TAIMANIN
YAMIYUKI
Episodio 88: Dureza
Los seis valientes Taimanin aparecieron en las
instalaciones de los Neo-Nómadas tras despedirse de sus compañeros y cruzar el
portal. Su objetivo era rescatar a los soldados que hasta ese instante habían
sido sus enemigos en aras de desbloquear las comunicaciones con la ONU como
pago por la vida que a partir de esa noche les iban a deber.
Esto es enorme.-comentó Hagane mientras miraba
a su alrededor-¿No os da la impresión de que cada vez que nos colamos en las
instalaciones del enemigo hacen algún tipo de obra de ampliación?
No me extrañaría lo más mínimo.-respondió Rito
con una media sonrisa-Lo que más me mosquea no es que esto sea grande, sino que
no haya ni rastro de los tiparracos a los que hemos venido a buscar.
Saben que queremos sacarlos de aquí con
vida.-terció Aoi-No querrán ponérnoslo nada fácil. Seguro que están separados.
No se arriesgarán a que podamos agarrarlos a todos a la vez y, por supuesto,
nos quieren separados a nosotros también por si entramos en combate.
Creo que está claro que tenemos que ir cada uno
por un sitio.-sumó Shirubei encogiéndose de hombros-Estaba encantadísimo de
volver a verme rodeado de vosotros, pero parece ser que nos tenemos que dar
otro paseo solitario.
No será tan duro como lo que llevamos
hecho.-Inuhito trató de infundir ánimos-Los soldados están fuera de combate.
Las más peligrosas eran las dos mujeres, una de ellas está muerta y la otra es
nuestra rehén. También sabemos que los Fuuma no vendrán a joder porque ya no
existen, por lo que todo queda entre los Mazoku y nosotros. Esas alimañas
también tienen que estar agotadas por la batalla de esta noche.
Está claro entonces, mis queridos aliados y
amigos.-sentenció Yamiyuki en tono solemne-Nos separaremos aquí y trataremos de
encontrar a todos nuestros objetivos. Tenemos que hacer lo posible por rescatar
con vida a los soldados James Silver, Leon Fitzgerald, Émile Delacroix, Grant
Steeler, Christian Miller, Andrei Kagami-Volkov y Gordon Powers. Nos veremos
antes de lo que imaginamos. ¡Buena suerte a todos!
Los chicos asintieron con la cabeza y se
separaron, yendo cada uno por un pasillo de los muchos a los que se podía
acceder por el punto en el que habían aterrizado desde el portal. Al verse solo
de nuevo, Yamiyuki comenzó a reflexionar.
Son
siete objetivos y nosotros somos seis.-pensó el chico-Tendremos que
emplearnos a fondo. Hay que encontrarlos, acabar con quien ose separarnos de
ellos y después convencerlos para que nos acompañen o, en su defecto, cargar
con sus cuerpos tras noquearlos de manera preventiva. Noto una presencia
demoníaca cerca. Espero que haya suerte. Jamás pensé que me vería con tantas
ganas de encontrarme a un demonio.
El chico clavó sus brillantes y místicos ojos
en el extremo final de un pasillo. En algún punto de aquel segmento se estaba
filtrando una energía demoníaca que invitaba al acercamiento, una trampa obvia,
una señal de avance. Con sigilo y agilidad, surcó el pasillo de un salto.
Apoyando la espalda en la pared a la que acababa de llegar, inspiró y exhaló de
manera taimada. Sentía la presencia demoníaca más cerca. Delante de él había
otro tramo de corredor, pues había parado en un codo. En el nuevo tramo había
bastantes puertas a ambos lados.
No
tengo tiempo para abrir todas las puertas.-Yamiyuki hacía cábalas para sí-Y,
aunque lo tuviera, no necesitaría disponer de él de tal forma. Las rosas me
acompañan en todos mis viajes.
Tocó un punto de la pared con los dedos índice
y corazón de la mano derecha. De debajo de sus dedos comenzaron a brotar unas
finas ramas de rosal que crecieron hacia cada una de las puertas, colándose por
las rendijas y dejando que floreciera una rosa roja en el extremo que había
conseguido entrar en cada sala.
Las
rosas están tranquilas.-observó
el joven-No hay nada de interés tras
estas puertas. Tendré que pedirles un favor extra. ¡Rosas, mostradme el camino,
por favor!
