TAIMANIN
YAMIYUKI
Episodio 33: Llegada
desde Estados Unidos y B.B.
Un enorme y potente avión privado
se preparaba para su aterrizaje en un aeropuerto militar subrepticio y de
acceso restringido que se encontraba en las afueras del Reino de Tokyo. La
noche abrigaba al vehículo. Inconscientes del hecho de que en ese lugar se
celebraba una fiesta de Taimanin por motivo de una graduación, los pasajeros
del avión se preparaban para bajar una vez finalizara el aterrizaje. A juzgar
por todas las imágenes de la bandera de Estados Unidos, podría decirse que el
avión procedía de dicho país. El aterrizaje se llevó a cabo con normalidad, sin
ningún tipo de dificultad. Se abrieron las puertas del enorme vehículo y se
desplegaron las escaleras de bajada. Tras despedirse del piloto, bajaron una
mujer y cinco hombres. Se posicionaron de una manera tal que los hombres
quedaron en fila india y la mujer quedó sola dándoles la cara. Había una
diferencia de edad apreciable: aquellos hombres eran todos muy jóvenes, mientras
que la mujer era algo mayor que ellos. Mientras que ella daba a entender que
era una militar de muy alto rango, ellos daban a conocer su condición de
militares y además el hecho de que formaban un equipo, pues, aunque no llevaban
un uniforme reglamentario, sí vestían todos de una manera similar: todos
llevaban pantalones de combate y botas altas. De cintura hacia arriba, todos
llevaban la misma chaqueta, aunque cada uno de un color diferente. Las
chaquetas eran su símbolo como equipo.
La mujer les dedicó una mirada
dura, tosca e inquisitiva. Superaba los dos metros de estatura, y parecía muy
fuerte y experimentada. Su cabello era de color ciruela, le llegaba hasta la
mitad de la espalda y se hacía tanto más ondulado cuanto más bajaba por su
cuerpo. Dos mechones colgaban por el frente hasta su pecho. Sus ojos eran de
color peltre azulado y emitían unas miradas que denotaban una gran
inteligencia. Llevaba un bodysuit sin
mangas de color azul oscuro metalizado con adornos rojos. La parte del pecho
era de color azul blanquecino y mate. Calzaba unas altísimas botas metálicas de
tacón del color del aluminio con franjas iluminadas en color cyan y que le
llegaban hasta las rodillas, donde se acoplaban a unas rodilleras romboédricas
bastante toscas. A juego con estas botas, llevaba unos guantes metálicos largos
de aleación flexible con vetas luminosas de color cyan que le llegaban hasta
los codos, donde se unían a unas coderas romboédricas. Aun con los muslos y la
mitad de los brazos al descubierto, poco tiempo había para fijarse en su
voluptuosa figura, pues imponía verdadero respeto. Su cintura era estrecha, sus
pechos eran enormes, su cadera era ancha y sus glúteos eran grandes. Su piel
era pálida. Encima del bodysuit
llevaba una chaqueta militar azul y plateada corta y sin apenas mangas que
llevaba totalmente abierta. Su cabeza estaba adornada por una gorra militar
azul con visera negra en cuyo frente había una placa plateada con un fénix de
alas talladas en rubí y topacio. Llevaba unas finas gafas de montura rectangular.
Bien…-dijo la mujer, dejando
conocer su voz grave y severa-… ¡es hora de pasar lista!
¡FIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIRMES!
Los cinco chicos se colocaron en
posición erguida.
Saludad cuando se os nombre,
soldados.-dijo la mujer con un talante totalmente estricto e
inflexible-¡Conductor, piloto de combate y líder de la avanzadilla James
Silver!
¡Presente!-respondió el soldado
que respondía al nombre de James mientras daba un paso al frente y ejecutaba el
saludo militar.
Aquel chico era notablemente alto,
pero no demasiado. Su piel era especialmente pálida. Su cabello era negro y
lacio, y recorría, cortado en picos, ambos lados de su cabeza y parte del
cuello, sin llegar a los hombros. Tenía los ojos finos, algo rasgados y de
color plateado con dejes azulados. Su chaqueta era marrón, sus pantalones de
combate eran grises, ajustados y con muchos bolsillos, y sus botas eran negras
con suela gruesa. En el lado izquierdo del cinturón llevaba prendido un faldón
lateral de color azul con algunos bordados de color celeste y de cuyo borde
colgaban púas metálicas. La mujer le devolvió el saludo y siguió pasando lista.
