas sin arrancar ni uno solo, dándoles la forma que
quiera… o podría convertirte en una pulpa sangrante e irreconocible, incluso si
estuvieses dentro de un tanque.
Gracias por tu oferta, pero no
necesito tus servicios estéticos.-respondió Leon-Las piernas las tengo muy bien
depiladas.
Pues los del paquete.-respondió
Shirubei encogiéndose de hombros-¿O también lo tienes depilado?
¡Eso no te importa en
absoluto!-gritó Leon a la vez que se ruborizaba.
Vamos, no seas así, sólo era
curiosidad por saber tus trucos de belleza.-lo intentó calmar Shirubei con una
sonrisa de falsa amistad-Yo, por ejemplo, me dejo crecer sólo un poquito, justo
alrededor y por encima de la base, y lo recorto en forma de corona para memorar
que, básicamente, MI RABO ES EL REY DE LA FIESTA Y, CON ÉL, VOY A ACABAR
CONTIGO. ¡Sigo muy quemado por lo de la ONU! ¡Las ganas de quitaros de en medio
me van a hacer explotar!
Qué soez.-se limitó a responder el
soldado.
La llevas clara si te crees que
voy a guardar decoro con vosotros después de la forma en que me tocasteis las
narices.-rebatió tajantemente el ninja-¡Casi pierdo a una de las personas más
importantes de mi vida en medio del esfuerzo que supuso reunir el paquete
informativo que enviamos a la ONU y vosotros bloqueasteis!
Es nuestro trabajo.-Leon se
encogió de hombros.
Por relatividad, entiendo que te
importe una mierda el suplicio por el que tuvimos que pasar.-respondió
Shirubei-Aun con ello, ¡no voy a dejar que menosprecies la valía de uno de mis
más grandes e importantes amigos! ¡Yamiyuki arriesgó su vida por la misión que
no nos estáis dejando llevar a cabo! ¡Pienso honrar cada paso que dio
incrementando vuestras bajas y dedicándoselas!
Inténtalo…-lo retó el soldado-…
¡PREFERIBLEMENTE ANTES DE QUE EXPLOTES!
Leon volvió a arremeter contra
Shirubei disparando un gran número de cañones a la vez. El Taimanin se deshizo
en un charco que reptó hasta los pies de su oponente, se enroscó en ellos y le
quitó el equilibrio, tirándolo al suelo.
Veamos qué tal te manejas
ahora.-siseó el Taimanin rubio mientras se hacía corpóreo de nuevo.
Colocó bocabajo a Leon y lo
oprimió contra el suelo con sus rodillas y una mano. Con la otra mano, desplegó
una garra y se dispuso a clavársela en la espalda. Su sorpresa no fue pequeña
cuando vio que se había chocado con la columna vertebral metálica de la
armadura y que de ahí no bajaba.
Vaya, sí que está duro este juguetito
tuyo.-dijo Shirubei-Vaya putada. Y yo que quería acabar contigo de una vez por
todas…
Te lo dije.-respondió Leon-Y
ahora, ¡quítate de encima!
Aún no he terminado con mi
ataque.-replicó Shirubei.
Ni yo he empezado con el mío…-susurró
Leon.
De manera súbita, Shirubei se vio
golpeado por algo parecido a un látigo que le dejó una dolorosa marca en la
zona del golpe a la vez que lo lanzó por los aires.
¿Qué ha sido eso?-pensó el chico mientras se levantaba.
La columna vertebral de la
armadura de Leon se había alargado y había dado lugar a una cola muy larga.
¡Un ataque físico con un arma
blanca!-se sorprendió Shirubei al ver la cola de Leon-¡Eso no es un arma de
fuego! ¿Te cambias de carrera?
¿Tú crees?-preguntó Leon arqueando
la ceja.
La punta de la cola se abrió,
dejando ver un orificio del que comenzaron a llover balas como si de un cañón
de ametralladora se tratase.
¡Joder!-exclamó Shirubei mientras
hacía maniobras evasivas-¡Cómo mola!
