TAIMANIN
YAMIYUKI
Episodio 71: El anzuelo
Después de un importante esfuerzo
de planificación, finalmente los Taimanin desarrollaron la trampa que
consideraron idónea para atrapar a los militares estadounidenses sin que los
demonios se manifestaran junto a ellos. Gracias a las bazas del equipo Yamiyuki y a la información del
Servicio de Inteligencia, liderado por Kuroageha, en Gokuruma se terminó de
urdir un plan de guerra. Había llegado, por fin, el día en el que aquel plan se
daría a conocer y se comenzaría a llevar a cabo.
Era Yamiyuki el encargado de
realizar la exposición ante el resto de los compañeros Taimanin. Todos
aguardaban expectantes y se sentían llenos de fuerzas y optimismo: su reciente
victoria contra los Fuuma les había quitado un gran problema de encima y
apreciaban que cada vez les quedaba menos para ganar la guerra.
Gracias por vuestra asistencia,
compañeros y amigos.-dijo Yamiyuki a modo de saludo desde su estrado-Es mi
labor hoy presentar la estrategia de acción con la que pondremos en práctica
todo lo que mencionamos en anteriores reuniones. Gran parte del esfuerzo y de
los medios requeridos para este plan han venido del equipo Kuroageha y del
Servicio de Inteligencia, ambos dirigidos por la misma persona, nuestra
compañera, amiga, camarada, hermana y profesora Zhao Kuroageha, quien
perfectamente podría estar diciendo esto en mi lugar, pero que, por desgracia,
no ha podido estar con nosotros hoy por motivos profesionales. Partimos de
nuestro objetivo principal: separar a los soldados estadounidenses de los
demonios en la coalición que han formado. Es por esto que no nos sirve
cualquier invitación de guerra, pues entonces el bando completo se lanzaría
sobre nosotros. Puesto que la unión entre los Mazoku y Estados Unidos es
meramente de guerra, necesitamos tentar a la coalición con una baza que afecte
única y exclusivamente a los militares, y hemos determinado que la mejor para
este caso es la vertiente sociopolítica. Los Mazoku nunca han entendido, no
entienden ni jamás entenderán la dimensión social ni la política como nosotros:
si bien es cierto que, como ya nos han demostrado, hay Mazoku respetuosos, en
el caso de los Neo-Nómadas lo más cercano a una política que puede verse es un
gran afán de conquista y totalitarismo, mientras que en lo social son clasistas
y racistas, despreciando y deseando maltratar a todos los humanos. Por otra
parte, los inmigrantes estadounidenses que se enfrentan a nosotros ahora mismo,
si bien están peleando junto a los demonios, proceden de un país del Primer Mundo,
igual que nosotros, y tienen unas ideas sociales, políticas, económicas,
jurídicas, administrativas, etcétera, mucho más pulidas y evolucionadas que las
de nuestros enemigos los demonios. Claro que Estados Unidos y Japón tienen
muchas diferencias, pero no son tantas ni tan acusadas como las que tenemos los
humanos y los Mazoku, especialmente si pertenecen a los Neo-Nómadas. No
garantizamos que el plan tenga un éxito rotundo y carezca de complicaciones,
pero, tras muchas evaluaciones y comparaciones, creemos que será la mejor
manera de acometer el problema que quedó planteado en reuniones anteriores. Si
bien no todo el mundo sabe todo lo que hay detrás del panorama actual, lo
cierto es que el Reino de Tokyo se sabe en guerra. La prensa no es muda ni tampoco
es tonta. Los altercados con Estados Unidos son prácticamente una constante
histórica en nuestra sociedad y, por supuesto, se sabe que estamos en guerra.
De esta manera, a nadie le extrañaría que un grupo de ciudadanos desconformes
se manifestase en lugares públicos: he aquí la raíz de nuestro plan de acción.