¡Tirador y francotirador Leon
Fitzgerald!-continuó la mujer militar.
¡Presente!-exclamó el chico
adelantándose y saludando.
Este individuo era algo más alto
que James, su líder. Su cabello era castaño intermedio con bastante brillo,
bastante largo y recogido en dos mitades que caían por la parte frontal de su
cuerpo y de cuyos extremos pendían dos cruces de plata bastante toscas. Su piel
era pálida y sus ojos eran grandes y de color azul celeste. Su chaqueta era de
color naranja y sus pantalones de combate eran de color marrón rojizo, rectos y
con bolsillos abundantes y grandes imitando el estilo cargo. Calzaba unas botas
altas de color marrón oscuro, pero las cañas no se le veían porque llevaba los
pantalones por fuera de ellas. Tras recibir el saludo de aquella mujer, se
continuó el reconocimiento.
¡Médico de campo y zapador Émile
Delacroix!-gritó la mujer.
¡Presente!-exclamó el tal Émile
con un deje dulce y afeminado en su voz mientras saludaba.
Avanzó el chico más alto de aquel
quinteto. Era más alto que la mujer, aunque con poca diferencia. Su cuerpo
lucía una delgadez muy marcada. Su rostro, fino y de mentón puntiagudo, tenía
una sonrisa malévola. Lucía una larguísima melena rubia con una tonalidad entre
el platino y el cenizo, y llevaba dos amplios y largos lazos azules a ambos
lados de la misma. Sus ojos eran de color azul oscuro y mate. Su chaqueta era
de color azul claro, y sus pantalones de combate eran también azules y muy
ajustados en contraste con lo anchos y amplios que eran los bolsillos que
llevaba alrededor de los muslos. Calzaba unas botas altas de tacón de un tono
azul, diferente al de los pantalones y al de la chaqueta, cuyas cañas rodeaban
el final de los pantalones. La mujer siguió con su escrutinio.
¡Impositor disciplinario y
estratega Grant Steeler!-continuó con su llamamiento.
¡Presente!-saludó el joven con un
tono casi tan estricto y severo como el de la mujer.
El joven que avanzó en ese
momento imponía en todos los sentidos. Tenía un porte tan estricto, férreo y
adulto que no parecía ser tan joven como el resto, aunque sí que lo era. Se
trataba del segundo más alto de la avanzadilla, rozando los dos metros de
estatura. Su figura era atlética, aunque estaba poco expuesta porque su ropa
era abundante. Su cabello, de color castaño oscuro, era lacio y estaba cortado
en capas con una forma de casco hasta la mitad del cuello. Llevaba unas gafas
de montura rectangular de color crema y en las patillas tenían atada una cuerda
que pendía a ambos lados de su cara y rodeaba la parte de atrás de su cuello,
dándole un aire de hombre chapado a la antigua. Sus ojos eran de color marrón
oscuro y emitían una mirada severa. Su chaqueta era de color marrón muy oscuro,
y sus pantalones de combate eran de campana, también de color marrón oscuro y
con muchos bolsillos. Debajo llevaba unas toscas botas altas de color marrón
verdoso oscuro, pero apenas se veían. Tanto del cuello de la chaqueta como del
borde de la cintura sobresalían ribetes de pelo artificial. Tras ver cómo la
mujer le devolvía el saludo, ésta terminó el llamamiento.
¡Ingeniero de campo Christian
Miller!-bramó la implacable mujer.
¡Presente!-el único chico que aún
no había sido nombrado saludó y dio un paso al frente.
Era el menos alto del grupo, con
una estatura aproximada de seis pies. Pálido de piel y estilizado de cuerpo,
aquel chico guardaba un equilibrio entre delgadez y musculatura. Su cabello era
largo y de color rojo ligeramente rosado. Caía por la parte frontal de su
cuerpo en dos largas tiras onduladas que llegaban hasta sus costillas. La parte
trasera iba recogida con un trozo de cinta blanca en una cola de caballo baja.
