Tokyo…la que en su día fue una próspera ciudad. En la
actualidad, se encuentra sumida en un ponzoñoso mar de maldad, corrupción y
juegos sucios y peligrosos. De los mismísimos infiernos llegaron criaturas
malvadas, demonios y monstruos, tan variopintos y heterogéneos como podrían
serlo los habitantes naturales del planeta Tierra…y los más inteligentes se
hicieron con el control sin legalidad alguna. Los espíritus de los ríos y de
las montañas aterran a los ciudadanos y cumplen años y años bajo la imposición
de su tiranía. Tráfico de drogas, tráfico de armas, compra-venta de países,
corrupción política, trata de esclavos, prostitución ilegal, asesinatos y demás
fechorías imaginables en las condiciones más inhumanas que se puedan
imaginar…con la impotencia como única respuesta del mundo de los humanos. Pese
a todo el poder que existe todavía, pues se están midiendo los países de todo
el mundo frente a un grupo reducido de demonios en Japón, los humanos no saben
muy bien cómo hacer frente a esta amenaza. La astucia humana ha logrado paliar
mínimamente los escabrosos efectos del dominio demoníaco y, ante el inusitado
respeto de los sobrenaturales visitantes del inframundo para con el poder
político humano, se vive bajo un pacto de mutuo respeto en el que ni los demonios
interfieren con los humanos en el día a día ni tampoco los humanos se
interponen en el camino de los demonios. Como no es difícil de suponer, este
pacto está lleno de lagunas y cláusulas ocultas que los demonios están
explotando tanto como explotan a los propios humanos, a las pobres víctimas que
caen en sus zarpas y se convierten en mera carne. No obstante, el pequeño
reducto humano que conserva el valor y la voluntad para luchar por la justicia
no está desnudo ni desarmado: una fuerza sin igual, un poder tan devastador
como noble y una personificación del mismo en un ejército subrepticio existen
en los entresijos que el ojo demoníaco no alcanza a ver…
…ellos son los
Taimanin.
. . .
/Tokyo, 16 de junio, 22:45 p.m. /
Un helicóptero negro sobrevolaba una zona de los suburbios
demoníacos de la ciudad. Se había corrido la voz: iba a venderse al aire libre
algo inusual, muy inusual. Una turbia empresa dirigida por un demonio adinerado
de poco intelecto iba a vender como esclavas a un grupo de diecisiete mujeres
de distintas edades que habían sido secuestradas en un parque de atracciones a
plena luz del día una semana atrás. Los demonios habían violado con total descaro
el pacto de no intervención, y más de una persona había acordado que
necesitaban un aviso serio.
Que no quede ni uno.-dijo el líder.
Dentro del helicóptero había cuatro hombres jóvenes con
aspectos muy dispares y llamativos.
¿No vamos a tomar rehenes para interrogarles?-preguntó uno
de los otros tres chicos.
Por supuesto.-respondió el líder-Pero no de entre esa
chusma. Nos quedaremos con el pez gordo…literalmente.
Je…-rió un tercero-…me gusta ese plan. Puedo oler a ese pez
gordo…apesta.
Tus sentidos son tan eficientes como siempre, Inusen.-lo
elogió el cabecilla-No es sin motivo el que te llamamos “el sabueso de los
Taimanin”.
Sigo insistiendo en que “el perro” está bien, capitán…-el
chico sonrió.
Eso nos traería problemas frente a las personas de mente
cerrada que piensen que tu dignidad como hombre está en el apodo que la gente
use para apelarte.-dijo el líder-Conozco bien todos los porqués…créeme…de que
te identifiques con un perro…no obstante…lo dejaremos para la intimidad, ¿no
crees?
Siempre tan correcto y tan táctico, líder
Yamiyuki…-respondió el chico-…me vas a hacer jadear.
Y no es para menos.-terció el cuarto joven-Es el Taimanin
varón más fuerte de Gokuruma, el más poderoso de entre los hombres en nuestro
oficio...ostentador de un poder tal que lo coloca a la altura de nuestra
mismísima líder…Asagi Igawa.
Basta de cháchara.-Yamiyuki tensó sus músculos-Se va a
producir la venta. Han llegado dos tipos vestidos de negro con un aura
demoníaca muy potente. ¡Taimanin, al ataque!
El piloto levantó su dedo pulgar y, pulsando un botón, abrió
las puertas del vehículo. Los cuatro chicos saltaron con suma gracilidad,
describiendo elegantes piruetas mientras aterrizaban en aquel patio sucio y
descuidado donde pretendían vender a mujeres inocentes. En ese preciso
instante, un piloto rojo en el traje de Yamiyuki comenzó a parpadear mientras
emitía un pitido.