¿Te parece divertido?-insistió
Leon-¿En serio? ¡Yo no me lo tomaría tan a broma! Has visto a muchos animales
moviendo la cola, ¿verdad? ¿Qué pasa si a una de esas colas le pones un maldito
cañón en el extremo?
Leon hizo que la cola de su
armadura se agitase de manera caótica, complicando mucho más la trayectoria de
las balas y transformando el chorro de balas en una nube desordenada y difícil
de evadir.
¡Mierda!-maldecía el Taimanin para sus adentros-¡Va a ser verdad que estoy jodido! Si la
vista no me falla, la probabilidad mínima de encontrar una bala la tenemos… ¡a
ras de suelo!
En una fracción de segundo,
Shirubei creó una línea de hielo con la que se dejó caer y se deslizó
horizontalmente con la espalda hasta los pies de Leon. En el camino le rozaron
algunas balas, produciéndole ciertos cortes y alguna quemadura, pero nada que le
impidiera agarrar los tobillos del soldado con sus pies y tirarlo al suelo.
¡Puedes bloquear mis extremidades
en el suelo, pero no la cola!-se jactó Leon.
De nuevo, la peligrosa cola del
traje de combate de Leon se puso en marcha, se colocó en la sien izquierda de
Shirubei y disparó como si fuera una escopeta. Si el ninja no hubiera saltado
verticalmente, habría recibido un disparo letal.
¡¿Esa cola puede cambiar su modo de disparo como si fuera
simultáneamente una variedad de armas?!-se sorprendió mientras surcaba el
aire-Entonces, si es así, ahora mismo
utilizará…
Antes de poder terminar de hilar
sus ideas, Shirubei escuchó el sonido de un rifle de francotirador. La cola de
Leon podía emitir disparos capaces de ignorar las distancias.
¡Lo sabía!-exclamó Shirubei-En tal caso, ¡es hora de la tempestad!
El cuerpo de Shirubei se deshizo
en agua, cayendo sobre la azotea como si de una lluvia se tratase.
¿Dónde te has metido?-preguntó
Leon alzando la voz.
En todas partes y en ninguna.-la
voz del otro joven resonó por toda la azotea.
¡Déjate de juegos!-pidió Leon
mientras lanzaba disparos de advertencia.
Ninpô – Suiton no Jutsu! Mizu Bunshin!-se
oyó conjurar a Shirubei.
(¡Arte ninja del agua! ¡Clonación Acuática!)
Los charcos producidos de la
lluvia se convirtieron en géiseres, y cada uno de ellos dio lugar a una réplica
de Shirubei. Eran todos idénticos y, con
total autonomía, atacaron a Leon cada uno de una manera.
¡Maldita sea!-exclamó Leon
mientras trataba de defenderse.
Dejó que todos los cañones de su
pecho, sus codos, rodillas y caderas dispararan. Los clones afectados se
deshacían en charcos, pero volvían a generarse y a atacar. Aprovechando la
longitud de su versátil cola, comenzó a dar latigazos para deshacer a los clones
que más se le acercaban, pero aparecían dos por cada uno que derribaba, por lo
que terminó siendo atrapado en un peligroso círculo.
¡Acabaré contigo igualmente,
Taimanin!-bramó el militar-¡No me asustan tus réplicas de agua!
¡Somos tan líquidos como el agua
que nos compone, y a la vez nuestras patadas son tan sólidas y duras como el
diamante!-gritaron todos a la vez.
Los clones lanzaron cada uno una
patada, impactando contra Leon, rodeándolo con los pies y levantándolo como si
fueran los radios de aquel círculo y el soldado el centro.
¡UARGH!-gritó Leon escupiendo
sangre por tantos golpes recibidos en un instante-¡Ya estoy harto! ¡Te borraré
del mapa! ¡Hasta el agua sale volando en una explosión!
