TAIMANIN
YAMIYUKI
Episodio 7: Volátil
y fragante
Después de la demolición del Moist Desire, al equipo de
Yamiyuki le dieron dos días libres como recompensa, además de sus honorarios
acordados. Con el cambio de semana, el reparto de tareas había variado, con tal
suerte que a Rito le tocó encargarse de la gestión de todos los documentos
durante la semana. Durante uno de los momentos que estuvo dedicándose a ello,
recibió un mensaje de correo electrónico de gran importancia, por lo que
decidió convocar al resto de sus compañeros en su misma habitación, donde
estaba trabajando en ese momento.
Los cinco chicos llegaron a la habitación de su amigo.
Aunque su principal interés era leer el mensaje, también les picaba la
curiosidad la habitación de Rito, pues tanto él como los demás tenían la
costumbre de variar de vez en cuando la decoración, la colocación de los
enseres y demás elementos. El dormitorio era, como el resto de los que había en
el piso franco, ingente. Había un escritorio muy grande con un ordenador de
sobremesa de alta gama, así como una perfecta ordenación de libros, carpetas y
documentos en todo el mueble, salvando un espacio grande para apoyar objetos o
escribir. La cama era alta y tenía una amplia cajonera debajo. El armario era
muy alto, bastante profundo y poco ancho. En el espacio restante había una
estantería llena de barras, mancuernas y discos, así como un pequeño estante
con una bonita colección de guantes de entrenamiento. También había una
estantería gigantesca llena de libros dividida en estratos horizontales: uno de
los pisos estaba lleno de libros de cocina, otro lleno de libros sobre la
actividad física del ser humano, otro repleto de libros científicos, en
concreto de Física, otros tantos de libros de lectura de ocio y un último
estante con lo que parecía ser material erótico. Al lado de esa estantería, en
una vitrina muy vistosa y decorada, había una colección de geles musculares, frascos
de perfume, botes de desodorante y una nutrida gama de lubricantes sexuales,
así como algunos accesorios para la masturbación. Las paredes estaban decoradas
con pósteres e imágenes de hombres y mujeres con cuerpos muy musculosos,
posando orgullosos, levantando pesas o realizando alguna actividad física. Los
chicos se fijaron en un póster que no estaba allí dos días atrás. Era una mujer
rubia con unos ojos penetrantes del color de la miel, un cuerpo grande,
desarrollado y musculado, grandes pechos, un uniforme de lucha libre y una
característica pintura roja en la cara.
Power Lady…-observó Shirubei-…tú y tu fetiche con los
musculitos…vas a hacer que acabe gustándome, ¿sabes?
¿Qué hay de malo?-preguntó Rito con una media sonrisa-Es
cierto que fue nuestra enemiga en el pasado, pero…gracias a Asagi-sama, se ha
reinsertado. Ahora se dedica a la lucha profesional de manera limpia y deportiva.
Nuestra líder decidió que ya pagó bastante castigo con lo que le hicieron pasar
sus propios superiores y con…eso…ya sabéis.
Sí…-recordó Hagane-…conocemos la historia: Asagi-sama le
rompió el útero de manera irrecuperable en su pelea del Dildo de la Muerte.
Está orgullosa de su victoria, aunque entendió que fue un resultado muy cruel.
No sé si la reinserción de Power Lady es una compensación por ello o una
condena a vivir mutilada…misericordiosa como un ángel o cruel como el demonio,
Asagi-sama es una mente genial.
Rito, ¿te das cuenta de una cosa?-terció Aoi-Eres tan buena
persona que eres capaz de construir sobre lo que nos hicieron nuestros antiguos
enemigos. Me gusta mucho esa faceta tuya, aunque no deja de sorprenderme…me
recuerda a cuando encargaste aquellos DVDs en inglés de “Cocina con Emma Harbor”…
¡Ya no son nuestras enemigas!-insistió Rito-Ahora hacen
buenas acciones. Además, Power Lady era una mandada y Emma Harbor nunca nos
lanzó ninguna ofensiva…el ejército de Estados Unidos no fue sino una marioneta
de nuestros verdaderos enemigos, los Mazoku, en aquellos momentos. Ambas
aparecen en la televisión pública de sus respectivos países dedicándose a hacer
sonreír a la gente…
El próximo en sonreír serás tú cuando te pongas esos bonitos
ojos rosados en blanco con todo ese material pajillero que tienes a la vista
como si fuera una galería de arte…-señaló Inuhito.
