TAIMANIN
YAMIYUKI
Episodio 10: Batalla
campal en Gokuruma
¡Esa mujer no es del todo mala!-exclamó Shirubei-Aunque,
siendo sinceros, me molesta lo fea que es…así que…Su Majestad, ¿puedo hacerla
hermosa llenando su cuerpo de cortes y heridas sangrantes?
Shirubei sonrió macabramente mientras desplegaba las garras
de sus cuatro extremidades.
Je…-Vrutha le dedicó una sarcástica y desdeñosa sonrisa
fingida-… ¡inténtalo, plebeyo!
La orco sacó una enorme y pesada cadena de debajo de su
falda. Ató un hacha a cada extremo de la misma y, agarrando el conjunto por el
centro de la cadena, comenzó a agitarlo como si fueran unas boleadoras. Lejos
de asustarse, Shirubei se lanzó valientemente a por quien era en ese momento su
enemiga, lanzando una elegante patada alta con las garras de su pie derecho.
¡HA!-bramó secamente la princesa orco.
Blandió la cadena de tal forma que una de las hachas salió
disparada hacia Shirubei, quien tuvo que patear el arma para no verse golpeado
por ella. El choque lo retractó varios metros a la vez que lo dejaba
impresionado ante semejante fuerza.
Qué fuerza…-susurró Shirubei-…es demoledora… ¡pero no lo
suficiente como para vencer a los Taimanin!
¡Comprobémoslo!-gruñó Vrutha mientras repetía el movimiento
anterior para derrocar al desequilibrado y sorprendido Shirubei.
Una fuerza sin igual se opuso entre su hacha y el Taimanin
de cabello rubio: Rito se había puesto en medio y había interceptado el golpe
con su arma. El chico no se movió ni un centímetro ante la fuerza de la orco.
Si hablamos de fuerza…-dijo Rito-…hablamos de mí. ¡Estaré
encantado de ser tu oponente en esta batalla y darte una muerte honorable!
Es lo más bonito que creo que voy a oír jamás de la boca de
uno de los vuestros.-dijo Vrutha con fingida apreciación-Ahora… ¡vete a hacer
compañía a tu amigo en plañideras!
Con un ágil movimiento, Vrutha hizo que la cadena girase
sobre su puño, dirigiendo el hacha que quedaba hacia la que estaba bloqueando
Rito, concentrando más masa y fuerza en el punto del impacto. Lejos de
achantarse ni debilitarse, el musculoso y gigantesco Taimanin se mantuvo quieto
y erguido. Aprovechó entonces inteligentemente que las dos hachas de la orco
estaban a la misma altura para girar su bastón sobre sus manos y entrelazar
ambas cadenas, logrando que la dueña de las armas que le atacaban perdiera el
control de las mismas.
¡HAAAAAAAAAAAAAAAAH!-Rito emitió un grito de guerra.
Ágil y vigorosamente, el chico embistió a la orco con un
fuerte placaje de hombro, obligándola a retroceder.
¡No me hagas enfadar, Taimanin!-bramó Vrutha-¡Te haré
pedazos!
Vrutha comenzó a darle vueltas a la cadena, creando un
efecto de disco en el que ambas hachas golpeaban de manera alternada. Rito se
vio obligado a caminar hacia atrás mientras bloqueaba los hachazos con una de
las mazas que constituían los extremos de su bastón.
¡Aguanta, Rito, voy contigo!-exclamó Shirubei mientras
repetía su asedio.
¡Mirad!-exclamó Hagane en medio de la escaramuza-¡Un
ejército numeroso de algo muy grande se acerca desde el bosque de detrás de
esos edificios!
Inuhito observó al lugar señalado por Hagane y clavó sus
ojos en los visitantes.
¡Ogros!-exclamó Inuhito-Son mucho más fuertes que los orcos…sería
mejor que acabásemos con ellos antes de que se infiltraran en nuestras tierras…
Aoi asintió y corrió hacia el lugar por el que pretendían
acercarse los ogros.