Leon apuntó al suelo con su cola,
que disparó como si fuera un lanzagranadas. La explosión provocó una ola digna
de un mar embravecido, destrozando a todos los clones y afectando también al
verdadero Shirubei, que salió volando por la explosión a la vez que gritaba de
dolor y se llevaba las manos al abdomen, donde tenía una quemadura grande. Acabó
estampado en la pared que rodeaba las escaleras que bajaban al interior del
edificio.
Con el siguiente disparo te
borraré del mapa como que me llamo Leon Fitzgerald.-dijo el soldado con
determinación.
Disparó otra granada hacia
Shirubei, quien se apartó en el último momento, viendo la manera en la que la
pared volaba por los aires.
Me has dado bien fuerte.-reconoció
Shirubei-Sin embargo, no lo suficientemente fuerte como para tumbarme.
Tengo algo aún más
fuerte.-respondió Leon-Te lo enseñaré, ya que tanto interés demuestras en
perecer aquí.
La punta de la cola disparó esta
vez un misil. Shirubei se sorprendió, pero rápidamente se concentró de nuevo,
entendiendo que, si quería vivir, tendría que contrarrestar aquel ataque con
rapidez y sagacidad. Se concentró en el odio que tenía a sus enemigos militares
y en lo mal que lo habían pasado por culpa de todo aquello: sentenció entonces
que había llegado la hora de quitárselos de encima.
Leon no vio a Shirubei. Como no
era parte de su cuerpo, tampoco sintió dolor: el misil había sido cortado por
la mitad y congelado, sin posibilidad de explotar, y su cola había saltado por
los aires. Se giró sorprendido y vio al Taimanin detrás de él con sus garras
desplegadas y una expresión muy seria en su rostro. Le había cortado la cola
con un zarpazo.
Esa cosa no volverá a
disparar.-siseó el ninja.
¡Imposible!-exclamó Leon-Has
tenido suerte, pero aún puedo hacerte frente. ¡Tengo cientos de cañones en el
cuerpo!
No se llama suerte, chaval.-dijo
Shirubei-¡Es habilidad!
Leon se quedó gélido al ver que
sus cañones no disparaban.
Ya que no puedo cortarlos, ¿por
qué no congelarlos por dentro para que queden igual de inútiles?-explicó el
Taimanin con donaire.
¡No puede ser!-Leon no daba
crédito-En tan poco tiempo, has…
Y mucho más.-continuó el ninja-¿No
te escuece nada?
El traje de Leon comenzó a
mancharse de rojo desde su interior por varios puntos. El soldado se sentía
asustado, pues, aunque su traje estaba intacto, su cuerpo estaba lleno de
cortes. Entendió entonces que había sido gravemente herido, su cerebro comprendió
el dolor y se derrumbó entre alaridos y espasmos.
Acomodar el agua de su sudor a la forma de mis cuchillas para cortarlo
desde dentro me ha dado la victoria.-pensó Shirubei-No está de más ser inteligente cuando tus garras no pueden cortar un
material. Pero he usado tanta energía espiritual… que estoy agotado. Mierda.
Shirubei había utilizado mucho sus
poderes elementales para poder hacer frente a Leon. Tantos ataques a la vez y
con objetivos tan complicados y atípicos le habían generado algo de fatiga.
Tengo que rematarlo…-se propuso el Taimanin mentalmente-…ya descansaré después, cuando vuelva a casa.
Una ducha, una paja y a la cama. Sí, me lo he ganado después de esto…
Se acercó a su desplomado enemigo.
¡QUE TE JODAN!-le espetó.
Le pateó varias veces las heridas
y, finalmente, le golpeó con la palma de la mano en la frente, haciendo que
perdiera el conocimiento al impactar con la nuca contra el suelo. Después de
escupirle en la cara a su maltrecho y derrotado enemigo, se dispuso a mirar
hacia abajo. Creyó oír un ruido de pisadas muy característico, como si alguien
estuviera corriendo con tacones, pero antes de investigarlo se sentó para
recuperarse unos minutos. Su cuerpo y su mente lo necesitaban.
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