Su chaqueta era de color rojo intenso, sus pantalones eran blancos, ceñidos y
con varios bolsillos y sus botas eran altas, negras y de suelas altas, no
metálicas pero sí de color plateado. Tenían muchas hebillas e iban por encima
de los pantalones. Sus ojos eran redondos, grandes y de color marrón azulado
con sombras anaranjadas, y le hacían parecer prácticamente un púber, dándole un
aire de inocencia.
Bien, soldados…-comenzó a
explicar la mujer-…estamos aquí, en Japón, porque hemos sido llamados esta
misma mañana para una misión de urgencia. Al parecer, nuestros contactos
políticos en el Reino de Tokyo están siendo gravemente amenazados por fuerzas
beligerantes e incluso instituciones supranacionales entre las que se incluye
la ONU. No es ni será nuestro cometido el lidiar con la ONU, pero sí el erradicar
a las fuerzas beligerantes que han entrado en combate armado con nuestros
aliados y les han causado bajas. Nuestros enemigos son un cuerpo de combate
especialmente entrenado y con habilidades sobrenaturales. Utilizan armas y
técnicas propias de su país y su misión es velar por la “justicia”…o eso nos
intentan vender. Por lo que sabemos, son unos asesinos muy peligrosos que
ejercen el terrorismo para hacer valer sus radicales políticas anti-sistema. Se
hacen llamar los…Taimanin. Sabemos que el lugar en el que viven se llama
Gokuruma, pero ahora mismo es inaccesible para cualquiera y no se puede
localizar en ningún mapa, ni siquiera con GPS. En cualquier caso, nuestros
contactos nos brindarán la manera de llegar hasta ellos, cumplir con nuestra
misión y volver a nuestra patria. No dudo de que lo hayáis entendido a la
perfección. Soy la sargento Layla Phoenix y, aunque Silver es vuestro líder, no
dejáis de ser unos recién graduados, por lo que os comandaré en esta misión ya
que vuestros superiores inmediatos llegarán en otro avión. Los que no quieran
morir todavía…que confirmen su asistencia y se preparen para luchar. Los que sí
deseen morir, que se den la vuelta e intenten abandonar la misión ahora.
¿Estáis listos?
¡SEÑORA, SÍ, SEÑORA!-gritaron los
cinco chicos a coro mientras efectuaban el saludo militar una vez más.
.
. .
Después de la fiesta de
graduación, llegó un nuevo día. Yamiyuki encontró en su bandeja de entrada de
correo electrónico un mensaje de la directora sobre el acertijo que le había
planteado en la última batalla. Al parecer, no se estaba equivocando en nada.
Justo cuando iba a salir de su habitación, oyó que llamaban a la puerta
principal y que alguien abría. Al abandonar el dormitorio, vio a Hagane
abriéndole la puerta a Kuroageha.
Ah, ¡hola, Kuroageha!-saludó
Yamiyuki desde el pasillo.
¡Hola a todos, chicos!-exclamó la
hermosa joven.
Aoi, Rito, Shirubei e Inuhito
estaban sentados alrededor de la mesa principal jugando a un juego de
cartas, Hagane estaba viendo una
película en la pantalla más cercana a la puerta y Yamiyuki acababa de salir de
su habitación. Todos le dieron la bienvenida a la recién llegada.
¿Qué te trae por aquí?-preguntó
Hagane todavía sujetando la puerta con la mano.
Llevo un rato yendo de un sitio
para otro resolviendo unas gestiones que tengo que poner en orden y he
aprovechado para pasarme a deciros que las obras comienzan esta tarde.-dijo la
chica con entusiasmo-¡Mi bar va a renacer! ¡Gracias, Aoi!
¡No hay de qué!-respondió el
chico con una sonrisa.
Creo que ya tienes ingresado en
tu cuenta del banco el pago por tus servicios.-le explicó la chica-¡Disfrútalo!
Por cierto, ¿qué tal todo por aquí?
Bastante tranquilos.-respondió
Yamiyuki-He ido hace un rato a una revisión en la consulta de la doctora
Himehagi y parece ser que cada centímetro de mi cuerpo se va a olvidar por
completo de lo sucedido con los Mazoku. En resumidas cuentas, estamos todos
bastante bien y trabajando en lo nuestro…
Espero que sea cierto.-respondió
Kuroageha-Rito tiene que estar pasándolo mal, ¿verdad?