¡El jardín de dientes de león fue plantado por la casa
Makihara hace décadas y es cuidado por ésta desde entonces!-exclamó Aoi-¡No
dejaré que esos ogros ensucien nuestras flores! ¡Antes las arrancaría!
¡Aoi!-gritó Inuhito-¡Deja que te acompañe!
¡He de honrar a mi familia!-gritó Aoi-¡Lo siento!
Pero…-intentó negociar Inuhito-… ¡UN MOMENTO!
Una figura desconocida y de aspecto amenazador había cruzado
por aquel lugar a gran velocidad. Parecía dirigirse a algún edificio alejado.
¡Maldita sea!-exclamó Inuhito-¡Esa persona, cosa, bestia o
lo que sea se dirige hacia la casa Momota!
La casa Momota…-susurró Hagane-… ¡Rinako-sensei!
Así es.-dijo Inuhito-No dejaré que nadie hiera a mi preciada
maestra.
¡Ve, Inuhito!-pidió Yamiyuki-Y recuerda que todo esto es una
estratagema para separarnos… ¡demuéstrales quiénes somos los verdaderamente
sagaces aquí!
¡Les dolerá, te lo aseguro!-exclamó Inuhito antes de
perderse de vista-¡Seré tu orgullo una vez más! ¡SEREMOS tu orgullo! ¡Que vivan
los Taimanin!
. . .
¡QUE VIVAN LOS TAIMANIN!-gritó Aoi al escuchar a su
compañero en la lejanía-Lo habéis oído, ¿no es así, malditos ogros?
Aoi estaba encarando a una horda de enormes y amenazadores
ogros. Aquellas criaturas, de facciones toscas y rudas y cuerpos grandes y
fuertes, no medían menos de dos metros y estaban dispuestos a usar sus
gigantescos y duros puños con eficiencia. Algunos llevaban garrotes de madera o
de piedra.
¡JAJAJAJA!-rió uno de los ogros-¿Envían a un único hombre
para hacernos frente a todos nosotros? Están locos…
No han enviado a nadie.-respondió Aoi taimadamente
sosteniéndole la mirada al ogro-He venido por mi cuenta.
¿Tan pocas ganas de vivir tienes, joven?-le preguntó otro de
los ogros.
Esa pregunta debería hacérosla yo a vosotros.-dijo Aoi-Fuera
de nuestras tierras. ¡Ahora!
Creo que no entiendes la situación…-dijo un ogro
amenazándolo con un garrote gigantesco.
Sin esperar a que respondiera, el ogro lanzó un fuerte
garrotazo contra Aoi. Un sonido de rotura le informó de que su asedio había
sido fallido: el chico había parado el garrotazo con tres cuchillos kunai entre
sus dedos, de tal forma que se clavaron en el garrote y, con un pequeño giro impreso
por las hábiles manos del chico, hicieron que el arma saltara en pedazos.
¡Maldito Taimanin!-bramó el ogro.
El enorme ser se lanzó contra Aoi con los puños cerrados. El
chico aprovechó la rabia del ogro para burlarlo, pues la ira nublaba el juicio
de los ogros y absorbía la mínima inteligencia que poseían. Tal fue la suerte
del ogro que se vio en el suelo tras recibir una llave por parte del joven.
¿Quién quiere ser el siguiente?-preguntó el chico.
¡Veamos si tus cuchillos pueden cortar esto!-gritó otro
ogro.
El ogro que se había lanzado a por Aoi tenía un garrote
metálico. El Taimanin no necesitó hacer demasiados cálculos: lanzó los
cuchillos contra la mano del ogro, refrenando así el impacto. Tras ello,
enroscó su látigo en el garrote y utilizó su poder ninja de la electricidad
para hacer pasar la corriente por la superficie conductora del arma,
electrocutando violentamente al monstruo.
Mucha fuerza y poco cerebro…-dijo Aoi-…sois las presas
perfectas para mí.