Vamos a disfrazarnos de ciudadanos de a pie, de transeúntes, y vamos a realizar
manifestaciones de índole sociopolítica en diversos lugares del Reino. Lo
haremos de manera intensa, en varios sitios a la vez y durante varios días. La
clave de estas manifestaciones será protestar única y exclusivamente contra los
militares estadounidenses que se han asentado en nuestras tierras, no contra
Estados Unidos en general. De esta forma, es altamente probable que llamemos la
atención de los militares y que a los Mazoku no les importe demasiado. Creemos
que, en tal caso, sería posible provocar su salida a las calles de manera
independiente, es decir, que podríamos hacer que los soldados se acercaran a
nosotros sin la compañía de los demonios. Por supuesto, este plan tiene
lagunas, siendo la mayor de ellas la propia incertidumbre: por más sólido que
pueda ser nuestro optimismo y más nobles que puedan ser nuestros esfuerzos, no
tenemos forma de saber la voluntad de nuestros enemigos. Sí es cierto que, como
comentó Kuroageha la última vez, tenemos captadores y transmisores de
información instalados gracias a las acciones de la batalla que acabamos de
terminar. Éstos, según el Servicio de Inteligencia, son cada vez más imprecisos,
pues no estaban ideados para durar, sino para ofrecer una solución lo más
inmediata posible a los problemas que pudieran suceder después de la batalla.
Me refiero al hecho de que muchos de los dispositivos que introducimos en las
filas enemigas son fácilmente destruibles y que, incluso si ellos no se han
dado cuenta de que están ahí, han podido acabar con ellos, por ejemplo, con el
simple gesto de lavar la ropa. Teniendo esto en mente, queda claro que con esos
dispositivos no podremos adelantarnos al enemigo como hicimos la vez anterior,
en la que descubrimos los planes de Tigres Black y Braulio Cromwell y pudimos
dar pie al nacimiento de la estrategia que describo a continuación. Estos
transmisores de información gozan de una duración corta, pero nos han servido
bien. Lo que sí podremos hacer será sondear de manera sucinta las reacciones e
intenciones del enemigo. No será lo más nítido, pero podremos inferir de alguna
manera si las manifestaciones surten efecto o no. Con esto conseguimos quitar
gran parte de la incertidumbre, pero la idea no acaba aquí. Estamos colocando
unas barreras especiales con la colaboración del equipo de los místicos. Estas
barreras impedirán el paso de los demonios en la zona urbana, por lo que, en
caso de que la coalición entera viniese en respuesta a las manifestaciones,
sólo los militares podrían pasar. Si tuviésemos que pelear contra los militares
y pidiesen refuerzo a los Mazoku, tampoco podrían tenerlo. Gracias a este
sistema, eliminamos otra buena parte de la incertidumbre comentada. No
obstante, la incertidumbre nunca puede cortarse de raíz: queda una componente
de un tamaño tal vez variable, pero con casi total seguridad pequeño que se
traduce en el hecho de que no podemos conocer el futuro. Incluso si el enemigo
reacciona como nosotros esperamos, seguimos sin saber si nuestros planes
saldrán bien o mal. Pueden producirse multitud de desenlaces, pero, en
cualquier caso, lo mejor contra este imborrable componente de incertidumbre es
esforzarnos para que todo salga lo mejor posible y dar lo máximo de nosotros en
todo momento.
Tras aquel discurso, Yamiyuki tomó
un trago de una botella de agua que tenía encima de la mesa en la cual
realizaba su exposición. Sus camaradas aplaudieron y comenzaron a comentar
entre ellos el plan que acababa de salir a la luz.
. . .
Margaret estaba bebiendo una taza
de té con leche en una mesa de una de las salas de descanso de las
instalaciones. Se encontraba absorta en sus pensamientos mientras leía una
revista sobre tecnología militar. Estaba esperando la prensa del día para
leerla antes de terminar su descanso y volver a las labores administrativas que
tenía que realizar aquel día, pese a que seguía sin fiarse de los demonios.
Mientras leía y tomaba su té, escuchó que se abría la puerta. Giró la cabeza
para mirar quién iba a entrar y vio a Layla con un periódico en una mano y un
vaso largo lleno de café en la otra.