¡Nos han avistado!-exclamó Yamiyuki-¡Hay francotiradores a
nuestro alrededor! Separémonos antes de que salgamos heridos.
Líder…-dijo uno de los chicos-…estamos en el aire.
Eres demasiado inteligente como para que me tome en serio
ese intento de excusa.-dijo Yamiyuki-¡Haced lo que sabéis!
¡A la orden!-exclamaron los otros tres chicos.
Pulsaron unos botones de sus trajes especiales de combate y
en sus espaldas se desplegaron unas ala-deltas que les permitieron dispersarse
en distintas direcciones. Separados, los cuatro jóvenes se prepararon para
llevar a cabo la caída más estratégica posible. Los disparos de los
francotiradores sólo conseguían fallar y ahogar los gritos de las desesperadas
mujeres.
Fue sólo uno de los jóvenes el que cayó en el lugar del
delito que estaba a punto de cometerse. Una figura estilizada y llena de
curvas, de una delgadez sólo camuflada por el grosor de su traje de combate,
con una estatura imponente y una larguísima melena negra totalmente lacia que
brillaba con la luz de la Luna mientras acariciaba todo su cuerpo al viento.
Llevaba un traje de cuerpo entero de color cereza anaranjado, con guantes y
botas negros. Sus ojos eran de color rojo molibdeno, grandes y brillantes. Su
piel era muy pálida y brillante, aunque de ella sólo se veía el rostro:
Yamiyuki Kuroi, el más fuerte de los varones Taimanin, había aterrizado.
Buenas noches, escoria.-saludó mientras se quitaba el
armazón de la espalda-¿Habéis decidido avanzar por el buen camino, no teniendo
mejor manera para ello que escoltando a estas pobres mujeres perdidas a sus
casas?
Es uno de esos Taimanin molestos.-dijo el tipo de negro,
quien supuestamente iba a comprar a las mujeres-¡Matadlo! ¡Sois muchos!
Varios de los escoltas de las mujeres rodearon a Yamiyuki:
eran toscos, de cuerpos anchos y algo deformes, bastante altos y con mucha
barriga. Sus pieles eran verdes, y sus harapientas ropas estaban sudadas y
rasgadas. Iban armados con objetos diversos, algunos incluso con la única
compañía de sus puños.
Hay muchas cosas en este mundo que me dan asco.-dijo
Yamiyuki-Una de esas cosas sois vosotros, orcos apestosos. Si estuviera en mi
mano, ya habría exterminado vuestra innecesaria y sucia raza, pero, ya que sois
demasiados…me resarciré matándoos a vosotros. ¡Ninguna mujer recibirá tratos
indebidos en mi presencia! ¡Arrepentíos en el infierno, parias!
Los pocos orcos que tenían armas de fuego comenzaron a
disparar. Yamiyuki se esfumó del centro del círculo que habían formado, por lo
que las balas formaron un fuego amigo que hirió de muerte a varias de las
criaturas demoníacas.
Ni siquiera podéis disparar un arma eficientemente.-dijo
Yamiyuki-No valéis para nada…
¡RAAAAAAAAGH!-gritó un orco mientras corría hacia el
Taimanin con un hacha levantada.
No te acerques a mí, pedazo de mierda.-dijo con mucha
serenidad Yamiyuki mientras oprimía el panzudo abdomen del orco de una patada y
lo obligaba a vomitar sangre.
El orco se desplomó entre jadeos. Yamiyuki se ahuecó la
melena.
¿Alguien más quiere un poco de medicina?-preguntó el chico.
Tres orcos con armas blancas cargaron contra el chico.
¿De verdad que no vais a aprender nunca la lección?-preguntó
Yamiyuki mientras sacaba de un bolsillo oculto un puñado de shuriken.
Saltando grácilmente hacia atrás, Yamiyuki lanzó sus armas
arrojadizas en medio de una pirueta, acertando en los dos ojos y el entrecejo
de cada uno de los orcos y cayendo elegantemente de pie al lado de las mujeres,
que se abrazaban unas a otras entre sonidos de grilletes y llantos.
Buenas noches, señoritas.-saludó Yamiyuki mientras
destrozaba las cadenas con una rápida maniobra-No teman, están a salvo.