El Taimanin recibió un fortísimo impacto en el plexo solar,
saliendo propulsado antes de chocar contra un robusto árbol. El dolor del
impacto era intenso, pero no dejó que le dominara. Se centró en entender la
situación: aquellas criaturas habían comenzado a rodearlo y ahora no podía ver
a la totalidad de sus enemigos a la vez. Analizando el dolor que sentía, se
imaginó la forma del objeto que había
colisionado con su cuerpo e infirió que había recibido un puñetazo, si bien no
había podido verlo.
Vamos a darte una cura de humildad…-dijo uno de los ogros
mientras los demás reían.
Ven a dármela.-lo invitó Aoi sin torcer su gesto.
El ogro se lanzó contra el árbol, pero el chico se había
sobrepuesto al dolor y pudo esquivar ágilmente el placaje que iba a recibir,
colocándose entonces a la espalda de su enemigo, al cual pudo estampar contra
el árbol con una patada voladora con los dos pies juntos. El tronco del árbol
vibró de tal manera que comenzaron a caer gran cantidad de hojas del mismo. Aoi
se sonrió.
Ninpô – Kata no Jutsu!-exclamó el chico.
(¡Arte ninja de la
dureza!)
Las hojas se endurecieron y se hicieron pesadas y afiladas
como trozos de piedra cortada y pulida. Cayeron entonces como una pesada lluvia
de cuchillas que se fueron clavando en el cuerpo del ogro y causándole heridas
profundas y muy grandes, con tal suerte que le causó la muerte.
Henchidos de rabia, los ogros se lanzaron todos en tropel
contra Aoi, quien sacó su látigo de nuevo y comenzó a girar sobre sí mismo,
dando latigazos circulares que mantenían alejados a los ogros lo suficiente
como para evitar un linchamiento.
Tengo que escaparme de
este punto…-pensó Aoi-…mis latigazos
no son lo suficientemente fuertes como para impedir que los ogros se acerquen…
¡es ahora o nunca!
Aoi saltó y se alejó de los ogros.
. . .
¡Rinako-sensei!-bramaba Inuhito mientras se acercaba a la casa
Momota-¡Rinako-sensei!
Su audición sobrehumana le permitía escuchar gritos. La voz
era la de su maestra, y la entonación le daba a entender que eran gritos de
guerra. Al llegar a las inmediaciones de la mansión, vio a su preciada maestra
destrozando a las tropas demoníacas con su katana.
Menos mal…-suspiró Inuhito.
Inuhito.-dijo la maestra tras aniquilar al último de los
demonios cortándolo en dos por su eje de simetría-Me alegro de verte. ¿Te
importaría lidiar con el encapuchado que nos observa? Tengo que entrar en la
casa e impedir que la ensucien los Mazoku…
He venido por él.-dijo Inuhito-Déjamelo a mí.
La mujer asintió. Jovencísima para ser una maestra, la hija
de los Momota se introdujo en la mansión corriendo a una velocidad tal que no
hacía sino demostrar la fuerza desmedida que tenía.
Una figura antropomorfa cubierta con una capa negra y una
capucha descendió de entre los árboles. Parecía tener instrumentos cortantes en
sus manos, por lo cual el chico lo recibió con varios cuchillos kunai en cada
mano, pudiendo repelerlo con seguridad.
¿Quién diablos eres?-preguntó Inuhito-¡Ni se te ocurra
acercarte a la casa Momota!
El encapuchado se limitó a lanzar unos extraños objetos
punzantes. El Taimanin los esquivó y, una vez clavados en un arco ornamental de
madera, vio que se trataba de jeringuillas llenas de un líquido que no
inspiraba confianza.
Tienes suerte de no haber contaminado un árbol con esas
cosas.-dijo Inuhito-Nuestras tierras no son para que las ensuciéis… ¡basura!
El individuo se acercó a Inuhito e intentó darle un
puñetazo, pero el chico le apresó el brazo y se lo retorció con fuerza,
obligándolo a hincarse de rodillas y a someterse.
Buen chico.-dijo Inuhito mientras clavaba uno de sus pies en
las costillas del individuo-Ahora… ¿qué tal si te quitas la capucha?