No te vas a creer lo que está
pasando.-dijo Layla a modo de saludo.
¿Sucede algo?-preguntó
Margaret-¿Es el periódico de hoy?
Sí, así es.-respondió la otra
mujer-Iba a consultar las noticias a través de la red, pero nunca está de más
recordar las buenas costumbres.
Yo estoy muy harta de estar
delante de un ordenador, así que también prefiero mil veces un periódico ahora
mismo.-comentó Margaret-En fin, ¿qué ha pasado?
Mira esto, Margaret.-pidió Layla
colocando el periódico encima de la mesa-Desde hace casi una semana, han estado
produciéndose cientos de manifestaciones ciudadanas en contra de nuestra
presencia aquí. La ciudadanía está pidiendo que se expulse al ejército
estadounidense del Reino de Tokyo.
Es normal que no nos quieran
aquí.-razonó Margaret-No suele hacer mucha gracia que lleguen militares de otro
país a controlar situaciones que no se entienden. El pueblo no puede comprender
muchas de las ideas con las que nosotros estamos trabajando o, mejor dicho, no
es que no pueda comprenderlas, es que no tiene acceso a ellas y por tanto no
puede emitir un juicio que no esté orientado claramente. No pueden ser imparciales.
El lobo siempre será el malo si sólo se escucha a Caperucita.
No te lo niego, pero llevamos aquí
un tiempo… ¿por qué ahora?-se preguntó Layla.
Puede ser por muchos motivos, es
un tema complejo, como podrás comprender.-se limitó a responder Margaret-Tendremos
que pedir permiso a Tigres Black para poder tratar de solventar este problema
de manera independiente.
Yo estaba pensando lo
mismo.-asintió Layla-Deberíamos separarnos momentáneamente de los demonios e
investigar este asunto a fondo.
Todavía no sabemos cuál va a ser
la respuesta de arriba, pero se me ocurre una idea.-comentó la teniente-¿Qué te
parece si sobrevolamos las zonas donde se han producido las manifestaciones con
un avión? Podríamos hacerlo muy tarde, de madrugada, de tal forma que no haya
nadie y no se moleste a los ciudadanos. Tal vez encontremos algo, ¿no crees?
No me parece una mala
idea.-asintió la sargento-Acerquémonos después a preguntar.
. .
.
Aquella noche, un avión de
reconocimiento sobrevoló el Reino de Tokyo. Gracias al permiso que habían
obtenido de Tigres Black, Layla Phoenix y Margaret Johnson podían realizar una
investigación a fondo de los problemas que la ciudadanía podría comenzar a
causarles. En el avión viajaban las dos mujeres y los pelotones de ambas. Todos
los jóvenes soldados estaban preparados para posibles combates o situaciones
peliagudas. Los ciudadanos estaban acostumbrados al ruido de los aviones que
despegaban a lo largo de la noche, por lo que no causarían ningún alboroto,
pues el Reino de Tokyo gozaba de una gran situación de viajes fluidos. Pese a
toda su precaución, su buen hacer y su desplazamiento pacífico y casi de
incógnito, había algo que ignoraban: los Taimanin los vigilaban.
¡Bien!-se alegró Yamiyuki desde su
escondrijo-¡Han mordido el anzuelo! ¡Y encima vienen de madrugada! Una franja
horaria genial por si tenemos que pelear contra ellos.
Hemos tenido una suerte
tremenda.-comentó Kuroageha, también desde las sombras-Por lo que he podido
captar gracias a las máquinas de Aoi, la idea de viajar en avión a esta hora ha
sido de Layla Phoenix y Margaret Johnson. Como ellas no asistieron al combate
contra los Fuuma por motivos que ni sabemos ni nos importan, no estaban
contaminadas con los captadores, así que la suerte ha jugado en nuestro favor
en el momento en el que han decidido pedirle permiso a Tigres Black delante de
alguien a quien sí le quedaban captadores encima. La única mala noticia es que
nos hemos quedado definitivamente sin esos dispositivos. Han durado poco, pero
han funcionado muy bien.