Las ramas de rosal salieron de las puertas y se
enroscaron entre sí, formando una rama gruesa que comenzó a recorrer la
estancia como si fuera inteligente. Su invocador perdió pronto su extremo de
vista, dejando que explorara libremente las instalaciones hasta que, de pronto,
se paró.
Creo
que he encontrado algo.-Yamiyuki
se sonrió-Bueno, no lo creo: lo sé. Si la
rosa que despertará tras este parón me da un indicio sabré lo que hacer.
Lejos de la vista del Taimanin, de la punta de la
rama, que se había detenido, brotó una hermosa rosa roja. Comenzó a sufrir
espasmos con una energía de color azul: estaba disonando con la energía
demoníaca, transmitiéndole a su dueño una valiosa información. Obviando
totalmente la forma y la longitud del camino, así como el tiempo que podría
tardarse en recorrerlo, Yamiyuki brotó del extremo de la rama con un pequeño
estallido de pétalos, cayendo de pie frente a una puerta reforzada al lado de
la cual la rosa estaba brillando, alternando su rojo natural con el azul de la
energía Mazoku.
Ya es hora de que te relajes, preciosa.-susurró
Yamiyuki cogiendo la rosa con sus manos, apartándola de la energía que la
estresaba-Necesitaré tu ayuda en breves instantes.
El chico trató de escuchar a través de la
puerta. Al haberse separado por completo de la pared, la rama de rosal se había
esfumado como si nunca hubiera estado ahí. Como Taimanin, aquel joven podía
presumir de que sus sentidos estaban muy desarrollados, pero no estaban
vastamente amplificados como los de Inuhito. No captó la totalidad de lo que
estaba sucediendo al otro lado de la puerta, pero sí escuchó alguna voz
familiar que le dio la pista definitiva.
Ahora, mi bella flor,-susurró Yamiyuki-abre la
puerta.
Colocó la rosa en el cerrojo. Como si de
ganzúas hechas a medida se tratase, las ramas que hizo brotar la rosa en el
interior de la cerradura abrieron la puerta de manera completa, limpia y
silenciosa. Haciendo honor a su sigilo como guerrero ninja, Yamiyuki se coló
sin ser visto ni oído, tras lo cual se colgó del techo, permaneciendo como un
observador en el rincón más oscuro de aquella sala que, por suerte para él, estaba
poco iluminada.
No hay que ser muy inteligente para inferir lo
que pretendéis hacer conmigo.-dijo la voz que había dado la pista a Yamiyuki
desde el centro de la estancia.
Grant Steeler estaba allí. Sólo unos calzoncillos
lo separaban de la desnudez. Su atlético cuerpo estaba montado en una máquina
de aspecto amenazador que le unía los brazos por las muñecas con un pesado
grillete hidráulico que se sujetaba del techo. Sus piernas estaban cruzadas a
la altura de los tobillos, separadas a la altura de las caderas y levantadas
hasta dejar el punto medio de sus nalgas apuntando al suelo. Al igual que con
sus brazos, también sus piernas estaban sujetas con un grillete que se cerraba
en torno a sus tobillos y se sujetaba al suelo mediante un pilar metálico. En
el cuello le habían puesto un collar metálico con una cenefa de púas en su cara
interna amenazando con clavársele en la piel. De la cara externa de aquel
sádico accesorio colgaban cables de diferentes colores y eran muy largos,
llegando a conectarse a máquinas que estaban muy alejadas dentro de la
extensión de la sala. Bien fijado al suelo se erguía, perpendicularmente a él,
un mástil muy rígido y duro que apuntaba directamente a la zona anal del
soldado, que había sido estratégicamente expuesta con aquella máquina.
Estás jodido, humano.-Yamiyuki oyó otra voz.
Se fijó entonces en el resto del escenario: al
soldado lo rodeaban mercenarios Mazoku que parecían ser especialistas en
tortura.
Te escupiría, pero no honro a traidores.-se
limitó a responder Grant.
Está
descalzo, pero lleva las botas bien puestas en espíritu.-pensó Yamiyuki mientras observaba-Le van a dar bien fuerte. No sé por qué me
da en la nariz que ese palo que le van a meter por el culo es algo más que un
simple mástil muy largo.
Se te castigará con un empalamiento prolongado
hasta que mueras.-sentenció otro de los mercenarios haciendo caso omiso de la
insolencia de su presa.
No estoy acabado, escoria.-respondió Grant con
estoicismo-En cuanto me libre de estas ataduras, daros una paliza será una
tarea sencilla.