El tipo obedeció. Bajo la capucha se escondía un cabello
rosa, un rostro pálido y unos ojos rojos que lo miraban con superioridad,
lujuria y sorna.
¡Karistus!-bramó Inuhito-¡Craso error por tu parte el haberte
metido en este follón! ¡Los peces gordos tendríais que quedaros atrás!
Lo mismo podría decirse de vosotros…-dijo Karistus mientras
se zafaba del agarre de su contendiente con sorprendente facilidad.
Lanzó un zarpazo. Inuhito creyó apartarse a tiempo, pero se
quedó con tres cortes paralelos en un brazo.
¡Hijo de puta!-le espetó el Taimanin mientras observaba qué
llevaba su enemigo en la mano.
Escalpelos…-dijo Inuhito-…qué cabrón…
La única pena es que no me ha dado tiempo a mojarlos con mi
última droga experimental…-dijo Karistus relamiéndose.
Malditos chiflados…-dijo Inuhito-… ¿los demonios científicos
sólo pensáis en desarrollar drogas? Yo también soy un científico y siento más
vocación por…no sé, mejorar el mundo en el que vivimos.
Pese a sus amaneramientos estrambóticos y su personalidad
algo salvaje, Inuhito era un joven muy comprometido con el desarrollo
intelectual de la especie. Como licenciado en Química, una de las
circunstancias que más le disgustaban era la de quienes utilizaban la ciencia
para ejercer el mal.
¿Un científico?-preguntó Karistus con desdén-¿Tú? ¿Un crío?
No me hagas reír…
Claro que no.-dijo Inuhito sacando su aro-¡Te haré sufrir!
Quedan pocos minutos para la señal.-dijo Karistus-Si no
logras matarme para entonces…estáis acabados…tú y todos los Taimanin.
La única señal que va a verse va a ser la de tu cabeza
colgando de un mástil como señal de nuestro noble exterminio anti-demonios.-le
respondió Inuhito.
. . .
¡Me da igual cuánto podáis golpearme!-bramó Aoi tras recibir
otro puñetazo-¡No pisaréis los dientes de león!
¡Aparta de nuestro camino!-bramó un ogro dispuesto a partir
su garrote contra las costillas de Aoi.
¡AAAAAAAAAARGH!-gritó el chico tras recibir el
garrotazo-¡Malditos!
Uno de los ogros le había inmovilizado las manos mientras
otro le sujetaba los pies. Los restantes lo golpeaban con fuerza.
Deberíamos humillarlo…-dijo uno de los ogros-… ¡seguro que
es virgen! Je…
Aoi clavó sus ojos en el ogro que acababa de hablar.
No vamos a dejaros repetir vuestras atrocidades.-dijo Aoi
con orgullo-¡NUNCA!
¿Cómo vas a impedírnoslo?-preguntó el ogro tras darle varios
puñetazos-Venga… ¡desnudadlo!
El chico respiró hondo. Entre gritos de dolor y chorros de
sangre, las manos de los ogros que lo sujetaban se desprendieron de sus
cuerpos. Libre de nuevo, Aoi tiró los cuchillos ocultos con los que había
mutilado a sus captores y saltó para alejarse de los restantes, dando varias
volteretas elegantemente.
Hemos sido entrenados para esto…-Aoi se sonrió-…no vais a
poder acabar conmigo.
¿Estamos perdiendo a nuestros hermanos por unas estúpidas
flores?-preguntó uno de los ogros-¡Acabad con las flores primero!
El gesto de Aoi se congeló. Ante el apremiante avance de los
ogros, se adelantó hacia los dientes de león y, sacando un kunai, se agachó
entre sus preciadas flores.
Como ya decía…-siseó-… ¡antes de que pisarais los dientes de
león con vuestros sucios pies, los cortaría!
El chico hizo un elegante movimiento circular, cortando
buena parte de los dientes de león. Los agarró con su mano izquierda todos
juntos, formando un gran ramo, y sopló hacia los ogros. Los dientes de león se
deshicieron, formando una ventisca blanca que se aventuró hacia sus enemigos.