Está claro que no me hace ninguna
gracia lo que ha sucedido…-explicó Rito desde la mesa-…pero mis padres no me
educaron para llorar. Lloré en su momento, me desahogué, recibí apoyo y ahora
estoy asimilándolo poco a poco. Todavía no dejo de pensar en mis padres durante
largos ratos, pero no estoy tan destrozado como al principio. Lo peor vendrá
cuando el resto de la familia venga a darme la tabarra con el liderazgo de la
casa, no por el hecho de responsabilizarme, sino porque no van a parar de
remover la memoria y el legado de mis padres…
Entiendo.-dijo Kuroageha-Bueno,
aquí tienes a una familia que te cuida, ¿verdad? ¡Y cuenta también conmigo para
lo que sea necesario! Estoy a cargo de tu hermana y tu primo, no me importaría
echarte una mano si hiciera falta. Debe de ser duro llevar todas las gestiones
con dos líderes de clan en el equi…
¿Dos?-pensó Hagane antes de que la puerta se le escapara de las
manos.
Oh, ¡voy al cuarto de almacenaje
un momento!-dijo Inuhito dejando sus cartas encima de la mesa-He recordado que
necesito… ¡clavos!
Yamiyuki miró a Inuhito como si
hubiera visto un fantasma. Acto seguido, dirigió una mirada fugaz e inquisitiva
hacia Kuroageha y fue detrás de su amigo.
¡Espera!-le pidió-¡Te acompaño!
Las llaves de los estantes las dejé en los bolsillos de uno de mis pantalones…
Mierda.-pensó Kuroageha-Qué
metedura de pata…
Será mejor que me vaya,
chicos.-dijo Kuroageha-Lo siento mucho…
Acabo de caer yo también.-dijo
Hagane-Menos mal que no te he dado con la puerta en las narices. No es
necesario que te vayas tan rápido…no lo has hecho adrede…
De todas formas, tengo trabajo
que hacer hoy.-dijo Kuroageha excusándose con una sonrisa-¡Nos vemos!
.
. .
Horas después, cuando comenzaba
la tarde, Yamiyuki paseaba por la calle de Gokuruma de las casas más
importantes. La casa Igawa, la casa Yatsu, la casa Kuroi y otras de alta
categoría estaban en dicha calle. El chico llevaba puesto su uniforme de
combate, cosa que a nadie le sorprendería porque quien no era Taimanin allí era
porque todavía tenía que graduarse para tal oficio.
Aquí está…-dijo Yamiyuki mirando
hacia un imponente edificio abandonado-…la casa Koukawa.
Durante la guerra contra los
Nómadas, la directora Asagi y sus subordinadas pelearon fieramente contra los
demonios liderados por el vampiro Edwin Black. De entre todos los oficiales de
aquella coalición destacaban dos: Ingrid, conocida por todos como Makai Kishi (Caballero Infernal) y Oboro, una bruja
vampírica que hizo historia por su crueldad, su juego sucio, su cobardía y su
mezquindad. La historia iba más allá: el apellido de Oboro era Koukawa, y
pertenecía a un clan Taimanin que estaba a la par con los Igawa, al que
pertenecen Asagi y su hermana Sakura. Con la traición de Oboro, que se entregó
a los Mazoku y comenzó a trabajar para ellos, Gokuruma pasó por una etapa de
inestabilidad y conflictos. Asagi y Oboro mantenían una jurada enemistad. Si
bien la directora logró matar a Oboro muchas veces, ella siempre resucitaba por
el influjo demoníaco de los Nómadas hasta que, un buen día, la batalla
definitiva tuvo lugar y, con la muerte de Edwin Black, nadie pudo resucitar a
Oboro, que también murió. Sólo un miembro de los Nómadas salió de esa guerra
con vida: Power Lady, una experta luchadora de ring a quien Virgo sucedió en
los Neo-Nómadas. La traición de Oboro marcó el fin del clan Koukawa,
actualmente extinto. Sólo quedaba una persona viva: Asuka Koukawa, hija
política de Asagi, conocida como la Taimanin de acero y actualmente en paradero
desconocido y aparentemente desligada de los Taimanin y de Gokuruma.