¡LAS ESCLAVAS!-instó el hombre vestido de negro-¡LAS QUIERO
AHORA! ¡IGNORAD AL TAIMANIN, PROTEGEDLAS CON VUESTROS MUGRIENTOS CUERPOS Y
ACERCADLAS A MÍ!
Un portal de oscuridad en forma de círculo se abrió en el
suelo detrás del hombre misterioso, que protegía su rostro con una capucha.
Las haré pasar por aquí y nos iremos.-informó el hombre.
La otra figura, envuelta completamente en una capa negra con
capucha y atada con correas, asintió con la cabeza. La elevada presión de las
correas dejaba leer la forma de las curvas de su cuerpo, incluyendo la pista de
que debajo de ese atuendo había una mujer.
No sé quién eres ni qué te impulsa a pensar que me quedaré
de brazos cruzados presenciando lo que dices que vas a hacer…-dijo
Yamiyuki-…pero sí sé que apestas a demonio y que probablemente no salgas vivo
de aquí.
¿Has olvidado a los francotiradores?-preguntó el
encapuchado.
Creo que eres TÚ quien los ha olvidado.-dijo una voz
masculina desde una posición desconocida.
Yamiyuki sonrió dulcemente.
¿Número de unidades restantes?-preguntó Yamiyuki.
Cero…-dijo el chico aproximándose con unos pasos muy sonoros
y rítmicos-…capitán.
El joven había llegado hasta la espalda de Yamiyuki. Sonreía
sádicamente con sus ojos de color miel y brillo dorado abiertos como platos. En
una de sus manos llevaba una garra metálica con la que había atravesado la
cabeza de un francotirador y lo llevaba colgando con un brazo levantado. Las
manchas de sangre no negaban su belleza: era alto, delgado, atlético y de piel
pálida. Su cabello era rubio intenso y corto, cortado en cazo, con dos coletas
largas hasta la mitad de la espalda en la parte de atrás, sujetas las dos del
mismo punto. Llevaba un traje de combate de color azul con una malla negra
debajo que dejaba ver sus tríceps, parte de sus lampiñas axilas, las corvas y
algo de las pantorrillas. En su rostro había una demencial sed de sangre: el
sádico y despiadado Shirubei Anome había llegado.
Shirubei, bienvenido.-dijo Yamiyuki-Llegas justo a tiempo
para acompañarme en la diversión de frustrar los planes de estos estigmas
andantes.
Perfecto.-dijo Shirubei-Le he mandado una señal al
helicóptero para que baje a por las chicas. En cuanto estén a salvo la liamos,
¿de acuerdo?
Me parece bien.-dijo Yamiyuki.
¡Haced algo, fantoches!-instó el encapuchado a los orcos.
Mientras los anonadados esbirros volvían en sí y agarraban
sus armas, Shirubei soltó al difunto francotirador e hizo que las tres hojas de
su garra se juntaran más hasta quedar paralelas. De su otra mano brotó otra
garra igual, así como también lo hicieron de ambos pies. Mientras reía a
carcajadas, comenzó a lanzar arañazos y patadas contra los orcos,
despachándolos en breve.
Me encanta manejar este arma.-dijo Shirubei mientras lamía
ávidamente sus labios-A propósito, ¿no has traído tu arma, capitán?
Claro que la he traído.-dijo Yamiyuki-Es muy grande, pero no
me separo de ella.
¿No quedan más orcos aquí?-preguntó el encapuchado.
El pez gordo está debajo de este suelo.-dijo Yamiyuki-Puedo
sentir su aura. Baja a por él, Shirubei, y tráelo vivo. Yo me encargo aquí
arriba.
¡Marchando!-dijo Shirubei mientras saltaba por la trampilla
por la que habían subido los orcos y las mujeres.
El helicóptero negro estaba muy cerca ya de la escena.
Yamiyuki chasqueó los dedos, señal que le bastó al piloto para comenzar a
disparar. Aprovechando la distracción que le estaba causando a la pareja
encapuchada, el joven Taimanin comenzó a escoltar a las mujeres y a ayudarlas a
subir al helicóptero.
Asegúrate de que esta noche se les dé tanta comida como sea
necesaria, agua corriente y un sueño reparador, así como todos los servicios
médicos que sean necesarios.-le encargó Yamiyuki al piloto después de subir a
la última mujer, antes de bajar a por los demonios restantes.
¡Sin problemas!-dijo el piloto-¡Me llevo a las chicas a
donde acordamos! ¡Nos vemos en el cuartel general, Yamiyuki!
¡Gracias por todo!-exclamó Yamiyuki mientras saltaba del
helicóptero.