Para paliza la que te han dado esta noche, cría
de zorro.-terció una mujer de la unidad de tortura que también estaba allí-Has
sido vapuleado por Rito Sonozaki hasta perder el conocimiento. Estás sin resuello.
Incluso si te soltáramos, no podrías con nosotros. Es más, yo sola podría
acabar contigo.
Mide tus palabras, arpía diabólica.-le espetó
el militar.
La mujer se dispuso a responder, pero uno de
sus compañeros le hizo un gesto con la mano para que se tranquilizara.
Tranquila, Marianella.-dijo el
mercenario-Tendrás oportunidad de hacerle pagar por su insolencia sin malgastar
tus palabras, que son siempre más sabias que las de él. Hay una ronda de
latigazos antes del empalamiento. ¡Richard, Olga, traed eso!
Dos mercenarios se perdieron por la sala y
volvieron con un carro lleno de látigos de cientos de tipos.
El
plan está claro:-Yamiyuki
repasaba mentalmente-Me río un rato de
los latigazos que le van a dar y, antes de que corra peligro, saltaré encima de
esos parias, me los cargaré sin despeinarme y me llevaré a ese energúmeno. No
obstante, primero quiero ver algo. Reírme de los latigazos no es tan importante
como convertir en una verdad objetiva una teoría que hace tiempo que tengo…
El sonido de un latigazo quebró el silencio
momentáneo que se había hecho. Todos los mercenarios estaban ya armados con
diferentes látigos en las manos y se disponían a disfrutar de aquella sesión de
tortura. Muchos de ellos llevaban una de las armas en cada mano.
Creo
que voy a llevar razón.-Yamiyuki
clavó su vista con aún más intensidad en aquella deprimente y violenta escena.
Sin gritar, el soldado encajaba los fuertes y
dolorosos latigazos que los Mazoku le propinaban por todo el cuerpo.
Has dedicado tu vida a conquistar a tus
enemigos con el dolor.-comentó una de las mercenarias-¡Es hora de que mueras
por sobredosis de tu medicina! ¡El dolor y el placer son nuestras especialidades!
¡Volved al infierno del que os habéis
escapado!-bramó Grant mientras recibía decenas de latigazos simultáneos a manos
de los torturadores.
Una chispa de energía brotó súbitamente en los
ojos del militar, pero se apagó tan rápido como se había encendido. Yamiyuki se
mostró muy atento.
¡Lo he
visto!-el chico se mantenía
expectante-¿Qué ha sido eso que se ha
manifestado en sus ojos? No sé si ha sido por la ira, por el dolor o por mezcla
de ambas, pero ha sucedido tal cual.
Los gritos de los torturadores se hicieron cada
vez más intensos e incomprensibles, pues se mezclaban entre ellos.
¡Arrancadle la ropa interior!-gritó uno de los
mercenarios que más alejado estaba.
Sin mediar palabra, otro mercenario le arrancó
los calzoncillos a Grant de un latigazo, revelando sus musculosos glúteos, sus
marcadas ingles y su miembro viril.
¡Castigad esa zona!-pidió a gritos una sádica
mercenaria.
Los torturadores comenzaron a concentrar sus
latigazos en los glúteos, en el perineo, en los testículos y en el pene del
joven, que seguía negándose a gritar de dolor pese a que su rostro reflejaba
que no lo podía estar pasando peor.
No me
da nada de pena.-pensó el
Taimanin-¿Soy una mala persona? ¿O acaso
él es tan horrible que no puedo sino celebrar su dolor?
¡Juro que os mataré!-bramó el militar tratando
de vencer la fuerza de los grilletes que lo mantenían inmovilizado.
¡Que no sangre por el culo hasta que no empiece
la fiesta de verdad!-pidió un mercenario-Vamos a divertirnos bien.
Cada frase que Grant dedicaba a sus
torturadores hacía que Yamiyuki se tensase cada vez más.
Tiene
algo.-pensaba-¡Lo tiene! Ojalá tuviera aquí algún medio
para corroborarlo o estuviera conmigo alguna persona con capacidades
específicas para ello.
¡El collar!-gritó Olga, la mercenaria que había
acercado los látigos a sus compañeros-¡Actívalo, Kain!
Uno de los hombres se acercó a un ordenador de
la sala. Introdujo una contraseña y, tras ello, activó un programa. El collar
se cerró firmemente y se enroscó con fuerza en el cuello de Grant, haciendo que
se le clavaran todas las púas.