La casa abandonada del antiguo
clan Koukawa parecía ser el lugar en el que residía el porqué de la invasión
Mazoku. Las pesquisas de Yamiyuki apuntaban a ello y, al parecer, Asagi y sus
subalternas lo habían corroborado. El joven decidió entrar con ayuda de las
llaves que la directora le había facilitado. Todo estaba intacto: muebles,
cuadros, objetos decorativos, puertas, ventanas…de no ser por el polvo, podría
pasar por una casa habitada. Aquello era una mansión, no un laberinto ni una
mazmorra, por lo que encontrar lo que buscaba tendría que ser relativamente
fácil. Si lo que estaba pensando era cierto, por mucho que le doliera, iba a
tener que ponerlo en conocimiento de una persona muy especial para él,
causándole un sufrimiento muy intenso del que no quería ser detonante…no
obstante, si no lo hacía de esa manera, generaría unas consecuencias aún peores
a la larga. Después de investigar toda la planta baja, subió las escaleras para
comprobar la planta superior. En los dormitorios no había nada, ni tampoco en
los desvanes...pero, de pronto, vio la entrada a un calabozo. No sabía por qué
los Koukawa tenían calabozos en su mansión, pero tampoco le extrañó, pues un
clan guerrero podría tener presos o rehenes en alguna misión. Al entrar, pensó
que necesitaría activar su poder del fuego para iluminar la estancia, pero no
fue así. Aunque el pasillo y las celdas estaban completamente a oscuras y en
desuso, había algo que emitía luz en una de las celdas. Se acercó y vio unas
llamas del color de los Mazoku: azules. No era un fuego cualquiera, sino una
inscripción. Se podía leer claramente en grafías occidentales “B.B.”.
¿B.B.?-se preguntó Yamiyuki en
voz alta-Parece una tontería al azar, pero, si nos ponemos a pensar en lo peor,
tiene tanto sentido…
¡Aquí estás!-Yamiyuki escuchó una
voz detrás de él.
No se asustó ni se puso en
guardia, pues reconoció perfectamente la voz de su amigo Hagane. Además, podía
sentir su olor y escuchar sus pasos desde hacía un lapso de tiempo. Se giró y
vio que no sólo había llegado Hagane, sino que también estaban allí Rito,
Shirubei, Aoi e Inuhito. Todos llevaban sus uniformes Taimanin.
¿Se puede saber por qué has
venido solo aquí?-preguntó Hagane preocupado-¡Aún no te has recuperado!
Puede que este fuego azul sea la
clave para entender las causas de la invasión demoníaca.-dijo Yamiyuki-Si
conseguimos apagarlo, podremos asegurarnos de que nunca jamás volverán a
entrar. ¡Los demonios entraban por aquí!
¿En serio?-preguntó
Shirubei-¿Cómo lo sabes?
Hice mis averiguaciones.-dijo
Yamiyuki-Cuando estás atado a una mesa de tortura tienes poco que hacer y, por
tanto, mucho tiempo para pensar.
Y, ¿qué hacemos ahora con
esto?-preguntó Rito rascándose la nuca.
Tiene que haber algo más por aquí
cerca.-dijo Aoi-Dudo mucho que esas llamas reaccionen al agua.
Escucharon el chasquido de un
líquido evaporándose violentamente: Shirubei había lanzado agua al fuego azul,
pero no había surtido efecto alguno.
No, no reaccionan.-dijo Shirubei
torciendo el gesto.
¿Qué pone?-preguntó Inuhito, que
estaba algunos metros por detrás.
Cuando se acercó y leyó la
inscripción “B.B.”, se hincó de rodillas en el suelo y, con las manos en la
cabeza, chilló como si una fuerza irracional lo impulsase.
Pues este nuevo personaje femenino me gusta aunque me cuesta imaginar a una mujer esbelta de más de dos metros xDDDDDDDDD todas las que conozco que son muy altas son algo desgarbadas. Su personalidad parece ser fuerte y me gustará, cualquier cosa será mejor que la lerda de Belladonna (que aún así le tengo cierto aprecio, será porque todo le sale mal, menos la muerte del padre de Rito que ese día se le apareció la virgen o algo xD)
ResponderEliminarEs esbelta y fibrosa, atlética, fuertecita...lo típico. Es muy guapa...si supiera dibujar, lo comprobarías. Sí, sin duda, Layla va a hacer ruido, ya lo verás...
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