¡Hay que ver cómo sois!-Rito sonrió sin avergonzarse lo más
mínimo-Sólo he reordenado la vitrina…antes de hacerlo ya tenía todos esos
objetos. Como preparador físico, puedo asegurarte que una buena masturbación es
el mejor cierre para una sesión de ejercicio…yo lo hago y me va genial.
Así me gusta.-dijo Yamiyuki-Dando consejos útiles y sin
intentar timar a nadie como en esos anuncios publicitarios de dietas
milagrosas. Muy bonita tu nueva decoración, por cierto. Algún día te pediré uno
de esos frascos.
¿Perfume?-preguntó Rito con una sonrisa cómplice-Pensaba que
en tu familia erais expertos en…
No, un frasco de los que hay más abajo.-dijo Yamiyuki
arqueando una ceja-En cualquier caso, ¿le echamos un vistazo a ese e-mail?
¡Aquí lo tenéis!-respondió Rito-Es un comunicado del
Servicio de Inteligencia. Han localizado los laboratorios del doctor Karistus y
han hecho un seguimiento de sus proyectos activos más recientes. Al parecer,
están financiados por Belladonna, quien no parece desconforme en dar su firma
para todo lo que haga este hombre. Por otra parte, parece ser que el tal
Delphine, el dueño del difunto Moist Desire, es un…bueno, lo que esperábamos en
al menos una cabeza de todas las implicadas.
¿Un traficante de esclavos?-preguntó Yamiyuki sin
sorprenderse-Qué originalidad…me abruman.
Sí.-respondió Rito con pesadez-No me gusta nada la idea,
pero, al menos, lo sabemos y podremos idear un plan para pararle los pies.
Sólo hay una razón por la que no quiero pedir que ese hijo
de puta caiga el primero.-dijo Hagane.
¿Que los otros dos se estén dedicando a algo aún
peor?-preguntó Inuhito.
Bingo.-respondió Hagane-¿Se sabe algo de los proyectos de
Karistus? Belladonna parece dar únicamente el aval monetario, así que Karistus
y Delphine son los demonios a los que tenemos que tener controlados…
Inteligencia dice que van a programar una infiltración de
reconocimiento en sus instalaciones para facilitarnos los datos y permitirnos
tomar nosotros las acciones decisorias.-leyó Rito-Siguen buscando más datos que
relacionen a estos tres sujetos, también. Además, mencionan que no han
encontrado nada acerca de la supuesta esposa de Edwin Black.
No está mal para ser un comienzo, ¿no creéis?-preguntó Aoi.
Pienso lo mismo.-respondió Shirubei-Si la primera
información que recibimos es ésta, ¿por qué no íbamos a confiar en que una
futura transmisión pueda contener datos más reveladores?
Habrá que mantenerse optimistas…-concluyó Yamiyuki-…y
siempre activos. Creo que, por hoy, ya es suficiente. Vamos a dedicarnos a
nosotros mismos en estos días libres…puede que lo necesitemos y, lo más
importante, puede que tardemos mucho en volver a gozar de ellos.
Pues es una pena que no podamos hacer nada juntos esta noche…-dijo
Inuhito-…voy a asistir a un baile en la casa Soga que han insistido en celebrar
para felicitarme.
Casi me alegro de que tengas que irte.-dijo Rito rascándose
la nuca con una sonrisa apurada-Voy a cenar con mi familia. Seika y yo vamos a
estar toda la noche en la casa Sonozaki…
Yo voy al cine con mis antiguos compañeros del taller
tecnológico del instituto.-añadió Aoi-Con tantos planes, será mejor que
pactemos juntarnos mañana para hacer algo divertido, ¿qué pensáis?
Me encantaría.-respondió Yamiyuki-Mañana hablaremos de ello,
en tal caso. Esta noche voy a estar en la casa Kamimura…la líder del escuadrón
incendiario, Maika-dono, quiere hablar conmigo.
¡Decidido!-concluyó Hagane con una sonrisa-¡Mañana quedamos
todos juntos! Si me disculpáis, me retiro a mi cuarto un rato.
. . .
Nunca entenderé cómo puede algo tan pequeño resistir las…circunstancias
de Hagane.-comentó Rito señalando los calzoncillos que había en la puerta de su
amigo.
Eran unos slips negros muy elásticos con un dibujo de una
rosa de ocho puntas hecha con pétalos de cerezo en la parte frontal. Su tamaño
era drásticamente reducido, incluso para la delgadez de Hagane.