Ninpô – Kata no Jutsu!-pronunció Aoi con orgullo.
(¡Arte ninja de la
dureza!)
Los fragmentos de los dientes de león se convirtieron en
esquirlas penetrantes que arreciaron contra los ogros, acribillándolos
mortalmente. Una vez hubieron caído todos, Aoi se dejó caer jadeante entre la
hierba.
Su descanso duró poco, pues alguien más le salió al paso: un
ogro más, al parecer, el jefe de aquella avanzadilla.
. . .
Rito y Shirubei continuaban forcejeando con Vrutha. A las
inmediaciones de la escaramuza llegaban constantemente bestias llameantes.
Mientras sus compañeros lidiaban con la orco, Hagane ayudaba a Yamiyuki a
despachar a los monstruos.
¡No se acaban nunca!-exclamó Hagane tras cortar por la mitad
a un perro infernal con uno de sus abanicos-¡Tenemos que localizar su fuente!
Seguro que es esa mujer…-dijo Yamiyuki tras astillar el
cráneo de una serpiente de fuego azul con un pisotón-…Belladonna.
¡HAAAAAAAAAAAAH!-oyeron gritar a Vrutha.
Una de sus hachas echó hacia atrás a Shirubei. La otra
golpeó el bastón de Rito y obligó a éste a hincarse de rodillas.
Veo que no erais más que palabrería…-dijo Vrutha-… ¡sois muy
débiles!
Maldito orco hormonado con tetas…-susurró Shirubei tras
toser y expulsar algo de sangre.
¡Te he oído!-le espetó Vrutha-¡No me trates como si fuera un
hombre!
La princesa comenzó a sermonear a Shirubei entre insultos y
maldiciones.
Princesa o no, todo orco tiene una estupidez característica
de la que no puede librarse en su vida.-siseó Shirubei-Ahora está distraída…
¡túmbala, Rito!
El Taimanin de cabello verde se lanzó contra Vrutha y la
estampó contra el suelo con una brutal
llave. Acto seguido, bloqueó sus hachas con su bastón e inmovilizó su cuerpo
con sus piernas.
¡Suéltame, hombre asqueroso!-bramó la orco.
Que un orco llame “asqueroso” a otro individuo es más que
paradójico…-dijo Rito mientras impedía los movimientos de Vrutha.
Una figura irrumpió en aquel lugar, cortando el aire con su
increíble velocidad. La onda expansiva que produjo su parada en seco fue
suficiente como para hacer que Rito se soltara un poco de Vrutha, permitiendo a
ésta quitárselo de encima de una patada.
Por fin has llegado…-saludó Vrutha.
La figura tenía forma humana, aunque iba completamente
cubierta con una capa plateada. Tras las palabras de la orco, se quitó la
capucha y se arrancó la capa, dejándola caer contra el suelo.
Yo también me alegro de verte, Vrutha.-respondió la recién
llegada.
Aquella mujer era la portera del Moist Desire: alta, de
complexión robusta y con una característica mata de rastas de colores, esta vez
suelta. Lucía un uniforme negro de lucha libre muy ajustado con ribetes rojos,
así como botas y mitones blancos con adornos también rojos. Era muy, muy
musculosa.
Sí…-dijo la orco-…siempre es un placer, Virgo.
¡Eh!-oyeron una voz familiar detrás de todo aquello.
A la escena llegó corriendo Seika, que todavía llevaba el
uniforme de Gokuruma, modificado de tal manera que no se veía nada de su
cuerpo.
¿Qué estáis haciendo con los alumnos?-preguntó Seika con
tono apremiante.
¿Sucede algo?-preguntó Yamiyuki.
Están secuestrando a muchos alumnos.-dijo Seika-No sé hacia
dónde los llevarán, pero se dirigen hacia aquí…
La orco y la recién llegada, que respondía al nombre de
Virgo, se sonrieron.
¿Han llegado a pasar alguna vez por este lugar?-preguntó
Yamiyuki.