Maldito mocoso…-dijo el tipo encapuchado-… ¡no te perdonaré
esto! ¡Adelante, mi fiel mascota!
Del portal de oscuridad que había conjurado apareció una
enorme serpiente demoníaca de varios metros de ancho y muchos más de largo. Sus
enormes colmillos podrían ser casi tan largos como el propio Yamiyuki.
¿Crees que esa cosa tiene posibilidades contra mí?-preguntó
Yamiyuki-¡Deja de soñar! Ninpô - Bara no Jutsu - Rose Clutch!
Yamiyuki hizo un sello ninja con las manos. Entre brillantes
espirales de rojos pétalos de rosa, montones de espinosas ramas de rosal se
enroscaron en el cuello de la serpiente, haciendo una presión muy elevada que
la hizo sangrar por los múltiples agujeros. Enfurecida, la bestia intentó
atacar, pero la presión de la planta que tenía en el cuello acabó por
estrangularla y hacer que se desplomara.
Maldito Taimanin…-dijo el tipo- ¡te arrepentirás de haber
nacido!
El hombre saltó por el portal agarrando a la mujer tras de
sí y haciendo que el círculo se cerrase tras ellos.
¡Yamiyuki!-oyó el joven líder que lo llamaba Shirubei
mientras subía-¡Ya lo tengo!
Un orco de corta estatura con una acusada obesidad pataleaba
entre los brazos de Shirubei, que lo llevaba inmovilizado para evitar su
escape.
Buen trabajo, compañero.-dijo Yamiyuki-El helicóptero se ha
ido: las mujeres están a salvo.
¿Qué es esa cosa?-Shirubei señaló el cadáver de la
serpiente.
La mascota del cobarde que ha huido por su propio portal de
oscuridad.-dijo Yamiyuki-No se le veía muy por la labor de luchar, aunque
tampoco es mayor problema: nuestro objetivo era impedir el trágico destino de
las mujeres y lo hemos hecho. Buen trabajo.
Se oyeron sendos pitidos en los trajes de ambos.
Aquí Yamiyuki.-dijo el líder.
Aquí Shirubei.-añadió el compañero.
¡Chicos!-dijo una voz familiar-¡Me temo que la misión será
más difícil de lo que pensábamos!
¡Inusen!-exclamó Yamiyuki-¿Qué ha pasado? ¿Dónde estás?
Voy a transmitir mis coordenadas al GPS del ordenador
portátil de vuestros brazales.-dijo el otro Taimanin-Estoy aproximadamente a
dos manzanas del lugar inicial de la misión. ¡Se está produciendo una violación
en público!
Yamiyuki y Shirubei comenzaron a escalar edificios y a
saltar de azotea en azotea en pos de su compañero. Si los criminales se habían
dispersado y aquello sólo había sido una maniobra de distracción para atraer a
los Taimanin, las cosas podrían ser mucho peores de lo que temían.
Y encima tenemos que ir con esta albóndiga putrefacta en
brazos…-dijo Shirubei mientras se acercaban a la posición de Inusen.
Hay un camión del cuartel esperando cerca.-dijo
Yamiyuki-Acaba de llegar.
Menos mal que al menos tú puedes desplazarte mientras miras
el GPS.-respondió Shirubei-A mí me encantaría, pero no queremos que se me caiga
este carcamal al suelo desde esta altura…
Agradezco tu comprensión.-dijo Yamiyuki-Si nos descolgamos
desde el edificio que está a nuestra izquierda, llegaremos al camión sin ser
vistos y podremos dejar al rehén.
Dicho y hecho, los dos chicos llegaron hasta el camión y
hablaron con el conductor para que encerrara dentro al orco que, al parecer,
había urdido todo aquello.
Y ahora vamos a por el impostor.-dijo Shirubei.
Yamiyuki y él se miraron y asintieron con la cabeza.
¡Yamiyuki, Shirubei!-exclamó una voz a pocos metros de
ellos.
Miraron al frente. Un chico de complexión similar a la de
ellos dos, muy alto, delgado, de cuerpo fibroso y marcado, con los ojos de
color rojo sangre delineados con negro y una larga melena blanca que llegaba
hasta sus costillas, algo alborotada. Vestía un uniforme de combate de color
naranja brillante que bien podría parecer una malla de gimnasia, con guantes
negros y un calzado de una forma inusual, con plataformas negras elevadas y
arqueadas que no tenían tacón, dejando sus talones en suspensión: Inusen
Yonekura.