Le gusta la presión, ya sabes.-dijo Shirubei mientras
atravesaba el pasillo con Rito-Es bastante contrario a ti en ese aspecto.
Hay un motivo por el cual no llevo ese tipo de…-Hagane
apenas oía a sus compañeros a través de la puerta.
Las habitaciones habían sido construidas con
insonorizaciones de última generación por petición expresa de los Taimanin:
así, cada uno podría hacer lo que desease en su cuarto sin temer armar ningún
jaleo, ya estuviera escuchando música o haciendo cualquier otro tipo de
actividad. Aprovechando esto, Hagane había bañado su cuarto en música lenta y
relajante. Las notas tenían un punto erótico, calmante y a la vez apasionante.
Sus hormonas estaban muy revolucionadas en aquel momento. Desde que besó a
Shirubei, no podía evitar de ninguna manera sentirse excitado. Con toda la ropa
desabrochada, comenzó a retirarse el sudor con las manos delante del espejo.
Algo que lo asemejaba mucho a sus amigos era su alta autoestima y su gran amor
propio, lo cual podía reflejar incluso en el aspecto físico: la visión de su
propio cuerpo, esbelto y flexible, delante del espejo, activaba su narcisismo y
contribuía a su estado de excitación. Se acercó a un estante que tenía lleno de
aceites esenciales y tomó uno con olor a mora negra. Tras sentarse en su enorme
silla de despacho, se quitó la camisa y la dejó colgada del respaldo. Después,
se bajó los pantalones y los tiró al suelo. Sus pies descalzos reflejaban las
notas del sol que su estor rosado tamizaba y teñía. Sólo ponía ese estor cuando
deseaba excitarse profundamente. Lo único que lo separaba de la desnudez era su
ropa interior…ya que la goma que sujetaba su pelo en una cola de caballo no
podía considerarse una prenda. Deslizó sus dedos por el interior de la banda
elástica de sus slips de color rojo pasión. Un considerable bulto de aspecto
pesado y tacto cálido se dibujaba en la parte frontal de los mismos.
Uff…-resopló Hagane, notando que estaba salivando algo más de
la cuenta.
De un tirón, se quitó la ropa interior, que cayó sobre la
cama. Su pene pareció saludarlo cayendo sobre su pierna izquierda, creando lo
que le pareció una línea de ardiente fuego en su muslo. El proceso de erección
estaba comenzando. Sus testículos, bastante pegados a su cuerpo pero aun así
más que notables, se habían ensanchado un poco y rozaban sus ingles con
lujuriosas cosquillas. Todavía con el prepucio en su sitio, se untó las manos
con un pequeño chorro del aceite de moras negras que había puesto sobre la
mesa. Como si fuera un trabajo de masajista, comenzó a recorrer su pene desde
la base hasta el extremo, embadurnándolo en el aceite. El calor de su miembro
viril hizo que el aroma de la esencia subiera al ambiente, llenando el cuarto
de aquel dulce y frutal olor. Tras masajear su pene apretando como si quisiera
ordeñarse, comenzó a acariciar y estimular sus testículos, con las manos
todavía humedecidas por el aceite. Empezó entonces a mirar hacia el techo como
si esperase ser fundido por un rayo de placer de un momento a otro. Tras cerrar
los ojos durante unos instantes, se giró y encaró al espejo de la puerta de su
armario. Su figura, siempre alegre y colorida, se había convertido en una
estatua de lujuria. Extasiado por sus propias manos, se dejó caer inerte y
levemente sobre el respaldo, moviendo únicamente sus manos. El reflejo de su
imagen, que llamaba vehementemente a las puertas del onanismo, lo excitaba más
y más, si bien no podía dejar de pensar en Shirubei, en lo cerca que tuvo su
hermoso cuerpo, en esa diferencia de estatura que tan sensual le resultaba…en su
olor, en el sabor de sus labios…y se retrajo el prepucio grácil pero
rápidamente antes de ponerse serio. Se sonrió al espejo. El color de su glande
le recordaba en cierto modo al de las hojas de sus abanicos, lo que le llevó a
pensar en los momentos de orgullo que pasó junto a ellos peleando contra
demonios. Poco a poco, los recuerdos de Shirubei y los de él mismo fueron
excitándolo y aumentando la temperatura de su cuerpo. Antes de que su limpio
pero sincero olor a hombre se mezclase con la dulce fragancia de las moras, el
chico recubrió su glande con el aceite haciendo movimientos circulares con los
dedos índice y corazón de su mano derecha.