No: los he adelantado para poder anticiparme a su
ataque.-explicó Seika-Son demasiado fuertes… ¡los alumnos están indefensos por
ahí detrás!
Yo iré.-dijo Yamiyuki-No se llevarán a nadie.
Virgo y Vrutha intentaron salirle al paso, pero Shirubei y
Rito contuvieron a la princesa orco. Por su parte, Hagane intentó lanzarse a
por Virgo, pero Seika se le adelantó. Lanzó un golpe con el canto de su mano,
obligándola a saltar. Su salto fue tal que se subió a lo alto de un arco de
madera.
¿Tienes miedo?-preguntó Seika con cierta inseguridad.
Creo que tú tienes más.-dijo Virgo-¿Por qué no subes y lo desmientes,
señorita falta de orgullo?
Seika saltó sobre el arco y se encaró a Virgo. Habiendo
permitido la retirada de Yamiyuki para ayudar a los secuestrados y con Vrutha
contenida por Shirubei y Rito mientras Hagane expulsaba a las tropas que
llegasen, la hermana melliza de Rito sintió que su deber era enfrentarse a
aquella mujer de cabello policromado.
Je…-Virgo apretó los puños y se puso en guardia-…vas a durar
muy poco.
Eso ya lo veremos.-dijo Seika ejecutando una guardia propia
del Aikido.
. . .
No puedo evitar preocuparme por Seika…-susurró Rito mientras
forcejeaba con Vrutha-…es su primera situación crítica…y ya sabes cómo es…
En un gesto de amistad y comprensión, Shirubei excusó a su
amigo.
Ve con ella.-dijo Shirubei-Yo me encargaré de esta
vigoréxica.
Pero…-dijo Rito-…no quiero que te hiera…
¡Sacaré fuerzas de donde no haya con tal de
ayudarte!-exclamó Shirubei-¡Ve, Rito, y asegura la victoria de tu hermana!
Rito se escapó de Vrutha y se acercó a Seika.
¿Tu amigo te ha dejado solo después de tanto
cuchicheo?-preguntó Vrutha lanzando una vigorosa patada contra Shirubei.
Los amigos tenemos que saber acercarnos y alejarnos en los
mejores momentos.-dijo Shirubei mientras bloqueaba y agarraba la pierna de
Vrutha-Te aseguro que soy…que SOMOS unos estrategas.
. . .
¡Vamos, señorita!-exclamó Virgo en un intento de provocación
hacia Seika-¿Por qué no atacas?
Seika se mantuvo en su guardia, taimada y observadora.
Está bien…-Virgo se tomó la licencia de atacar-… ¡toma esto!
La mujer musculosa lanzó una patada lateral contra Seika,
quien paró el ataque con un agarre y retorció la pierna de su enemiga de una
manera tal que la obligó a hincarse contra el suelo de espaldas a ella. Haber
hecho bien el primer movimiento le dio seguridad, por lo que se sonrió
levemente y procedió a continuar la ofensiva.
¡YAH!-gritó Seika.
Aún efectuando su agarre, la chica volcó a Virgo del arco.
La caída libre finalizó en una pesada caída acompañada por un quejido de la que
supuestamente era un demonio.
Y, ahora…-susurró Seika-… ¡HAAAAAAH!
Agarrándose la falda para que no se le viera nada, Seika
saltó del arco hacia su enemiga, que yacía tumbada. Al caer, dirigió un fuerte
pisotón contra una de las piernas de Virgo, quien rodó ágilmente y se levantó
con presteza.
No soy tan fácil, ¿sabes?-se jactó Virgo.
Seika cambió de guardia, colocándose en posición de Karate.
No me asustas.-dijo Seika con seriedad pero todavía cierta
falta de confianza-¡SHEEEEEH!
Lanzó un fuerte puñetazo recto contra el esternón de Virgo.
El impenetrable cuerpo de puro músculo de ésta inutilizó el ataque. La Mazoku
aprovechó entonces para agarrar el puño de Seika y apretarlo fuertemente con
objeto de romperle la mano, que mantenía vendada.
Agh…-Seika puso una expresión de dolor.