Ngh…-Grant no pudo reprimir un gemido.
¡AHORA!-chillaron todos los torturadores.
El torturador Kain pulsó un botón del ordenador,
haciendo que los cables que llegaban al collar vieran justificada su
existencia. Cada color tenía una función: los había que transmitían corriente
eléctrica para producir dolor y los que inyectaban drogas y diferentes
sustancias para doblegar a la víctima.
¿Qué le meto?-preguntó Kain desde el
ordenador-Los tubos suministradores de afrodisíacos están en espera.
La última droga que desarrolló el doctor
Karistus antes de morir.-pidió la torturadora Marianella-Seguro que la jefa
Kuritöö estará orgullosa.
Sin mediar palabra, Kain pulsó un botón e hizo
que las drogas solicitadas fuesen inyectadas en el cuello del soldado. Su pene
comenzó a endurecerse violentamente. Era muy grueso y tenía una sensación
visual pesada. Su longitud era considerable y su curvatura hacia arriba
recordaba a la de un plátano. En el abdomen, alrededor de la base, tenía una
tupida mata de vello púbico. La cicatriz de su circuncisión estaba finamente
trazada y no era muy exagerada, pero la falta de brillo de su glande era
evidente.
¡Agarraré mi bastón antes de que os deis cuenta
y os haré sufrir hasta que deseéis la muerte de rodillas!-amenazó el soldado
viéndose presa de la ansiedad.
Una de las mujeres fustigó el pene de Grant y
enroscó el látigo en él aprovechando la erección. Con un mecanismo de
tecnología Mazoku insertado en la empuñadura del arma, comenzó a transmitir
corriente eléctrica a su través. Inspirado por el gesto de esta compañera, otro
de los soldados tomó dos de los cables eléctricos del collar, les colocó agujas
metálicas en los extremos y se las clavó en el perineo. El rostro del militar
se desfiguró, aunque seguía luchando por mantener la expresión seria y
desafiante.
Nghhhhhhhhhhhhhh…-gruñó en voz baja el joven
soldado.
¿Qué es
esa energía?-se sorprendió
Yamiyuki-Creo que cada vez hay menos
dudas. Este Grant Steeler es…
Es curioso que te acuerdes ahora de tu
bastón.-comentó el torturador Richard en voz alta, cortando el soliloquio de
Yamiyuki y obligándole a prestar atención-Lo hemos…reformulado.
No…-susurró involuntariamente Grant al percatarse
del instrumento con el que lo iban a empalar.
¿Que no?-preguntó uno de los mercenarios entre
risas-¡POR SUPUESTO QUE SÍ!
El mástil que te va a penetrar hasta que mueras
está hecho con el bastón que te hemos requisado.-explicó otro torturador de la
sala-No vas a poder resistirte al dolor. Conseguiremos abollar tu metálico
orgullo, ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA!
El mecanismo del mástil se activó. Se retrajo
un poco hacia el suelo y tomó impulso para subir hacia arriba como un taco de
billar, introduciéndose limpia y fuertemente en el ano del soldado.
¡HAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGHHHHHHHHHH!-chilló
Grant.
Finalmente, el soldado no pudo evitar gritar de
dolor. Las drogas habían hecho mella en sus defensas, la corriente eléctrica y
los golpes lo habían dejado muy dolorido y conocía lo que su bastón era capaz
de hacer a la hora de causar dolor. Sentía que aquel mástil lo estaba quemando
por dentro y estaba esparciendo magma por sus entrañas. También sentía que se
partía por la mitad e incluso llegaba a desearlo con tal de acabar con aquel
sufrimiento indescriptible. De sus ojos brotaban lágrimas grandes y pesadas. No
podía dejar de chillar.
¡Eso es!-gritó uno de los mercenarios-¡Que
sufra! ¡Haced que esa mierda se mueva!
El mástil comenzó a moverse hacia abajo y hacia
arriba con cada vez más amplitud de recorrido, golpeando las vísceras de Grant
una vez pasado el desgarro anal. El soldado se sentía tan dolorido que había
olvidado la humillación que tanta ira le causaba. Sólo podía chillar y llorar.
Esto
ha dejado de ser gracioso.-pensó
Yamiyuki tensando sus músculos-Es hora de
intervenir. Tendré mi oportunidad para terminar de verificar mi teoría con él a
solas.
El Taimanin se tiró desde donde estaba. Cayó en
medio de los torturadores, que no se lo esperaban.