¡Impostor!-dijo Yamiyuki con una falsa sonrisa-¡Cuánto me
alegro de verte!
¿De qué me estás hablando?-Inusen se molestó-¡Somos
compañeros!
Eres un demonio mimético que puede camuflar incluso su peste
a basura Mazoku.-terció Shirubei-No sé cómo vuestra brujería puede interferir
con nuestras señales de telecomunicación, pero lo has hecho bien.
Chicos, dejaos de bromas…-Inusen se cruzó de brazos y les
lanzó una mirada severa.
¿”Chicos, dejaos de bromas”?-se burló Yamiyuki-El verdadero
Inusen ya nos habría intentado hacer un tocamiento o algo similar. Además…
¿pretendes en serio que nos creamos que un Taimanin se quedaría mirando una
violación sin impedirla y salvar a la víctima? ¿Por qué clase de estúpidos nos
tomas? Y lo más importante…sabemos dónde están y cuántos son. Sí, los de la
emboscada. Devolvednos a Inusen y dejad de bromear con las agresiones sexuales:
son algo muy serio que os costará la vida a todos.
…-el Taimanin de cabello blanco se quedó callado.
Sin mencionar que no hay nadie siendo violado en esta
posición.-dijo Shirubei-Tu estratagema es tan patética que hemos venido a
reírnos de ella.
Mátalo, Shirubei.-dijo Yamiyuki-Cuanto antes salgan esos
bastardos, antes podremos matarlos. Ir a buscarlos es invertir un tiempo que no
tenemos, y más teniendo en cuenta que uno de nosotros no nos ha dado señales.
Shirubei no medió palabra. Con una sonrisa cordial, atravesó
el vientre del supuesto Inusen con una de sus garras. En sus apretadas mallas
podía leerse una vigorosa erección fruto del placer que le producía ver la
sangre brotar de la herida que le había causado a aquel demonio.
Los demonios sois horribles…-dijo Shirubei con una
sonrisa-…pero tenéis un punto de hermosura. ¡Veros sufrir es TAN bello! Podría
deleitarme horas y horas viendo cómo os retorcéis de dolor… ¡bazofia, hijos de
puta!
De los edificios colindantes comenzaron a salir orcos y
algunos humanos cooperando con ellos.
¿Más de esta chusma?-preguntó Yamiyuki-Incluso personas como
nosotros cooperando con esos…bastardos.
No se lo tengas en cuenta, amigo mío, están locos.-dijo
Shirubei mientras limpiaba su garra con el pelo del cadáver de su víctima-Es
hora de divertirnos dándoles caza.
Mientras Shirubei se acercaba a los enemigos, el cadáver del
impostor se deformó hasta adquirir la
forma de un demonio putrefacto de piel renegrida, su supuesto aspecto original.
¿Dónde está Inusen?-preguntó Yamiyuki.
¡Bajadlo!-dijo uno de los orcos.
Una caja muy grande cayó de la azotea de un edificio.
Shirubei saltó y la interceptó, colocándola cuidadosamente en el suelo.
¿Habéis metido a Inusen en una caja?-preguntó
Shirubei-Tenéis que estar deseando morir, ¿no es así?
El joven rubio abrió la caja: dentro de ella estaba su
compañero con las piernas abiertas en forma de “M” y un brazo atado a cada una
de ellas, así como con una mordaza metálica.
No todos los perros toleran los bozales…-dijo Shirubei
mientras liberaba a su amigo-… ¿no es así, Inusen?
¡Lamentarán haberme hecho esto!-dijo el joven, que lucía
exactamente igual que el demonio que había adoptado su forma, mientras saltaba
de la caja-¡Sentid mi mordisco!
En medio de su increíble salto, Inusen lanzó un manojo de
cuchillos kunai contra los orcos bajo la atenta mirada de Yamiyuki. Al bajar,
abatió a uno de los humanos de una patada con el talón y, una vez de pie, se
colocó unos extraños guantes articulados de un brillante color blanco que parecían
armazones de hueso artificial. Con ellos, comenzó a propinar contundentes
puñetazos que rápidamente diezmaron a los enemigos que participaban en la
emboscada. Los arañazos que esos guantes dejaban eran muy profundos. Cuando no
quedaba nadie en pie, apareció un enorme y musculoso ogro casi desnudo.
¿El as bajo la manga?-preguntó Yamiyuki.
¡Ridículo!-comentó Shirubei.
Ninpô…-dijo Inusen realizando un sello ninja con sus
manos-Kiba no Jutsu!