¡Suelta a mi hermana, arpía!-bramó Rito.
El chico embistió a Virgo, librando a Seika de ella.
Vaya, vaya…-dijo Virgo-…creo que tú estarás más a mi altura…me
parece que voy a pasar de la niña y voy a ir a por ti…
No te burles de mi hermana…-le advirtió Rito-¡HIYAH!
El chico lanzó un fortísimo gancho alto contra el abdomen de
Virgo, pero fue inútil: su musculatura estaba muy dura.
Tendré que imprimir más fuerza en mis ataques…-dijo Rito.
¡AAAAAAAAAAAARGH!-oyó gritar a Shirubei tras él.
Vrutha lo había sobrepasado. La situación se tornaba
preocupante. Virgo y Rito se mantenían agarrados y forcejeando, intentando
hacerse una llave el uno a la otra.
¡Ayuda a Shirubei, hermano!-exclamó Seika-¡Yo me quedo con
esta tiparraca! ¡HAAAAH!
Seika rompió el agarre de Virgo con un empujón y, acto
seguido, lanzó una patada alta contra el
cuello de la mujer, quien no necesitó tensarlo para inutilizar el impacto.
Los rehenes ya están en tránsito…-dijo Virgo-…es hora de
recoger.
Los alrededores estallaron en llamas azuladas. Comenzaron a
circular unos carruajes de aspecto macabro con algunos estudiantes atados a
vigas colgando del mismo. De uno de los carruajes colgaba una chica de piel muy
morena y dorada, con un punto rojo en la frente y una larga melena blanca
recogida en una trenza. Parecía inconsciente, y estaba semidesnuda, recubierta
por algo de ropa rota. Seika se deshizo al ver la imagen.
¡Veena!-gritó-¡VEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEENAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
Aquella chica era la mejor amiga de Seika. Intentó correr
hacia ella para salvarla, pero darle la espalda a Virgo le dejó carta blanca
para noquearla.
¡Seika!-exclamó Rito-¡SEIKA!
Apretó los puños.
Maldita víbora…-dijo Rito-…voy a darte tu merecido.
. . .
Aoi entendió que no podía forcejear mucho más con aquel ogro
enorme en su estado actual. Aquel tipo no era verde como los demás. Su piel
tenía un tono ocre, y su larguísima melena tenía mechas blancas y negras. Era
muy alto incluso para ser un ogro, superando incluso el doble de la altura de
Aoi. Su cuerpo estaba recubierto por un taparrabos con faldón de color negro y
unos arneses negros y rojos en el pecho con hombreras, brazaletes y botas de
los mismos colores. A pesar de su corpulencia y su dureza facial, parecía muy
joven dentro de su raza.
No pisaré tus flores.-dijo el ogro-No me preocupan ni me
importan, pero tenemos algo mucho peor reservado para vosotros.
Vete al infierno…-murmuró Aoi entre jadeos.
Soy Kazark.-dijo el ogro-Recuerda mi nombre como el del
demonio que destruyó tu vida y la convirtió en un infierno.
Un brutal puñetazo privó a Aoi de su consciencia. Tras esto,
el ogro, llamado Kazark, sacó un pequeño pulsador de mano de un bolsillo de su
faldón y lo apretó.
. . .
¡La señal!-exclamó Karistus-¡Por fin!
El demonio científico lo estaba pasando realmente mal frente
a Inuhito: el chico era ágil, fuerte y despiadado, y su aro permitía propinar
unos golpes increíblemente destructivos. Tras recibir la señal que esperaba,
sacó un pulsador de mano de su capa y apretó el botón. La zona tembló. Comenzó
a desplazarse una hilera de maquinaria muy pesada y, en cuestión de segundos,
un montón de cañones plateados rodeaban y apuntaban hacia Gokuruma en su
totalidad.
¿Qué demonios es todo esto?-preguntó Inuhito.
Vuestra perdición, Taimanin.-le espetó Karistus.