¡Yamiyuki Kuroi!-gritó, aterrorizado, uno de
los mercenarios.
Con su orgullo como castigador recién
alimentado, Yamiyuki miró al soldado que se había asustado y le sonrió.
A ti te mataré el último.-le dijo con una falsa
y sobreactuada dulzura.
Sin dejar pasar ni una fracción de segundo, el
ninja pateó en el cuello al mercenario que más cerca tenía, rompiéndole las
vértebras cervicales y acabando con su vida en medio de un macabro crujido que
se expandió con el eco de la sala.
¿Quién es el siguiente?-preguntó el hermoso
joven flexionando la rodilla de la pierna con la que había lanzado la patada y
quedándose en una pose amenazadora.
¡Tomad los látigos y acabad con él!-bramó un
mercenario Mazoku-¡Que no se lleve al soldado!
Yamiyuki huyó de los latigazos que comenzaron a
dirigirse hacia él y se acercó al ordenador en el que había visto que se
controlaban los aparatos de tortura. Rápidamente, retrajo el mástil hacia el
suelo, liberando el ano de Grant, y aflojó el collar, dejándole el cuello libre
de tensiones, aunque con heridas sangrantes y de mal aspecto. Tras cumplir su
meta estratégica de alargar la vida de su enemigo para poder interrogarlo, se
dispuso a acabar con el resto de los mercenarios, que comenzaron a utilizar su
fuego azul para tratar de darle caza.
¿Sabéis?-preguntó Yamiyuki ignorando soezmente
los feroces ataques de sus enemigos-Desde que saqué el traje negro de la cámara
sellada tengo todavía más ganas de reírme de farfolla como vosotros.
El chico sacó dos armas ocultas del traje. Se
trataba de los bastones con hojas en forma de cuarto de luna que había
utilizado en batallas anteriores. Con ellos, comenzó a hacer elegantes
movimientos, haciendo que las cadenas internas se desplegaran y las hojas comenzaran
a volar hacia los enemigos, causándoles cortes que no los mataron pero sí los
incapacitaron para seguir peleando.
Hora de poner fin a esta fiestecita.-el joven
les guiñó un ojo con sorna a sus malheridos enemigos.
Una vez las cadenas de los bastones se hubieron
terminado de retraer y las hojas volvieron a estar firmemente unidas a los
bastones, el Taimanin comenzó a pasear, decapitando rítmicamente a todos los
mercenarios que encontraba en su caminada con ayuda de las hojas curvadas de
aquellas armas tan versátiles. Cuando no quedó ni un solo soldado vivo, se
guardó los bastones y lanzó unas pequeñas pero rígidas bolas metálicas a los
diferentes interruptores de las paredes, encendiendo todas las luces de la
sala.
Vaya, vaya…-el Taimanin se giró elegante y
amenazadoramente hacia el malherido soldado.
¿Por qué me has salvado?-Grant parecía haber
recuperado su temeridad al haber cesado las fuentes de dolor.
Tengo que preguntarte unas cuantas
cosas.-respondió Yamiyuki-¿Qué te parece si te saco de ahí, te pones cómodo y
hablamos?
Jamás haré una cosa así.-se negó el soldado-Mi
voluntad como militar es inquebrantable.
Permíteme que no me tome en serio esa
afirmación si me la dices mientras te gotea la polla.-respondió con seriedad y
mordacidad el ninja señalando a la entrepierna de su enemigo.
Maldito insolente…-siseó el soldado.
Vamos, no seas inmaduro.-insistió Yamiyuki-Sé
de sobra que esto no te ha gustado. Si tu cuerpo ha tenido esta reacción ha
sido por la mierda que te han pinchado. Necesito tu colaboración y tú una
atención médica urgente que te podría asegurar.
De acuerdo.-se resignó el militar-Sácame de
esta mierda para empezar.
Lo
mataré en cuanto me suelte.-pensó
Grant, manteniéndose estoico.
Quiere
intentar algo contra mí.-pensó
Yamiyuki mientras se disponía a liberar a su enemigo-Definitivamente este tío es gilipollas.
Creo que los botones están en…-Grant apuntó con
la barbilla a uno de los ordenadores.
No necesito esas cosas, no me
subestimes.-respondió el Taimanin.
¿Y
darte la espalda para facilitarte el intento de mierda que vas a protagonizar?-pensaba el ninja-Si quieres hacer el ridículo, voy a hacer que lo hagas a lo grande.