Lanzó una patada giratoria contra el ogro. Como si se
tratase de una figura de mantequilla, fue cortado limpiamente por la mitad de
forma longitudinal, luego transversal y, finalmente, explotó en sangre y trozos
de carne con formas macabramente perfectos.
Esos desgraciados me atacaron con una toxina extraña…-se
justificó Inusen-…redujeron mis capacidades momentáneamente y…el resto ya lo
conocéis. Mis disculpas, capitán, Shirubei.
No has de disculparte: has luchado bien.-dijo Yamiyuki-No
obstante, seguimos sin recibir ningún mensaje de nuestro compañero.
Terminaremos la batalla de esta noche cuando lo encontremos.
¡A la orden!-respondió Inusen-Después podré agradeceros el
haberme rescatado…
No hay nada que agradecer…-dijo Shirubei acercándose
sutilmente a Inusen-…pero, si insistes…lo hablaremos más tarde. Notáis eso, ¿verdad?
Energía demoníaca.-dijo Inusen-Hay algo grande en el puente
que está al otro lado de este barrio.
Sobran las palabras entonces.-dijo Yamiyuki mientras se
lanzaba a la zona con la velocidad del rayo.
Cuando llegaron al puente, vieron un panorama atroz: la
infraestructura estaba partida, el tráfico se había colapsado en un lado de la
grieta y en el otro los demonios se preparaban para avanzar hacia el centro de
la ciudad.
¿Qué narices se creen que hacen?-preguntó Shirubei
indignado-¡Vamos a pararles los pies!
¡Alto!-instó Yamiyuki.
¿Qué sucede?-preguntó Shirubei.
Algo no va bien.-dijo el líder-Presiento que algo o alguien
va a hacer un mal movimiento.
¡YAAAAAAAAAAAAH!-oyeron gritar a una voz familiar.
Aquella voz tenía un tono algo afeminado, aniñado y acaramelado,
pero no dejaba lugar a dudas de que se trataba de un hombre. Era un timbre muy
característico.
¿Está aquí?-preguntó Shirubei-¿Por qué no nos ha dicho nada?
¡Es su olor!-afirmó Inusen.
Tendrá sus razones para no haberse puesto en contacto con nosotros.-dijo
Yamiyuki-Estamos en la parte alta de la estructura…justo encima de él…si
saltamos ahora, podremos ver lo que…
Oyeron un golpe y vieron a una figura salir disparada.
Ya tiene que ser poderoso el demonio para que…-dijo
Shirubei.
¡No!-respondió Inusen-¡Ha sido un demonio el que ha salido
expelido! ¡Con una velocidad increíble!
Tu vista no tiene parangón entre nosotros, Inusen.-dijo
Shirubei.
Creo que conozco a lo que sea que esté debajo de la capa y
la capucha de la figura del centro.-señaló Yamiyuki.
¿No es la mujer que estaba con el comprador?-preguntó
Shirubei.
Sí.-respondió Yamiyuki-Y, si es quien creo que es, incluso
nuestro compañero va a tener problemas… ¡vamos!
Los tres Taimanin saltaron hacia el campo de batalla en el
que se había convertido el puente.
¡Yamiyuki! ¡Shirubei! ¡Inusen!-exclamó un chico detrás de
ellos.
Tres demonios voladores se lanzaron contra ellos, pero los
interceptaron para garantizar la seguridad de su compañero. Se giraron entonces
para mirarlo. Era un poco menos alto que ellos, mucho más delgado, de aspecto
algo frágil, pero con un semblante que desmentía tal apariencia. Su cuerpo
pálido y carente de vello estaba muy expuesto por su uniforme de combate: un
traje rosa con un agujero rómbico que dejaba ver su ombligo y sus costillas,
otro detrás que dejaba ver la zona baja de su espalda, huecos en las ingles que
dejaban ver un poco de sus piernas y aberturas espiralizadas en las mangas que
dejaban entrever sus brazos. Llevaba zapatos de tacón alto y en la zona de la
cadera tenía vuelos de tela rosa semitransparente que se asemejaban a una
falda. Tenía unos ojos muy redondos y brillantes de color verde eléctrico,
maquillados con sombras azules y
violetas y delineador rosa, y una larga melena lacia de color rosa violáceo
recogida parcialmente, con caída por la espalda y dos mechones en la parte de
delante, a ambos lados de la cabeza: el cuarto miembro del equipo, Hagane
Kurobara.
¡Hagane!-exclamó Yamiyuki-¿Estás bien?