Casi se le formaban nudos en la garganta cuando rozaba el frenillo.
Estaba tan acostumbrado a la masturbación que sabía muy bien lo que tenía que
hacer para lograr una excitación lenta, una diversión duradera y un gran final:
le parecía mucho mejor que masturbarse por masturbarse. Tras varios masajes
sobre su pene, éste terminó de endurecerse. Era bastante largo y pálido, y
estaba totalmente depilado, al igual que los testículos. Llamaba la atención su
corto diámetro, así como su glande modesto y proporcionado, lo que confería a
su miembro viril una ambivalencia visual que lo hacía verse imponente por su
longitud, acentuada por su estrechez, pero con una seria y pesada nota de
armonía por la proporción total, ya que su ancho era prácticamente constante
desde la base hasta el inicio del glande. Siguió masturbándose, con la música y
el olor a moras como únicos acompañantes. La temperatura del cuarto había
subido considerablemente debido a su propio calor corporal, lo que terminó por
asentar el aroma de las moras de manera casi estacionaria.
Y siguió masturbándose. Reprimiendo todos y cada uno de sus
amagos de orgasmo, el chico continuó forjando en el interior de su cuerpo una
pulsante bomba de placer. Uno de sus hábitos más peculiares a la hora de
masturbarse era el de contorsionarse mientras lo hacía. Su flexibilidad le
permitía adoptar posturas muy eróticas y, aprovechando que el calor generado
propiciaba la elongación muscular, se masturbaba con la pierna derecha detrás
de la cabeza mientras con el pie izquierdo masajeaba grácilmente sus
testículos, que se hinchaban progresivamente.
Ahh…-suspiraba Hagane mientras se entregaba a sí mismo.
El tono rosa que le brindaba su estor había palidecido. En
un atisbo de conciencia, miró el reloj. ¿Realmente había estado tantas horas
masturbándose? De cualquier manera, la hora de cenar se acercaba y no quería
hacer esperar a Shirubei, que era el encargado de la cocina esa semana.
Decidido a continuar donde lo había dejado antes de irse a dormir, salió de su
habitación envuelto en una toalla.
¡Hagane!-lo sorprendió Shirubei por el pasillo-¿Ya has
estado haciendo otro de tus experimentos con los aceites? Huele muy bien…
Sí…je,je…-Hagane le guiñó un ojo-…al abrir la puerta del
cuarto, aunque vuelva a cerrarla nada más salir, fluye todo el aroma hacia el
pasillo…espero no estar molestando mucho…
No, para nada.-dijo Shirubei encogiéndose de hombros-Voy a
la cocina ahora, ¿te apetece algo en especial?
¿Me mandas a la mierda si te digo que me apetece mucho uno
de tus platos de pasta?-preguntó Hagane.
¡Marchando!-respondió Shirubei-Por cierto, aunque no me
importe, ¿qué haces así?
Ah… ¿esto?-preguntó Hagane-¡Voy a ducharme antes de cenar!
Quiero que se me despegue el olor…
Tendré preparada la cena para cuando salgas.-dijo
Shirubei-¡No tardes!
Hagane corrió hacia uno de los cuartos de baño, resoplando
de alivio. Se duchó con el agua más fría que pudo. Entendía que Shirubei era un
chico orgulloso y de carácter muy ácido…por lo que, conociéndolo, seguro que se
tomaba como un cumplido que había estado toda la tarde masturbándose pensando
en él, pero no quería decírselo…no sin acompañarlo de algún tipo de invitación…
. . .
Cuando por fin hubo salido de la ducha, Hagane apareció por
la cocina.
¡Qué bien huele!-comentó-Y… ¡menuda pinta! ¿Eso es para
nosotros? ¿No es un sueño?
¿Para quién va a ser?-preguntó Shirubei mientras terminaba
de preparar los platos-¡Nos vamos a poner las botas! Ya que nos han dejado
solos, que, por lo menos, podamos decir delante de sus narices cuando vuelvan
lo que se han perdido… ¡JE!
¡Tengo una idea!-propuso Hagane-¿Por qué no comemos en mi
habitación viendo una película?
¡Me parece una buena idea!-respondió Shirubei conforme-¿Qué
película quieres que veamos? ¿No irás a ponerme cochinadas?