Con una potente patada, Yamiyuki destrozó el
grillete de las piernas de Grant. Las espinilleras de su uniforme conferían a
sus extremidades una dureza sin par. Tras ver cómo las piernas del soldado
caían lacias con los pies colgando casi a ras de suelo, el joven ninja lanzó
una patada mucho más alta que la otra para hacer estallar en pedazos el
grillete que le ataba las muñecas al otro chico, dejando que cayera pesadamente
al suelo. Sin pararse a recoger su pierna, interpuso la palma de su mano entre
su cara y el puñetazo que vio que el chico le lanzaba.
Craso error.-le corrigió mientras le apretaba
fuertemente el puño con la mano-O te relajas o te rompo la mano de manera
irrecuperable.
Mierda.-siseó el soldado.
Buen chico.-dijo Yamiyuki mientras le soltaba
el puño, que había perdido toda la fuerza y la intención, a Grant.
¿De qué quieres hablar?-preguntó el militar sin
mirar a su interlocutor a la cara-¡No alargues más de la cuenta esta
humillación o te arrepentirás! ¿Qué es lo que me quieres preguntar?
Realmente poca cosa.-le mintió Yamiyuki-Sólo quiero
saber en calidad de qué podrías cooperar nosotros tras esta reasignación de
bandos.
No quiero cooperar contigo.-dijo Grant
poniéndose de pie, haciendo acopio de fuerzas para mantenerse erguido.
Yamiyuki, que era mucho más alto que él, se le
puso enfrente totalmente estirado.
No me hagas ponerme unos tacones que hagan que
llegues a hacerme una mamada sin doblar las rodillas, Steeler.-dijo el ninja
con tono amenazador-Te he salvado la puta vida a pesar de que nos habéis estado
jodiendo durante una buena temporada. ¿Crees que estás en condiciones de
ponerte exquisito? Si ni siquiera te quedan fuerzas para mantenerte en pie… ¡sé
realista!
No me gustan los Taimanin.-respondió Grant,
nuevamente humillado.
Ni a nosotros nos gustan los militares
corruptos y estúpidos.-respondió Yamiyuki encogiéndose de hombros-No seas
ridículo. Particularmente, tú nunca me has gustado un pelo. Me has gustado
mucho menos que el resto de los que habéis venido aquí a complicarnos la vida.
Hay algo en ti que no encaja… y tanto tu energía como tu olor lo delatan.
¿De qué estás hablando?-preguntó Grant, quien
empezaba a inquietarse.
Veo que lo sabes tan bien como yo.-respondió el
Taimanin con una sonrisa sagaz-¿Qué no le has contado a nadie?
Creo que nada de esto importa ahora mismo.-el
militar cortó a su interlocutor-Quieres que hagamos una tregua y que
cooperemos, ¿verdad? Si cierras la boca, aceptaré. Me han torturado mucho y
oírte es una tortura aún peor.
¿Aceptas, entonces, la tregua?-preguntó
Yamiyuki.
Sí.-contestó Grant cerrando los ojos y
suspirando-Hagamos una tregua.
De acuerdo.-asintió el joven ninja con una
sonrisa de satisfacción-¡Hagamos una tregua!
Una larga tregua…-suspiró Grant.
Yamiyuki vio que los ojos del soldado volvían a
cambiar de color momentáneamente. El color azul violáceo que adoptaron disipó
todas sus dudas. Su sonrisa se convirtió en una expresión severa.
Largo tengo lo que me vas a comer.-dijo el
ninja con furia mientras asía su nodachi.
Con un ágil movimiento de desenvaine propio del
Iaido, el chico le cortó la cabeza al soldado, dejando que rodara por el suelo.
Del trozo cercenado de su columna vertebral salió una criatura demoníaca con
forma de ofidio que se lanzó con maldad hacia él.
Lo sabía.-dijo Yamiyuki mientras cortaba por la
mitad a aquella criatura-No podía ser de otra manera.
El Taimanin se fue de la habitación tras
examinar el cadáver. Había revelado la verdad sobre Grant Steeler: era un
Mazoku. Tendrían que ahondar en la historia de aquel joven para comprender cómo
había conseguido parecer tan humano y de qué manera se las había ingeniado para
no utilizar nunca los poderes demoníacos de los que supuestamente habría
dispuesto a lo largo de su vida.
Esto
huele a creación de demonios a partir de humanos adultos…-pensó Yamiyuki mientras cerraba la puerta tras
de sí.
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