Nunca he estado mejor.-respondió Hagane con una sonrisa
pícara-Ver que mis compañeros se preocupan por mí me llena de fuerzas.
Con presteza, sacó a relucir sus armas: dos abanicos
metálicos de color violeta con las empuñaduras y los bordes rosados.
¡Es hora de repeler la amenaza demoníaca de Tokyo de esta
noche!-exclamó Hagane.
¿Lo de la venta de mujeres ha sido una maniobra de
distracción para lo que sea que estén haciendo en este puente?-preguntó
Yamiyuki.
No exactamente.-dijo Hagane-Por lo que he podido averiguar,
no se han puesto de acuerdo para ello, pero les ha servido. Según tengo
entendido, pretenden abrir un portal gigantesco en este puente para que los
demonios…”terraformen” en Tokyo de manera acelerada esta misma noche.
¿Qué demonios se les ha pasado por la cabeza a estos
majaderos?-preguntó Inusen-¿Qué ha sido del pacto de no intervención y mutuo
respeto?
Se lo han pasado por los huevos.-dijo Shirubei-Nos han
mentido a todos los humanos. Es hora de que los Taimanin tomemos la iniciativa
y contraataquemos.
Se oyó una
risa de mujer. Las correas de la figura que estaba en el centro del caos se
cayeron, permitiendo que la persona que estaba dentro pudiera desliar la capa y
dejarse ver. Se trataba de una mujer alta, delgada y llena de curvas, de piel
muy morena y con unas botas negras de tacón, unos guantes del mismo color y un cortísimo
y ajustado vestido negro con ribetes plateados y detalles en color ocre que se
asimilaban a un conjunto de lencería subyacente como único atuendo además de la
capa negra. Sus ojos eran mates y de color verde oliva, y su melena, rubia, muy
larga y alborotada, también mate. Tenía unos pechos enormes y
desproporcionados.
Tú eres…-dijo Yamiyuki-… ¡Belladonna Rubidium!
Vaya, vaya…-dijo la mujer entre risotadas-…qué honor…un
Taimanin joven que conoce mi nombre…
¿Quién es ésta, Yamiyuki?-preguntó Shirubei sacando a
relucir sus garras-Nunca la había visto…
Una aristócrata Mazoku.-respondió Yamiyuki-Aunque sólo se
parecen en el tono de piel y en la talla, tengo entendido que es familia de la
mismísima Ingrid, la Caballera Infernal.
Nunca viene mal un poco de la cultura de nuestro reino antes
de…-dijo la tal Belladonna-… ¡MORIR!
Una llamarada verdosa afloró de sus manos. Comenzó a
amasarla y darle forma hasta que la convirtió en un arma sólida: un larguísimo
bastón plateado con ambos extremos terminados en forma de gruesas esferas con
cristales amarillos muy brillantes.
Conozco esas piedras.-dijo Yamiyuki-Las estudiamos en clase,
¿recordáis? Cristales Mazoku…amplifican el poder mágico. Cuidado con el arma,
amplificará su brujería a la vez que le servirá como una doble maza…
Murasaki-sensei nos enseñó bien…-dijo Hagane.
Nunca ha sido mi estilo estar pendiente de las cábalas de
unos críos que van a besar a la muerte…-dijo la mujer demonio-… ¡PERROS DEL
INFIERNO, ATACAD!
Belladonna extendió la mano y, mágicamente, se dibujaron
varios círculos del suelo en el aire de los que saltaron enormes perros hechos
de armaduras metálicas y llamas. Entre rugidos, se abalanzaron contra los
jóvenes Taimanin.
¡Tiene poderes de invocación!-exclamó Inusen.
La estrategia está clara.-dijo Shirubei-¡Hay que tumbar a
esa bruja antes de que sus criaturas causen más problemas de la cuenta!
¡Lanzaos a por ella, yo me encargo de estas bestias!
Shirubei encaró a los perros del infierno haciendo su sello
ninja.
Ninpô - Suiton no
Jutsu - Toge! –conjuró Shirubei.
Uno de los perros mordió con su gran boca el cuerpo del
joven Taimanin, pero éste se deshizo en agua…en un remolino de agua que comenzó
a enroscarse a su alrededor y a enlazar a los demás perros hasta que, una vez
atados…el agua se congeló formando estacas de hielo que los atravesaron por
múltiples ángulos.
¡Bien hecho, Shirubei!-exclamó Hagane mientras saltaba-Ninpô
- Fûton no Jutsu!