Lo dices como si fuera algo nuevo para ti…-respondió Hagane-…tranquilo,
veremos alguna que nos guste a los dos. Divirtámonos, es nuestro día libre, ¿no
es así?
¡Ya lo creo!-Shirubei se frotó las manos-Ve abriendo tu
habitación, yo llevaré la comida.
Cuando el joven rubio entró en la habitación de su amigo vio
que había abierto la ventana para evacuar el olor de sus mezclas de aceite. Una
de las aficiones de Hagane era idear mezclas de aceites esenciales para crear
aromas agradables y juntar propiedades beneficiosas para la salud. Era biólogo,
pero dar masajes no se le daba nada mal, jugando con ventaja en tanto que
conocía las propiedades medicinales de millares de especies naturales, lo que
le daba gran versatilidad en el uso de los aceites que tanto le apasionaban. La
habitación daba buena constancia de ello, habiendo una vitrina grande en ella
llena de frascos de aceites esenciales con instrumental para manejarlos.
También tenía una estantería enorme llena de libros, casi todos sobre Biología
sin obviar la parte de las lecturas de placer. Entre la decoración, había una
hilera perfectamente colocada de bolas de bolos, otra de sus grandes aficiones,
de todos los colores, así como muchos pósteres de grupos de música de aspecto
gótico. Además, había un armario de dimensiones generosas, una cama amplia con
una colcha de color melocotón rosado, un escritorio con un ordenador de
sobremesa y material de oficina y un tocador de aspecto retro con muchos
productos cosméticos, especialmente relacionados con el maquillaje.
No tardaron en comerse toda la comida que Shirubei había
preparado. Tras pausar la película unos minutos para cepillarse los dientes y
fregar los platos, volvieron al cuarto. Esta vez, Hagane no sólo cerró la
puerta, sino que volvió a colgar del picaporte exterior los calzoncillos negros
que habían estado ahí toda la tarde.
¿Tan importante consideras ver una película que ya nos
sabemos de memoria como para pedir que nadie se acerque en caso de que lleguen
a casa?-preguntó Shirubei con una sonrisa.
Bueno…-dijo Hagane con una sonrisa cómplice-… ¿y si a la
hora de que lleguen resulta que estamos haciendo otras cosas?
Shirubei entendió el mensaje.
Has estado toda la tarde machacándotela, ¿verdad?-preguntó
con un aire de seriedad.
Como no te imaginas.-respondió Hagane con total
sinceridad-Ese beso me dejó muy cachondo…
A mí también.-respondió Shirubei-Jamás lo habría imaginado.
¿Qué piensas hacer al respecto?-preguntó Hagane-Veo que lo
llevas mejor que yo…
No te creas…-dijo Shirubei-…muchas veces se me levanta y no
sé qué hacerle. Unas buenas pajas están muy bien, pero creo que necesito algo
más ahora mismo…
¿Y bien?-insistió
Hagane.
¿Cómo que “¿Y bien?”?-se extrañó Shirubei-Bueno, lo cierto
es que…ya sabes…nunca me había planteado que pudiera atraerme otro hombre.
Desde niño he tenido mucho éxito con las chicas, e incluso perdí la virginidad
con una de mis novias, como ya os conté en su día.
Bueno…-dijo Hagane-…ahora estás soltero…y yo siempre lo he
estado. No pretendo moverme al mundo de los noviazgos, simplemente te recuerdo
que no tenemos que rendir cuentas a nadie…ni tú, ni yo.
Ajá…-asintió Shirubei.
Y…-siguió Hagane-…en fin, ¿quién mejor que un amigo para
divertirse? Al fin y al cabo, no vamos a hacer que nada cambie. Yamiyuki
siempre nos lo recuerda con orgullo: somos mentes abiertas, cabezas pensantes,
gente flexible y tolerante…si entendemos que no hay ningún problema en que
hagamos lo que los dos llevamos tiempo imaginando…no hay problema en hacerlo.
Ajá…-Shirubei hizo como si estuviera estancado en esa
palabra.
¿Qué me dices?-preguntó Hagane-¿Nos desfogamos juntos? ¡No
puede pasar nada malo!
Shirubei sonrió y asintió. Colocó una mano en el muslo
izquierdo de su amigo y éste se empezó a dejar llevar.
Wow Wow Wow que capitulazo!!! mi mente perversa vuela lejos!!!!!
ResponderEliminar¡Que vuele, que vuele! Seguro que llega a donde yo quiero...
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