El equipo Yamiyuki y el equipo
Kuroageha se encontraban juntos en aquella misión. Se escondían en los rincones
más oscuros de las calles y observaban los movimientos del avión, siguiéndolo
de manera subrepticia.
¡Mirad!-avisó Shiena-¡Se alejan de
aquí!
Estarán buscando carteles,
pancartas o algún tipo de indicio de la naturaleza de los
manifestantes.-conjeturó Rito-Menos mal que no hemos dejado nada tirado…
Es la nuestra, ¿verdad?-preguntó
Hagane-Se dirigen al extrarradio, a la zona industrial. No hay residentes y,
por tanto, sólo hay personas en horario de trabajo. En un sitio así podremos
resolver mejor cualquier tipo de conflicto sin crear ningún jaleo entre los
ciudadanos que ahora mismo duermen.
Yo pienso lo mismo.-Shirubei se
sumó a la conversación-¿Los seguimos?
Sí, vamos tras ellos.-asintió
Yamiyuki-Tratemos de no separarnos demasiado por el momento, ¿de acuerdo?
Los diez guerreros Taimanin se
movieron siguiendo la trayectoria del avión que se alejaba de ellos. Para su
sorpresa, cuando habían cruzado varios barrios y habían llegado por fin a una
zona vacía y sin residentes, el avión aterrizó en una azotea grande y de él
comenzaron a bajar los pasajeros. Distinguieron a Layla, a sus cinco jóvenes
soldados, a Margaret, a sus cuatro subordinados y a Elizabeth, la mujer
robótica. Tras apearse, el avión despegó y se alejó de la zona.
¿Qué demonios están
haciendo?-preguntó Inuhito-¡Acaban de aislarse ellos solos!
¡Mejor para nosotros!-le respondió
Veena-Podremos seguirlos más de cerca y con menos peligro, ¿no es así?
Tienes razón, Veena.-respondió Aoi
uniéndose a la conversación-Tal vez han pedido al piloto del avión que haga un
par de barridos por el Reino para buscar más pistas mientras ellos hacen algo
aquí.
Es hora de saltar a las
azoteas.-dijo Yamiyuki-Layla Phoenix es la máxima autoridad entre los
estadounidenses que han venido aquí por asuntos militares. Si logramos
atraparla, no necesitaremos más artificios.
Está bien protegida, ¿no
crees?-comentó Kuroageha.
Lo está.-asintió Yamiyuki-La vez
que nos enfrentamos a ellos en Amidahara fue una batalla campal. Esta vez vamos
a extrapolar nuestra estrategia sociopolítica al combate: vamos a separarlos para
que ninguno de ellos esté protegido más que por sí mismo.
Está bien.-respondió Kuroageha-Ya
sabes que quiero a la sargento, ¿verdad? Quiero pagarle la que le debo.
No hay problema.-asintió
Yamiyuki-¿Preparados para ascender?
Kuroageha…-dijo Seika antes del
gran momento.
¿Sucede algo?-respondió ésta.
¿Podría estar cerca de ti en esta
batalla?-preguntó-No estoy dispuesta a dejar que vuelva a pasarte lo mismo que
la otra vez.
No me pasará.-dijo Kuroageha con
una sonrisa-No obstante, claro que puedes quedarte a mi lado siempre y cuando
me dejes a mí a Layla Phoenix y te centres en partirle la cara a otra persona.
De acuerdo.-Seika se mostró más
tranquila-Perdonad por la interrupción.
¡Ahora!-exclamó Yamiyuki.
Los diez Taimanin saltaron hacia
las azoteas más cercanas, formando un anillo que rodeó a los militares.
¿Qué diantres está
sucediendo?-preguntó Margaret extrañada.
Pensaba que éste iba a ser un buen
lugar para descansar un momento, pero ya veo que no…-suspiró Layla-… ¿teníais
ganas de vernos, jodidos Taimanin?
Layla les dirigió una mirada de
asco y odio. Los diez Taimanin se limitaron a mirar a sus oponentes con
suficiencia.
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