El andrógino Taimanin agitó sus abanicos lanzó una ráfaga de
viento contra Belladonna, quien interpuso su bastón entre el viento y ella,
reteniéndolo por completo.
¡Maldita sea!-exclamó Hagane mientras mantenía el chorro de
viento haciendo flotar sus abanicos y moviéndolos con un sello ninja que
también le permitía levitar-¡Yamiyuki, Inusen, atacad!
Inusen intentó una maniobra, pero Yamiyuki fue más rápido y
se colocó detrás de la mujer demoníaca, quien le lanzó un fuerte golpe con el
bastón que paró fácilmente con la palma de una mano.
¿Cómo has podido…?-Belladonna se sorprendió.
Tranquila.-dijo Yamiyuki-Yo no pego a mujeres…
La distracción hizo que la barrera se rompiera, por lo que
el chorro de viento arreció contra la mujer a la vez que Yamiyuki retiraba la
palma de su mano, quitando todo apoyo para la hechicera, quien se golpeó contra
el suelo y salió rodando.
…dejar o no dejar que se peguen ellas mismas es otro
asunto.-terminó de decir el líder.
Cuatro contra uno no es demasiado caballeroso, señor “yo no
pego a mujeres”…-dijo Belladonna mientras se levantaba- ¿qué tal un HORDAS
CONTRA CUATRO?
La hechicera agitó el bastón e invocó a varias criaturas de
gran tamaño y aspecto animal que se lanzaron contra los Taimanin, quienes,
distraídos combatiendo la amenaza, no pudieron impedir que la mujer Mazoku
abriera un portal en el suelo que le permitió llamar a un ejército de soldados
demonio acompañados de esbirros orcos.
¡Matadlos!-exclamó Belladonna mientras saltaba al
portal-¡Que no quede ni uno!
El portal se cerró tras ella.
¡Es tan cobarde como el hombre que la acompañaba!-exclamó
Yamiyuki.
No está mal del todo, ¿no creéis?-preguntó Hagane-La hemos
espantado…
Los demonios se hacen los cobardes a veces…-dijo
Shirubei-…cuanto más tardan en luchar…
…más peligrosos y destructivos se muestran después.-continuó
Yamiyuki.
Edwin Black…-recordó Inusen en voz alta.
No hay de qué temer.-dijo Yamiyuki-Nuestra líder lo mató y
remató. ¡Es hora de terminar lo que hemos venido a hacer aquí!
¡Estaba deseando que lo dijeras!-gritó Shirubei lamiendo sus
garras.
¡Será un placer!-exclamó Inusen entré gruñidos mientras
salivaba.
¡Vamos allá!-exclamó un sonriente Hagane haciendo una pose
algo indecente mientras apuntaba a los enemigos con sus abanicos.
Estáis locos, chicos.-dijo Yamiyuki con seriedad-En el campo
de batalla sois eficientes, pero mezcláis la guerra con vuestra…lascivia…y
vuestras ideas distorsionadas…quiero que lo hagáis bien, compañeros…
Una hilera de pétalos de rosa se dibujó en la espalda de
Yamiyuki. La agarró con las dos manos, materializando una enorme nodachi
enfundada.
Ninpô…-susurró Yamiyuki-…Katon no Jutsu!
Una enorme llamarada comenzó a abrasar a los orcos y a los
soldados. Yamiyuki sonrió macabramente, tornando sus ojos en puro sadismo.
¡QUIERO QUE LO HAGÁIS BIEN!-gritó Yamiyuki-¡QUE LOS
OBLITERÉIS, QUE LOS HOSTIGUÉIS! ¡QUE SUFRAN! ¡QUE LES HAGÁIS DAÑO! ¡QUE
IMPLOREN! –su sonrisa se hacía cada vez más llena de satisfacción y placer a la
vez que sus compañeros no se molestaban en ocultar que se estaban excitando
cada vez más, luciendo sus cada vez más obvias erecciones con naturalidad- ¡QUE
LA ESCORIA DEMONÍACA SUFRA HASTA SU ÚLTIMO ALIENTO! ¡QUE ASAGI-SAMA SE SIENTA
ORGULLOSA! ¡TAIMANIN, AL ATAQUE!
En medio del fuego que él mismo había provocado, Yamiyuki
corrió hacia las hordas enemigas, desenfundó su nodachi y lanzó un amplísimo
corte giratorio que bien podría asesinar a una decena de víctimas…el primer
corte de una noche que se haría de leyenda.
. . .
Yamiyuki Kuroi presenta…
TAIMANIN YAMIYUKI
PRÓXIMAMENTE.