Aprovechó la distracción de Inuhito para clavarle un manojo
de escalpelos en el estómago, pero no tuvo suerte: la percepción sin parangón
del chico le permitió darse cuenta y esquivar el impacto, contraatacando con
una patada. No obstante, los cañones se dispararon. Algo parecido a granadas
gaseosas comenzó a llover sobre Gokuruma, creando una niebla de color azul con
notas violáceas que avivó todas las llamas demoníacas que arreciaban contra el
campo de batalla a la vez que causaba inconvenientes en los cuerpos de los
Taimanin.
¿Qué está…-intentó decir Inuhito-…pasando? Me siento…débil.
. . .
Shirubei terminó por caer ante Vrutha. Aquella niebla había
mermado sus fuerzas. Hagane intentó ayudarle, pero la extenuación de eliminar a
las tropas comenzaba a atacarle. Además, los cañones que habían visto disparar
y extender aquel humo habían hecho que el fuego azul, símbolo de la magia
Mazoku, se avivase, por lo que las bestias ardientes llegaban mucho más grandes
y fuertes. Agotados, Hagane y Shirubei se vieron obligados a ceder.
A su lado, Rito, que había vuelto a enfrentarse a Virgo,
estaba sufriendo los mismos efectos. Afortunadamente, había conseguido que
algunas mujeres Taimanin se llevasen a Seika a un lugar más seguro.
Cuando todo parecía a punto de acabar, aparecieron las
profesoras en el lugar de la escaramuza. Estaban protegidas contra la niebla,
por lo que no les afectaba.
Llevaos a los chicos.-oyeron que decía la voz de Belladonna.
Una imagen de ella se proyectaba por todos los alrededores.
Queridas jefas de Gokuruma, os habla Belladonna
Rubidium.-continuó la demonio-Os proponemos un intercambio: los seis chicos por
las vidas del resto.
¿Han hecho todo esto por nosotros?-preguntó Rito mientras
luchaba por seguir despierto.
Nos negamos.-respondió la directora en voz alta.
Estamos preparados para destruir Gokuruma.-dijo
Belladonna-Vuestra historia se acabará aquí.
Una explosión de fuego azulado barrió la estancia:
Belladonna se había teletransportado al lugar donde habían aparecido las
profesoras. Por alguna razón, Yamiyuki
estaba con ella.
Nos entregamos.-dijo el chico-No podemos permitir que
Gokuruma caiga por sólo seis personas. ¡Somos muchísimos más!
¡No!-bramó la directora-¡Tiene que haber otra manera!
Mis compañeros están inconscientes.-dijo Yamiyuki-Cogedlos ya
y vámonos: no quiero que hagáis sufrir más a nuestra aldea.
Sabias palabras.-dijo Belladonna chasqueando los dedos.
Se abrió un portal de oscuridad. También teletransportó
frente a ella al resto de generales.
Metedlos al portal.-ordenó Belladonna.
Karistus con Inuhito a cuestas, Kazark con Aoi en una mano,
Virgo con Rito en brazos y Vrutha con Shirubei a los hombros cruzaron el
portal.
Hombres, llevaos al del trajecito rosa.-Belladonna señaló a
Hagane-Se lo daremos a Delphine…se la tiene jurada.
Varios orcos cargaron con Hagane y cruzaron el portal.
Yamiyuki Kuroi…-dijo Belladonna-…cruza la puerta y todo esto
habrá terminado.
Te estoy esperando en el otro lado desde hace tiempo…-dijo
Yamiyuki-… ¡BRUJA!
Belladonna se giró hacia el portal y vio que Yamiyuki había
desaparecido por él.
Insolente…-siseó.
Sin mediar más palabra, Belladonna entró en el portal a la
vez que de él salía un kunai. El portal se cerró detrás de la mujer y tanto los
cañones como la niebla como los monstruos se esfumaron. Todo volvió a la normalidad…salvo
los escombros y las señas de batalla.
La directora vio que en un árbol se había quedado clavado el
kunai que había salido del portal. Llevaba una nota atada:
“He visto a través de
todas sus estrategias y las he desmantelado. Hemos ganado. Yamiyuki Kuroi.”